Las mejores oportunidades del mercado global de la contaminación

Las desesperadas prédicas de los ecologistas y las mediáticas acciones de Greenpeace no han logrado detener la contaminación industrial. ¿Pueden los fríos incentivos de mercado ser la solución?

El Protocolo de Kyoto ha quedado en la historia por la fenomenal polémica en que se vio envuelto. Entre tanto bullicio, pocos repararon en los mecanismos surgidos a su sombra para luchar contra la contaminación. En efecto, Kyoto apañó el nacimiento de un auténtico mercado donde se trafican “derechos para contaminar” a través de un aceitado mecanismo.

Si usted es dueño de una fábrica en un país desarrollado, tiene derecho a emitir una cantidad X de gases. Superar el límite implica pagar una fuerte multa (o hasta enfrentar la clausura).

Ahora supongamos que usted es el manager de una “industria limpia” (es decir, una industria que no alcanza a cubrir su cuota “legal” de contaminación). En ese caso, usted recibe una cierta cantidad de “créditos de contaminación” que, a través de un broker, puede vender a las empresas que contaminan.

De esta forma, Kyoto pretende establecer incentivos de mercado para estabilizar las emisiones de gases a través del fomento de técnicas limpias de producción. Las fábricas contaminantes deben enfrentar el costo de comprar los créditos de contaminación para evitar la clausura. Así, las industrias limpias (vendedoras de créditos) obtienen un ingreso extra que pagan las empresas contaminantes.

Y estos créditos cotizan al alza. Según Ecosystem Marketplace, algunos expertos creen que los créditos para la emisión de dióxido de carbono valdrán unos 40 mil millones de dólares en el 2010 y llegarán a 200 mil millones en años posteriores.

¿Está usted de acuerdo con este sistema? ¿Puede ponerse un precio al aire puro y el agua potable? En general, los grupos acusan al enfoque de reduccionista.

Sin embargo, según la investigación Unrecognized Assets, realizada en conjunto entre Strategy+business y Booz Allen, muchas compañías ya están poniendo en marcha políticas de management ambiental para aprovechar las nuevas oportunidades.

British Petroleum, por ejemplo, está invirtiendo mil millones de dólares en remodelar su antigua refinería de Los Angeles para transformarla en una moderna y limpia central eléctrica que brinde energía a medio millón de hogares. Así, convertirá una usina altamente contaminante (y deficitaria en créditos) en una industria limpia (superavitaria en créditos que le permitirá subsidiar sus actividades contaminantes en otros rincones del planeta).

La energética AES Corporation también se sumó al mercado global de Kyoto. En un plazo de tres años, gastará mil millones de dólares en generar créditos de emisión de gases. El plan prevé la reforestación de miles de hectáreas en Brasil, que le valdrá créditos para la emisión de entre 100.000 y 150.000 toneladas de dióxido de carbono. Hoy, esos créditos cotizan alrededor de los 20 dólares por tonelada. Pero se estima que su precio se multiplicará en el futuro.

Más allá de que muchos estén disconformes con este sistema, lo cierto es que existe. Y las empresas más visionarias están comenzando a operar en el mercado de la ecología. Las más avanzadas, están empezando a cuantificar sus activos ambientales y evaluar el retorno de la inversión ecológica en el mercado de los créditos.

Fuente: Materiabiz

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Fabril Buenos Aires (de ·Ambiente Y Medio" de Sergio Federovisk)


Así como son de inoperantes para discutir y modificar el Código de Planeamiento Urbano en lo que implica para la construcción de viviendas (seguramente porque son muy sensibles al lobby de las constructoras y megaestudios de arquitectura), los legisladores porteños fueron muy diligentes para modificar esa norma en lo referente a la disposición respecto de la instalación de industrias en la ciudad.

El Código, que rige desde 1977, preveía la ciudad de Cacciatore: sin industrias, actividad obrera, sin pobres y, de ser posible, cooptada por la patria constructora.

Así fue como se vació Barracas y quedó en el estado en que quedó. Los legisladores ahora entendieron que era prioritario quitar las prohibiciones para la instalación de industrias y, prestos, se dedicaron a modificar la norma. Los impulsaba un desarrollismo tardío, que supone que llenar de empresas textiles o metal-mecánicas la ciudad implica el desarrollo urbano.

