El espíritu navideño también se apropió de la web y los diseñadores de los sitios más importantes del mundo han dejado su toque en las páginas.
Aquí algunos ejemplos.
Gracias Tucumanga por el de Taringa
Comunicación, Marketing, Transformación Digital y Desarrollo de Fondos.
El espíritu navideño también se apropió de la web y los diseñadores de los sitios más importantes del mundo han dejado su toque en las páginas.
Aquí algunos ejemplos.
Gracias Tucumanga por el de Taringa
Círculo superior: Resucitados de entre los muertos
Círculo inferior izquierdo: Convertir la mayor cantidad posible de descerebrados
Círculo inferior derecho: Los aldeanos le temen y reverencian
Visto en: http://lolgod.blogspot.com/2009/11/jesus-venn-diagram.html
Un texto de Victor J. Stenger, un sr. Ateo, cuya lectura es muy interesante. Gracias Dr. Roberto Amenta .
Porqué no soy agnóstico
Por: Victor J. Stenger
Traducción de Fernando G. Toledo
Muchos no creyentes dicen ser agnósticos antes que ateos. No creen que Dios exista, pero no están seguros y entonces son renuentes a llamarse ateos. Una actitud común es decir: “Tal vez hay algo allí afuera. A fin de cuentas, no lo conocemos todo”.
¿Cuán seguros de la inexistencia de Dios debemos estar los que nos autodenominamos ateos? Obviamente, no podemos estar 100% seguros de nada. Pero podemos estar 99,99999% seguros de un montón de cosas, y eso es normalmente suficiente para tomar las decisiones diarias de nuestra vida. No podemos estar seguros de que no caeremos y nos romperemos el cuello al bajar de la cama en la mañana, pero no nos quedamos en la cama por eso. Viajamos en autos y en aviones, donde las probabilidades de sobrevivir no son del 100%, pero sí bastante cerca como para hacerlo. En esos casos, hacemos un análisis de riesgo-beneficio y decidimos que el beneficio justifica el riesgo.
Algunas cosas son, para todo propósito práctico, seguras. Si saltamos desde una ventana del décimo piso, podemos estar bastante seguros de que nos daremos un feo golpazo, no por la caída, como se dice, sino por la llegada. Ahora bien, un avión con un colchón atado a su ala podría pasar justo como para salvarnos. De nuevo, como se dice, “todo es posible”. Pero este es un ejemplo del tipo de cosas posibles con las que hemos aprendido a no contar.
Así que, ¿cuál es el límite entre el agnóstico y el ateo? Si dibujamos la línea en el 100% de certeza, entonces no quedaría ningún lugar para los ateos. En ese caso, no habría ateos ni en una trinchera. Sin embargo, algunas personas se autodenominan ateos, incluyendo muchos que han pasado tiempo en trincheras. La palabra debe de significar algo para ellos. Sugiero que los ateos son personas que han evaluado las posibilidades, hecho el análisis riesgo-beneficio, y encontrado que la existencia de Dios es tan improbable que prefieren vivir sus vidas sin todo el lastre que toda creencia te fuerza a cargar.
El lastre de la creencia es pesado. No sólo se espera que dones tiempo y dinero a tu iglesia, sino, lo más importante, se espera que cambies tu cabeza. Y, como ha dicho Dan Quayle, “perder la cabeza es algo terrible”.
Cuando eres un miembro fiel de alguna religión, no eres libre de usar tu propio juicio en lo que sea mejor para ti, para tu familia y la sociedad. Más bien, se espera que aplaces el juicio por el de otros que aseguran tener la autoridad sobrenatural. Y desde el momento en que ellos no ofrecen evidencia para avalar lo que dicen excepto su propia palabra, se te pide que evites usar tu propio intelecto en el proceso.
A lo largo de los siglos, muchos intentos han querido probar el basamento racional de la creencia sobrenatural. Todos han fallado. Los predicadores pueden todavía atraer clientes hacia sus argumentos simplones con aire de lógicos, del estilo: “¿como podría esto -el universo, la vida, la conciencia- haber surgido desde la nada?”. Ellos les aseguran a sus oyentes que Dios lo hizo todo. Pero consideren lo absurdo del argumento: algo no puede surgir de la nada, y entonces debe provenir de Dios… que surge de la nada.
