Desde el surgimiento de Google+ estoy viendo como los usuarios están usandolo de diversas maneras. A partir de este análisis rápido estoy notando que para muchos esta nueva red social puede convertirse en un reemplazo de los blogs, especialmente para aquellos que tienen blogs personales que no tienen un perfil comercial.
A diferencia de Facebook o Twitter, las opciones más populares del momento, Google Plus nos permite desarrollar las ideas de una manera similar a su plataforma de Blogger, quedando el contenido asociado a nuestro perfil y difundiéndolo a los círculos adecuados para cada tipo de información. Tiene además un potencial enorme para utilizarse a través de teléfonos celulares.
Desde el surgimiento de Google+ estoy viendo como los usuarios están usandolo de diversas maneras. A partir de este análisis rápido estoy notando que para muchos esta nueva red social puede convertirse en un reemplazo de los blogs, especialmente para aquellos que tienen blogs personales que no tienen un perfil comercial.
A diferencia de Facebook o Twitter, las opciones más populares del momento, Google Plus nos permite desarrollar las ideas de una manera similar a su plataforma de Blogger, quedando el contenido asociado a nuestro perfil y difundiéndolo a los círculos adecuados para cada tipo de información. Tiene además un potencial enorme para utilizarse a través de teléfonos celulares.
Justamente hoy mientras pensaba esto encontré un post de Martin Vasarvsky en Google Plus, donde explicaba que a partir de ahora usaría Twitter para compartir información y esta herramienta para compartir ideas y reflexiones personales. Ante mi pregunta sobre si seguiría posteando en su blog me dijo que sí, y que lo haría por “razones sentimentales”.
¿Vos que pensás? ¿Plus reemplazará a los blogs? ¿Cual es el mejor uso posible para Google+?
A los 27 años, nunca había posteado una sola nota ni comentario en ningún blog, ni plataforma por el estilo. No tenia nada en contra .Simplemente ignoraba su utilidad con la ignorancia ingenua que muchas veces caracteriza al “analfabeto”. No entendía la utilidad de este tipo de redes. Creía que era simplemente una forma distinta de “hacer sociales”. No comprendía su potencial en cuanto herramientas útiles para el trabajo colectivo.
Había sido victima y cómplice (¿Por qué no?) de aquellas prácticas culturales que nos han impuesto a la hora de “consumir “cultura. Después de todo, la actitud pasiva frente a lo que nos rodea, es siempre peligrosamente confortable. Confortablemente dormido. “Relájese y goce”. Eso si, de producir: “Mejor no se meta, eso nos corresponde a nosotros, los que sabemos”. Me decía esa vos interior convencida de que para producir algo, para decirle algo a alguien, había que tener la inteligencia, la estructura y los equipos sofisticados de unos pocos. Siempre hay excusas esperando a la vuelta de la esquina para justificar y esconder el miedo terrible que tenemos de exponernos, de ser criticados, discutidos, censurados y reprobados.
A medida que crecemos y avanzamos en nuestros pasos por diferentes instituciones, nos vamos olvidando de algo muy importante. Nos olvidamos de jugar. Es tan importante el juego en nuestras vidas. Nos permite pensar libremente. Jugar a perder y jugar a ganar, como parte de la experiencia. “No hay nada mas real que el juego”, dice Scott Lash, “Es aquí y ahora”.
Así fue como en la segunda mitad del año 2009, decidí tomarme la pastillita roja y jugar un juego distinto. La aventura tuvo lugar (si es que verdaderamente tiene, “un lugar”) en la Universidad de Buenos Aires, dentro de la cátedra del Taller de Introducción a la Informática, Telemática y al procesamiento de Datos, mejor llamada (gracias a dios) como Proyecto Facebook, a cargo de Alejandro Piscitelli. El primer día de práctico conocí a mis tres profesores, ¡sí, tres! , más un documentalista que registraba y subía a la página de la cátedra los temas tratados en clase. La misma estaba a cargo de Roberto Shimkus, Clara Ciuffoli y Guadalupe Lopez .
Nuestra comisión se llamaba “Convergencia”. Con ellos estaba por emprender esta aventura transmediatica de aprendizaje. No pasó casi nada, que comenzamos a conectarnos con palabras como Edupunk, Inteligencia Colectiva, Cultura de la Convergencia, Horizontalidad y Participación. También, en este país de la maravillas, así como en el de Alicia se festejaba el (no)cumpleaños, acá había (no)alumnos y (no)docentes. No festejaban ningun (no)cumpleaños, pero llamandose, ellos mismos, de esa forma, celebraban la posibilidad de una forma distinta de aprender.
Estos “Locos Edupunk”, como los llamó Piscitteli, disfrazados de sombrereros locos y conejos con relojes que corrían para todos lados, nos contaban de un mundo que está cambiando con la velocidad y la fuerza de un tsunami, y nosotros íbamos a tener que explicarlo en diez minutos. El desafío era contar con imágenes y ser breves, pero contundentes a la hora de expresar nuestras ideas.
Al principio me resulto complicado y trate, en la medida de lo posible, de refugiarme en donde mas cómodo me sentía, las palabras. Luego entendí en el taller de celumetrajes que dictó Mara Ballestrini, lo mucho que se puede decir con tan poco, utilizando lo que tenemos a mano.
En ese momento la transformación, que ya estaba en curso, cobro mas fuerza y ya no había posibilidad de retorno. Realizamos, presentamos y posteamos nuestros videos. Comentamos los de otros en la página de la cátedra y nuestros trabajos fueron comentados también. Grupos de Facebook e innumerables páginas pasaron por nuestros proyectos que combinaban lo presencial y lo no presencial. Discutimos ideas, conceptos y formas de representar lo que queríamos decir. Estábamos jugando, de vuelta.
No entiendo a la experiencia del proyecto Facebook desde el lugar ingenuo que diría que cambiar al mundo esta a la vuelta de la esquina. Pero lo que si entiendo, es que ya no tenemos mas excusas para seguir esperando.
Videos hechos por el grupo Los Practicantes en el Proyecto Facebook Florencia Squillari, Eugenia Hoursouripe, Juan Delagado, Rochi Fernadez Arias y Ariel Glazer.