Crazy – Aerosmith

Come ‘ere baby

You know you drive me up the wall

the way you make good on all the nasty tricks you pull

Seems like we’re makin’ up more than we’re makin’ love

And it always seems you got somthin’ on your mind other than me

Girl, you got to change your crazy ways

You hear me

Say you’re leavin on a seven thirty train

and that you’re headin’ out to Hollywood

Girl you been givin me the line so many times

it kinda gets like feelin bad looks good

That kinda lovin’

Turns a man to a slave

That kinda lovin’

Sends a man right to his grave

chorus

I go crazy, crazy, baby, I go crazy

You turn it on

Then you’re gone

Yeah you drive me

Crazy, crazy, crazy for you baby

What can I do, honey

I feel like the color blue. . .

You’re packin up your stuff and talkin like it’s tough

and tryin to tell me that it’s time to go

But I know you ain’t wearin’ nothin’ underneath that overcoat

And it’s all a show

That kinda lovin’

Makes me wanna pull

Down the shade, yeah

That kinda lovin’

Yeah, now I’m never gonna be the same

chorus

I’m losin my mind, girl

‘Cause I’m goin’ crazy

I need your love, honey

I need your love

Crazy, crazy, crazy for you baby

I’m losin my mind, girl

‘Cause I’m goin’ crazy

Crazy, crazy, crazy for you baby

You turn it on, then you’re gone

Yeah you drive me

Antonia

Un pues mal pronunciado.

Unas miradas intensas

precedidas siempre por tantos

acercamientos tan lejanos.

Sorpresa por la lección,

que costó aprender

entre tantas señales

que dificultaban la espera.

Cruzaré cordilleras,

derribando fronteras de todo tipo.

Te esperaré en Buenos Aires,

te esperaré en mi vida.

Impresiones que se mezclan

en palabras desconocidas.

Tratando de detener el sol

nos encontró la mañana.

Sin pies ni cabezas,

sin racionalidad, ni lógica,

esperando todo,

pretendiendo más.

Cruzaré cordilleras,

derribando fronteras de todo tipo.

Te esperaré en Buenos Aires,

te esperaré en mi vida.

Buenos Aires, Enero 2005

Tragedia en Once. Verónica

Verónica

Verónica en la foto que le tomé en Junin

de los Andes cuando nos fuimos de Mochileros juntos hace unos años.

Verónica


Hacía tiempo que no la veía o hablaba con ella.

Bastante cercanos en algún tiempo, la vida nos fue llevando por distintos caminos.

La última vez que habíamos estado juntos fue en el casamiento de mi mejor amigo.

Verónica sabía reírse. Eso me gustaba de ella. Siempre sonriendo aún cuando escuchaba mis ácidos comentarios.

Tenía 26 años. Quería hacer muchas cosas y le sobraba el tiempo para conseguirlo.

Sin embargo a un tipo se le ocurrió trabar las puertas y a otro se le ocurrió prender una bengala. Y a ella, coincidir en el lugar

donde estos tipos soltaron su maldad, egoísmo y pelotudez.

Verónica había ido a escuchar música. Nunca logró salir del boliche. Su hermano, que había ido con ella, pudo salir, pero al no encontrar a su hermana, volvió a entrar a buscarla.

Y tampoco pudo salir otra vez.

Ayer mi mejor amigo me contó que Verónica

y su hermano, fueron dos de los casi 200 muertos en el boliche de Once.

No se donde estarás ahora Vero, pero te mando un beso. Siempre recordaré tus sonrisas.

Hernán Pablo Nadal.

1 de Enero 2005

http://listao.blogspot.com

msn: hernannadal@hotmail.com

Rosado

El edificio de Enfrente


El atardecer es especial hoy.
Nunca vi desde mi ventana al sol, retirarse del día dejando ese color particular en el edificio de enfrente.Las camaras nunca pueden reflejar bien lo que los ojos disfrutan.
Por más fotografo o photoshop que exista, no hay repitición.
La vista original no puede superarse.
Por eso tanta gente da vuelta al mundo para ver con sus propios ojos, cosas que ya conocen de memoria por verlo por otros medios.
Pero todos quieren estar ahi.

Coldplay

La vela alumbra al dedo que recorre mi espalda.

Juega sin detenerse.

Esos escalofríos chiquitos, tan sutiles y tan atrayentes para una piel que disfruta esos mimos.

“Such a rush” me come la cabeza y ella la boca.

La noche me puede.

Afuera, la luna que se había posado sobre los techos de Pompeya, se vino para casa, y majestuosamente ilumina la cancha de Velez.

Yo escribo y ella viaja. Pronto estará bastante lejos y probablemente hasta lea lo que escribo. Pronto el que estaré lejos soy yo.

Distancias…

Postales desde la Estación de Servicio YPF

El Auto se quedó. Una correa de no sé que carajo. Y yo, que de mecánica no entiendo nada. Con mil cosas que resolver, y sin poder con ninguna.

Siendo argentino uno se acostumbra a la espera. La paciencia que se confunde con resignación.

Taxi. Conversaciones que no me interesan ni me esfuerzo en evitar. J. B. Justo y Nazca.

En el bar dos nuevos tipos hablan de Menem y de Macri. Estoy aburrido y agudizo mi oido. Me alegra que los taxistas los estén criticando. Uno pide coca “para que se le hinche la panza” y el otro no quiere entregarla porque dice que nunca le pagan.