Últimamente, la creencia en una realidad indetectable y trascendente ha acabado en la fe antes que en la razón. Las iglesias han convencido a la mayor parte de la raza humana de creer en lo increíble, darle crédito a lo inverosímil, racionalizar lo irracional. Un ateo es alguien que no puede creer en algo que no tiene base racional, que es nada más que una fantasía y una delusión arrastrada desde la infancia ignorante y supersticiosa de la raza humana.
La Santa Iglesia Católica se está quedando sin gente con vocación sacerdotal. Por eso, están abriendo sus puertas a nuevos horizontes.
En este caso, al cine porno. Este nuevo sacerdote llamado David Papaleo, que hizo el camino inverso al pedófilo Padre Grassi, tiene una larga carrera como actor porno gay.
Parece que ahora, los muchachos se la Iglesia se están poniendo son más prácticos. En ves de esperar que los curas se degeneren adentro de la institución, ya los toman degenerados de entrada. Así al menos ahorran tiempo, y ya saben con que bueyes aran.
Al menos Papaleo (Que no tiene nada que ver con Carolina) no se dedica a comerse pebetes (Al menos no lo engancharon nunca)
Gracias Lucila por la info.
Muchas veces nos quejamos de la farándula local por sus comentarios tontos o fuera de lugar.
Pero siempre, desde el centro del imperio los gringos nos demuestran que siempre hay esperanza. Más allá de los estúpidos que nos podamos sentir, ellos siempre pueden ser un poquito más que nosotros.
En este caso, una propaganda de Chuck Norris, el karateka que nos divertía de pibes, impulsando una campaña a favor de que la enseñanza de la biblia como interpretación literal del mundo en todas las escuelas públicas de EEUU. Por más cómico que nos parezca esto va en serio.
Cualquier parecido con Cha Cha Cha, es pura coincidencia.
El anuncio de Jesús sobre la inminencia del Reino de Dios debía necesariamente chocar con el reino establecido y dominante, el imperio romano. Este enfrentamiento queda, en los evangelios, en las sombras. Una primera lectura nos pone siempre en el enfrentamiento que Jesús tiene con el templo, con los escribas, con los fariseos, con los sacerdotes y los herodianos Incluso, en las narraciones sobre la pasión y muerte de Jesús da la impresión de que el imperio es exculpado pues Pilato intenta inútilmente dejarlo libre.
Es, por otra parte, evidente que esta narración no puede responder a la realidad histórica. No es concebible que un funcionario de la burocracia imperial como Pilato —el que, por otras fuentes lo sabemos, además era cruel— se preocupe por la suerte de un campesino galileo que anda agitando a los marginados de una oscura región. Leyendo a Marcos creemos descubrir la línea antiimperial que, no dudamos, debe de haber sido la de Jesús. Trataré de mostrarla en los pasajes más significativos.
Las buenas noticias vienen del campesino Jesús
Marcos comienza su narración de la siguiente manera: “Principio del evangelio de Jesu-Cristo”. “Evangelio”, como se sabe, del griego eu-angélion, significa buena nueva, buena noticia, buen mensaje. Marcos no inventa el término, sino que le da un significado específico y, precisamente, antiimperial.
Efectivamente, evangelio era “término técnico para las novedades de victoria”, o sea, para el anuncio de las nuevas victorias de las tropas imperiales romanas. “(La deificación del emperador) da a evangelion su significación y poder, porque el emperador es más que un hombre común, sus ordenanzas son mensajes de espada y sus órdenes son escritos sagrados. Él proclama evangelia mediante su aparición… el primer evangelium es la noticia de su nacimiento” (Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, 2:724).
De modo que el evangelio se encuentra en el centro de la política imperial. Las buenas noticias eran tanto la noticia del nacimiento de un nuevo emperador como de las victorias que las tropas imperiales habían obtenido sobre el enemigo. Formaba parte de la ideología imperial.
Teniendo esto en cuenta, que un escritor en el año 71 de nuestra era se atreva a denominar evangelio al mensaje transmitido por un campesino marginado en su propia sociedad que era, a la vez, una oscura y pequeña región dominada por el imperio era absolutamente subversivo. Las buenas noticias sólo las podía dar el poder, el máximo poder que se encontraba en Roma.
Además de subversiva esta proclamación era absurda. Bien lo expresaría Natanael, según nos relata Juan: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”. Era una concepción muy expandida, perteneciente a la ideología del dominador y devenida “sentido común de los dominados”. Nada bueno puede salir de los pobres, de los marginados, de las regiones marginadas.