Por eso, decidieron aprobar una versión que salvo en el casco histórico y en los bosques de Palermo (menos mal) levanta toda limitación para la instalación industrial, con la sola excepción de curtiembres y frigoríficos.

El asunto, como suele suceder, es que lo que se compra como desarrollo por un lado, se vende como pérdida de calidad de vida por el otro. Y en una ciudad donde el control no es lo que la distingue, la situación se pone delicada.
Los vecinos que persiguen una reforma del Código para impedir la proliferación absurda de torres que desnaturalizan los barrios, hacen colapsar los servicios y sólo promueven la especulación inmobiliaria, aceptan ideológicamente la postura de industrializar la ciudad, pero temen de la falta de control.

“Si actualmente el 70 por ciento de las demoliciones y construcciones se hacen en la ilegalidad, ¿cómo pueden pretender controlar industrias contaminantes?”, se preguntan.

Legisladores como Diego Kravetz, que llevan adelante el discurso desarrollista del kirchnernismo, afirman que existen tecnología para controlar esas industrias potencialmente contaminantes, por lo que hoy por hoy, no sería un problema. Cabría explicarle al amigo Kravetz que también existe tecnología para limpiar el Riachuelo o para no seguir envenenando, desde la ciudad de Buenos Aires, al río de la Plata. Y no obstante, el estado de esos cursos de agua (como el de los arroyos entubados, por caso) es patético.

La propia estadística que lleva adelante, y publica, el gobierno porteño señala que la industria cultural triplica por ejemplo a la construcción (hoy en un verdadero boom) en términos de potencial económico en la ciudad. ¿Tiene, en ese esquema, sentido autorizar una galvanoplastía en Nuñez?


La Verdad Incómoda.

Más allá de la virtud de haber hecho una buena pieza cinematográfica de una conferencia, la película de Al Gore conjuga, con una adecuada dosis de rigurosidad científica, la descripción sintética de la trama política y de intereses en torno al cambio climático con los sentimientos y percepciones personales que dispararon su vocación por querer contar con urgencia una “verdad” incómoda para muchos.

La verdad que se expone es la dramática situación que ya estamos atravesando a escala global a causa del calentamiento global y el escaso margen de maniobra que tenemos por delante si queremos atenuar los daños ambientales y las tragedias humanas que se avecinan.

Tenemos por delante unos pocos años más para actuar y modificar la tendencia creciente en las emisiones de gases que ocasionan el calentamiento global y lograr mantener las temperaturas globales dentro de límites razonables.

La evidencia científica es suficiente y contundente, vamos a una crisis global sin precedentes, las soluciones son conocidas, debemos reemplazar de manera urgente los combustibles fósiles por energías limpias y dejar de destruir los bosques en todo el planeta.

Sin embargo, la inmensa mayoría de la dirigencia política y de las principales corporaciones de la energía continúan haciéndose los distraídos. La verdad es incómoda para una sociedad que es altamente dependiente del petróleo, es incómoda para muchos gobiernos fuertemente financiados por compañías petroleras.

¿Cuántos son los dirigentes políticos o funcionarios capaces de abandonar las palabras y emprender una acción efectiva contra el cambio climático? La verdad es muy incómoda.


Juan Carlos Villalonga
Director Politico de Greenpeace Argentina

Una reserva natural que se remata

Y sí.

Argentina da para todo.

En Salta, el gobernador va a rematar una reserva natural.

Para tratar de impedirlo, Greenpeace organizó ayer una protesta en la casa de esa provincia.

Estuve ahí.

Les dejó el suelto publicado hoy en Pagina 12.

CULTO

“La administración Bush ha engañado al pueblo estadounidense. Ha aislado a los Estados Unidos, como lo han señalado diplomáticos y mandos militares norteamericanos. Sus torpezas en Irak han dado nueva y terrible vida al culto de la muerte defendido por Osama Bin Laden.”

(De un editorial del conservador diario británico Financial Times.)