La distancia cultural a veces es tan corta que me desconozco en la alegría de poder ser parte, entraña, lo sé, de esos a quienes admiro por su esfuerzo cotidiano pero que a veces desprecio en sus expresiones nacidas de horas y problemas en las calles de Buenos Aires.

Yo escribo y el remolque que no llega. El de la otra mesa no larga el diario, mientras encuentra otro conocido para seguir hablando de política. Concuerdo con lo que dice, pero no le digo nada. El “Hijo de puta” al que critica es el Cotti Nosiglia. Somos muy distintos, pensamos tan parecido y nunca llegaremos a hacer nada en conjunto para cambiar esta realidad. Ni siquiera hablarnos.

Los mitos urbanos nacidos en los taxis no aparecen por acá. Los seres mas imaginativos de la urbe porteña no demuestran sus virtudes en este refugio colectivo.

Supongo que lo guardan para soprender a pasajeros crédulos, quienespor un ratito, asistirán asombrados y demostrarán admiración cuando ellos le digan, recien subiditos al táxi: “Papá, viste la mina que se acaba de bajar… ¡No sabes lo que me pasó!”

Los residuos de una década disparatada

Norma Morandini.

nmorandini@clarin.com



En la apacible Villa Allende, una ciudad-pueblo de Córdoba, los vecinos claman a las autoridades por el cierre del crematorio del lugar, donde se incineran residuos patógenos, y han contaminado la sangre del sesenta por ciento de los lugareños con el exaclorobenceno, un toxico hepático.

En una audiencia publica, con pruebas y argumentos, los vecinos del lugar desmontaron la lógica perversa entre los intereses privados y las necesidades de todos. De un lado, los contradictorios y burocráticos informes oficiales, del otro la organización vecinal que debió montar guardia para evitar que los residuos entren clandestinamente en la noche, a pesar de que el incinerador fue clausurado por un mes.

Un curso acelerado y didáctico para entender cómo se hicieron los negocios en la década del noventa, bendecidos la mayoría de las veces por las autoridades legislativas, sean los concejales de un pueblo o los legisladores de la Nación. A simple vista, el ejemplo de la villa cordobesa puede parecer mínimo si comparado con el reciente acuerdo nuclear con Australia por el que Argentina construirá un reactor pero los residuos nucleares regresarían a Argentina, en contra de lo que manda la Constitución.

Sin embargo, en los dos casos, las ignorancias sobre cuestiones químicas y técnicas, y sobre todo la falta de conciencia ambiental como expresión del subdesarrollo, facilitan la aprobación de proyectos a espaldas de la ciudadanía. Recién ahora, los vecinos cordobeses descubrieron el dislate de una ordenanza de 1992 en la que se lee: “cualquier residuo industrial venenoso y químico se que encontrare en la vía pública, debe llevarse al incinerador”.

La primera tentación es ironizar sobre la ignorancia legislativa, que por suerte, desconocían, también, los países que no saben qué hacer con sus residuos. Sin embargo, la permisividad de las autoridades cordobesas con los desechos en lugar de proteger la salud de sus pobladores funciona como una buena metáfora o advertencia sobre lo que la ciudadanía ya repudió, la prepotencia de los intereses privados sobre el bien público, o sea de todos.

Si esta fuera una premisa incorporada como cultura entre nuestros legisladores, no habría razón para discutir quien tiene razón, porque el bien de todos es la única razón que debiera guiar el trabajo de los que nos representan.

Se triplican las denuncias por pornografía infantil en tres años

Según Protégeles, ONG que defiende los derechos del menor, hace tres años recibían 500 llamadas al mes para denunciar páginas de pederastas en la Red; esta cifra se ha triplicado en tres años, y ahora alcanzan las 1500 llamadas por mes.

Guillermo Canovas, director de Protégeles, en la presentación del libro “Ladrones de inocencia”, indicó que desde hace tres años se encuentra a disposición de los ciudadanos un teléfono y una dirección de correo electrónico para poder denunciar de forma anónima páginas que se encuentren en Internet y que tengan esta temática.

De todas las llamadas que han recibido han localizado o identificado a 1.990 comunidades, que suelen ser de ámbito internacional, y tienen desde 5 hasta 4000 integrantes.Según el director de Protégeles, España no es un país potencialmente productor de este tipo de pornografía, pero si es un consumidor de la misma, y según él se debe a que los usuarios consumidores de pornografía normal puede ser que cada vez les vayan interesando cosas distintas que sean capaces de excitarles, pudiendo llegar a derivar en el gusto por este tipo de pornografía.

El mismo Guillermo animó a los internautas a seguir colaborando informándoles en el momento en el que se encuentren con algún tipo de contenido de pornografía infantil, y no pasando por alto las aberración que se está comiendo con esos niños.

Una semana complicada

El acuerdo nuclear con Australia se aprobó.

Mejor dicho. Los diputados, traidores de la patria, lo aprobaron siguiendo sus ideales cipayos dictados desde Australia.

Lo escucho a Sebreli hablando de peronismo, como ayer lo escuché a Arguello hablando de Jauretche.

La verdad, ya no puedo creer la desfachatez de algunos.

Citar a algunos para decir lo que en su propia boca, suena como disparate.

No hay justificación para la infamia.

No tendrán perdón.

Ojala sus hijos sean los primeros en sufrir las consecuencias.