Las buenas noticias no provienen de arriba sino de abajo, no del poder imperial sino de los marginados por ese poder. Proviene de los márgenes del imperio, de la pequeña Palestina, de los márgenes de palestina, de la oscura Galilea, de los márgenes de Galilea, del desierto y de los campos.
Jesús no puede entrar en las ciudades. Sólo entró en dos, en Cafarnaúm, al principio, y en Jerusalén, al final, donde lo aprehenden y asesinan. Desde abajo, desde el no-poder que, vamos a ver, genera un nuevo poder, un poder de liberación como servicio, es desde donde se anuncia el evangelio, la buena noticia. El primer y principal enemigo del Reino de Dios denunciado por Marcos es el imperio romano.
El imperio es el enemigo principal
Después de narrar una serie de escenas en las cuales Jesús va mostrando su mensaje liberador, al mismo tiempo que enfrenta a los enemigos internos del evangelio, Marcos nos presenta al enemigo principal. Lo hace en forma quiásmica:
A) “Y viene a casa: Y se aglomera otra vez la multitud, de suerte que no podían ni siquiera comer pan. Al enterarse los de su casa salieron a apoderarse de él, pues decían: “está loco” (fuera de sí).
B) “Los escribas, que habían bajado de Jerusalén, decían: ´Tiene a Belezebul´ y también: ´Por el príncipe de los demonios echa afuera a los demonios´”.
C) “Llamándoles la atención con parábolas (Jesús) les decía: ´¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, no puede subsistir. Si Satanás se ha levantado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir y llega a su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear sus bienes, si primero no ata al fuerte”.
D) “En verdad les digo que todo se perdonará a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por más que blasfemen, pero cualquiera que blasfeme contra el espíritu santo, no tiene perdón por los siglos, sino que es reo de eterno pecado. Porque decían: ´Tiene espíritu impuro´”.
E) “Vienen su madre y sus hermanos y, quedándose afuera, le mandaron a llamar. El pueblo estaba sentado a su alrededor y le dicen: ´Allí están tu madre y tus hermanos afuera y te buscan´. Respondiendo, les dice: ´¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando en torno a los que estaban sentados en círculo, a su alrededor, dice: ´¡Aquí están mi madre y mis hermanos!. Pues cualquiera que haga la voluntad de Dios, éste es mi hermano y mi hermana y mi madre” (Mc 3, 20-35).
Se sabe que el quiasmo dispone las partes del discurso de tal manera que el mensaje central quede en el centro. El texto presenta una cierta síntesis de los enemigos del Reino. De los menos peligrosos a los más peligrosos. Primero los parientes, luego los escribas y finalmente, en el centro, el fuerte –isjyrós-.
En la interpretación de este texto generalmente se ha pasado por alto, o se ha minimizado, la enemistad de los parientes de Jesús, entre los cuales se encuentra su madre. Es absolutamente comprensible que tanto María como sus hermanos se preocuparan por el rumbo que tomaba la práctica de Jesús, enfrentado ya con todos los poderes de la sociedad.
La enemistad de los escribas es conocida; si bien, como se sabe, en el evangelio se refleja más el enfrentamiento entre los escribas y la comunidad de Marcos que entre los escribas y Jesús, pero no se puede negar que un mensaje como el de Jesús debía encontrar oposición en un cuerpo de escribas que ostentaban el poder que daba el saber en una sociedad analfabeta.
Pero hay dos temas que la interpretación generalizada no ha visto correctamente. Me refiero a los temas del fuerte y los pecados y blasfemias contra el espíritu que no tienen perdón por los siglos. Ambos están unidos.
Se trata de los enemigos del Reino. El enemigo principal, el más peligroso y temido es, naturalmente, el que se encuentra en el centro del quiasmo, es decir, el fuerte. ¿Quién es este fuerte? No puede ser sino aquél contra el cual se anuncia el eu-angélion, es decir, el imperio romano. Éste es el fuerte, el poderoso, el opresor cuya casa debe ser “saqueada”. El verbo utilizado diarpádsein significa precisamente saquear, devastar, robar, desgarrar.
Se trata de entrar en su casa y saquearla. Pero ello es imposible si primero no amarra al fuerte. La figura utilizada es la de un hombre fuerte, poderoso en su casa. Es necesario amarrar al hombre fuerte y luego saquear la casa. Es evidente que para amarrarla se requerirá toda una estrategia. Es la que Jesús está elaborando, es lo que está proponiendo.
