Regresé a Baires.
Pero el viaje a Tailandia fue toda una experiencia.
Un viaje de 30 horas, con 4 escalas en 2 continentes difererentes dejan su huella y llegar a Bangkok con un clima extremadamente húmedo y caluroso hizo que al entrar al cuarto del hotel, duerma 12 horas seguidas.
Bangkok es ante todo una ciudad exageradamente llena. Está colmada de gente, autos, negocios callejeros, motos, humo, mugre, ruido, carteles y cables.
El turismo sexual es tan evidente que choca en cada esquina. Cientos de europeos y americanos casi ancianos paseando de la mano con tailandesas que apenas pasan la mayoría de edad.
En Bangkok, si te agarra un semáforo, preparate a dormir: tardan siglos en cambiar de estado. Por eso casi todos los taxistas tienen un televisor LCD en el auto.
Hacer 10 cuadras en el centro puede demorar casi 20 minutos. Los embotellamientos son constantes en la capital tailandesa. Tanto humo de los autos, colectivos y motos provoca que casi todos los que trabajan en la calle (hay cientos de puestos callejeros y vendedores ambulantes) usen barbijos durante todo el día.
Además de Bangkok, me di una vuelta por la isla de Ko Samet, ubicada a 4 horas de micro de Bangkok, en la provincia de Rayong. Es un parque nacional con unas muy lindas playas con arena muy fina y blanca, agua transparente y caliente y unas vistas increibles.
En cuanto a la reunión de trabajo por la que fuí fue muy productiva. Compartí las experiencias de trabajo con los colegas de las oficinas del Sudeste Asiático. Además en la reunión estuvo Nick Allen, fundador y CEO de Donor Digital. Fue muy importante contar con su presencia ya que es una de las personas que más conoce del trabajo de Recaudación de Fondos en Internet y cuenta con una experencia de más de 25 años en el mercado de las ONG en EEUU.
Les dejo algunas fotos ilustrativas del viaje para que conozcan algo de este país tan distinto al nuestro.
Un abrazo
Greenpeace Sudeste Asiático.
En el Templo del Buda de Jade
Grand Palace
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