Pero resulta que esa tarea se encuentra obstaculizada, entre otros, por los escribas que esgrimen argumentos teológicos. Citan a Beelzebul, con quien Jesús habría hecho un trato. Demonizar de esta manera los anuncios del Reino y las prácticas de liberación que a él conducen es una malicia imperdonable. Se utilizan argumentos religiosos, teológicos en contra de la obra liberadora.
Es el pecado teológico, el de utilizar malignamente la teología para oprimir, para esclavizar, para dominar, para desacreditar a quienes trabajan por el Reino que no tiene perdón por los siglos. Es ese mismo pecado el que en el Apocalipsis es presentado como la bestia que surge de la tierra. Efectivamente son las religiones orientales y sus respectivas teologías que apoyan al monstruo que surge del mar, es decir al imperio romano.
El verdadero demonio es el imperio
Después de esta escena Marcos presenta una colección de parábolas mediante las cuales Jesús preparaba al pueblo y a sus discípulos para la gran tarea de apresurar el Reino. En ellas se siguen apuntando al enemigo y dando indicaciones sobre las acciones a llevar a cabo. Exhorta, por medio de la parábola de “la semilla que crece por sí sola….” (Mc 4, 26-29) a ejercitar la paciencia revolucionaria , y por medio de la del “grano de mostaza” (Mc 4, 30-32), a la acción revolucionaria.
La travesía del lago (Mc 4, 35-41) por su parte llama la atención sobre los vientos que se oponen al proyecto del Reino. La barca, símbolo, de la comunidad de Jesús, el pueblo, de la comunidad de Marcos, corre serios peligros. Son los vientos de los enemigos. Pero allí está Jesús para calmarlos.
Con ello entramos en un nuevo terreno, en el que las legiones romanas realizan sus tropelías. Jesús llega a enfrentarlas. Así presenta Marcos la escena:
“Llegaron al otro lado del mar, a la región de los Gerasenos. Al salir él de la barca, inmediatamente vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo que tenía la habitación en los sepulcros; nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadena: porque él muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero las cadenas y los grillos eran destrozados por él, y nadie podía dominarlo.
Al ver a Jesús desde lejos, corrió y se postró ante él. Y habiendo gritado con voz potente, dice: ´¿Qué a mí y a ti, Jesús, hijo del Dios altísimo? ¡Conjúrote por Dios, no me atormentes!´. (Jesús) , en efecto, le había dicho: ´Sal, espíritu inmundo, de ese hombre´. Y le preguntaba: ´¿Qué nombre tienes?´. Y le dice: ´Legión es mi nombre´, porque somos muchos!´. Y le suplicaba mucho que no los enviara fuera de la región.
Había allí, al pie del monte, paciendo, una piara grande de cerdos. Le suplicaron diciendo: ´Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos. Se lo permitió. Luego que salieron los espíritus inmundos, entraron en los puercos, y se arrojó la piara hacia abajo por el despeñadero al mar, como unos dos mil, y se ahogaron en el mar. Los que los apacentaban huyeron y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Entonces vinieron a ver qué era lo sucedido.
Y vienen a Jesús , y miran al endemoniado sentado, vestido y en su sano juicio, al mismo que la legión había tenido encadenado. Y tuvieron miedo. Los que habían visto les contaron cómo le había sucedido al endemoniado y lo de los cerdos. Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus confines.
Él subió a la barca y el endemoniado le pidió que lo dejase estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: ´Ve a tu casa, a los tuyos y cuéntales cuantas cosas el Señor hizo contigo y cómo se compadeció de ti´. Se fue y comenzó a publicar cuán grandes cosas hizo Jesús con él, y todos se asombraban” (Mc 5, 1-20).
Está por demás claro que el tema sigue siendo el del fuerte que debe ser amarrado o destruido. Efectivamente, al endemoniado en cuestión nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Ya se había intentado hacerlo repetidas veces, pero todo resultaba inútil. Rompía las ataduras, cualesquiera ellas fueran. Es la fuerza y prepotencia del imperio que había derrotado una y otra vez los intentos de liberarse de él.
La fuerza no pertenece al endemoniado sino al demonio, es decir, al imperio. Es éste el que utilizando al mismo endemoniado rompe cuantos intentos de liberación se producen. Son los mismos ejércitos, policías y, en general, fuerzas de represión de los países dominados los que ejercen la fuerza que les da el imperio o los grandes centros de poder.
Por otra parte, el endemoniado en cuanto persona tiene el comportamiento desequilibrado, distorsionado, esquizofrénico, propio de los habitantes de países dominados. El mejor comentario de este comportamiento es el descripto por Franz Fanon en Los condenados de la tierra. El dominado introyecta la dominación y se desequilibra completamente.
Cuando el demonio se siente conminado por la fuerza superior de Jesús a decir su nombre, manifiesta su identidad sin vuelta de hoja: legión. Es la legión romana, el ejército romano, instrumento de opresión del imperio. Jesús, es decir, su mensaje, su proyecto, derrota al poder de la legión, la cual busca refugio en los cerdos, en lo despreciable, y es precipitada en el abismo de las aguas del mar.
Después de tamaña batalla no es de extrañar el miedo de los gerasenos. Pelear contra el poder de dominación y derrotarlo puede traer aparejada una terrible represión. Los gerasenos le ruegan a Jesús que se vaya. Ellos aceptan la dominación. La lucha por la liberación les produce miedo. El que ha sido liberado deberá quedarse para revertir la situación.
El imperio asesinó a Jesús
Como puede verse, todas las referencias al enfrentamiento de Jesús con el imperio, Marcos las hace mediante símbolos, nunca directamente. Podríamos citar la última, es decir, la que se refiere al tributo debido al César (Mc 12, 13-17). La interpretación tradicional que sostiene que Jesús dice que hay que pagar el tributo al César y no mezclar esa acción perteneciente al ámbito político y económico con el ámbito religioso, porque es necesario dar a Dios lo que le corresponde.
En realidad Jesús afirma lo contrario: No hay que pagar el tributo. La respuesta, nuevamente, se expresa a través de símbolos, el del denario mediante el cual se pagaba el tributo y el del pueblo como viña perteneciente a Dios. El denario que tiene la inscripción del emperador y la inscripción Ti(berius) Divi Aug(usti) F(ilius) Augustus (Tiberio Augusto, César, hijo del divino Augusto) debe ser devuelto al César, a su dueño. El verbo utilizado apó-dídomi significa “devolver”.
Aceptar el tributo era aceptar la divinidad del emperador romano. Jesús dice que no se lo puede aceptar. Por otra parte, afirma que es necesario dar el pueblo a Dios. El pueblo se presenta como la viña, de la que se hablo en el pasaje anterior (Mc 12, 1-12). Devolverla a Dios significa cuidarla, cultivarla, es decir, practicar la justicia.
Entonces ¿por qué ese intento de exculpar a Pilato? Es lo más probable que se deba a la necesidad de resguardar a las comunidades que comienzan a ser perseguidas. Mientras para los cristianos que saben interpretar los símbolos queda claro el enfrentamiento de Jesús con el imperio, para los enemigos esto queda oculto. Si Pilato no encontró a Jesús peligroso, no hay motivo para que las comunidades sean consideradas en ese sentido. Esto requiere un fundamentado desarrollo que será motivo de otro artículo.
Rubén Dri
ASESINATO DEL CURA CARLOS MUGICA
“(José) López Rega me va a matar”, le había anticipado el cura villero Carlos Mugica a su gente. Y no se equivocó. Una ráfaga de ametralladora terminó con su vida el 11 de mayo de 1974. El jefe de la Triple A había ordenado acabar con ese sacerdote tercermundista que concientizaba en las villas.
Ahora tenemos que estar más que nunca junto al pueblo”, le dijo Carlos Mugica a una enfermera del Hospital Salaberry de Buenos Aires, poco antes de morir, la noche del sábado 11 de mayo de 1974. Minutos antes, en la puerta de la parroquia de San Francisco Solano, en Flores, el cura villero, el mismo que se había convertido en un obstinado defensor de los derechos de los pobres y en emblemática figura del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM), había recibido cinco impactos de la ráfaga de ametralladora de la Triple A. El propio cura había adelantado su suerte días antes en una reunión con vecinos de la villa de Retiro (la misma que hoy lleva su nombre), donde eligió vivir. “(José) López Rega me va a matar”, dijo refiriéndose al siniestro jefe de la organización terrorista.
Mugica era un “cura villero” que, a pesar de su origen en una familia tradicional y acaudalada de Buenos Aires, hizo una radical opción por el servicio a los pobres, fundó una capilla en medio de la villa Comunicaciones de Retiro, se comprometió socialmente a través del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, y políticamente optó decididamente por el peronismo, considerando que las mejores opciones en favor de los pobres y excluidos se daban en el marco de ese movimiento político. Junto a otro cura, Jorge Vernazza, Mugica fue una de las personalidades que ocupó un asiento en el avión que trajo de regreso al país a Juan Perón el 17 de noviembre de 1972, después de su prolongado exilio. Junto al también asesinado obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, Mugica es reconocido por amplios sectores de la Iglesia Católica y también del cristianismo como una de las figuras más simbólicas del compromiso cristiano con los pobres y excluidos y como “mártir” de la justicia.
El asesinato de Mugica se produjo en un momento de gran agitación política y confusión institucional en el país. Mugica había sido asesor del Ministerio de Bienestar Social cuyo titular era el propio López Rega (1973), pero renunció por discrepancias con el ministro. El 7 de diciembre de 1973, al celebrar una misa en memoria de dirigentes montoneros muertos, el sacerdote expresó su discrepancia con la estrategia establecida por la dirigencia guerrillera: “Como dice la Biblia, hay que dejar las armas para empuñar los arados”. Producido el asesinato en la puerta de la iglesia de la que era párroco su gran amigo, el también tercermundista Jorge Vernazza, todos los sectores trataron de deslindar responsabilidades en su muerte. El entierro fue una gran manifestación popular, donde predominó la presencia de los villeros, aquellos a quienes había acompañado durante toda su vida.
Carlos Mugica había nacido en Buenos Aires el 7 de octubre de 1930 y su padre, Adolfo, fue diputado por el conservadurismo (1938-42) y ministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Arturo Frondizi (1961). Estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires e inició la carrera de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. En 1952, después de viajar a Roma, decidió ingresar al seminario. Según cuenta el sacerdote Eduardo de la Serna, actual coordinador del grupo de sacerdotes comprometidos con la opción por los pobres, durante el paso de Mugica por la Facultad de Derecho “fue notable su enfrentamiento con el entonces titular de Derecho Agrario, José Alfredo Martínez de Hoz”, quien luego fuera ministro de Economía de la dictadura militar encabezada por Jorge Rafael Videla (1976).
Ordenado sacerdote en 1959, profundizó su compromiso social e hizo cada vez más ostensible su compromiso con el peronismo, llegando a visitar al propio Juan Domingo Perón en su exilio en Madrid. Su vinculación como asesor de la Juventud Estudiantil Católica (JEC) le dio también una estrecha vinculación con muchos de los que luego se constituyeron en dirigentes de Montoneros, con los que siguió manteniendo relación personaly política, pero también muchas discrepancias en torno de la metodología y el modo de actuación. En el marco de la Iglesia, sus constantes pronunciamientos sociales, sus relaciones con otros movimientos sacerdotales y políticos de América latina también le trajeron aparejados problemas con las autoridades eclesiásticas: primero con el cardenal Antonio Caggiano y luego con quien lo sucedió, el arzobispo Juan Carlos Aramburu. Según testimonios de otros sacerdotes, este último llegó a proponerle a Mugica que abandonara su condición sacerdotal, algo a lo que siempre se opuso. Acompañando el tiempo político y preocupado por los temas sociales, Mugica fue uno de los que alentó el diálogo y la colaboración entre cristianos y marxistas y a finales de la década de los sesenta llegó a viajar secretamente a Cuba para interiorizarse sobre el modelo socialista liderado por Fidel Castro.
En junio de 1972, en una entrevista concedida a la revista Siete días, el cura Mugica definió su compromiso con el pueblo diciendo que “debo actuar desde el pueblo y con el pueblo, vivir el compromiso a fondo, conocer las tristezas, las inquietudes, las alegrías de mi gente a fondo, sentirlas en carne propia”, justificando de esta manera su directa inserción en la villa de Retiro. En el mismo reportaje y ante la pregunta de si un cristiano tiene derecho a matar Mugica contestó “no lo sé. Lo que sí está claro es que tiene la obligación de morir por sus hermanos. (…) De repente nos escandalizamos porque alguien puso una bomba en la casa de un oligarca, pero no nos escandalizamos de que todos los días en las villas miseria o en el interior del país mueren niños famélicos porque sus padres ganan sueldos de archimiseria. La idea fundamental me parece ésta: el cristiano tiene que dar la vida por sus hermanos de una manera eficaz”, subrayó.
Treinta años después de su asesinato, el cura Carlos Mugica sigue siendo un símbolo de compromiso cristiano con los pobres. Así lo testimonian muchos dirigentes sociales y políticos que lo conocieron y gran cantidad de comunidades eclesiales que lo siguen invocando como referente