Operarse es una decisión compleja, difícil. Toda cirugía, por menor que sea, da miedito. De entrada empezás a pensar en la anestesia, en el dolor, en el suero, en el papagayo, la bata, la afeitada, etc.
Y después, hablás con gente que ya se operó de lo que vos te vas a operar. Le preguntás al médico 500 veces lo mismo, y él, (Sí, usted, Dr. Carlos Mouriño) te miente. El muy caradura me dijo cosas como “son dos o tres días”, “no duele nada” (juro por mis ancestros que usó la palabra NADA), y cosas así. Después te venís a enterar que todos hacen lo mismo. Que si te dicen la posta, vos no te operás un carajo.
Bueno, yo le creí y allí fui a operarme.
Lo mío era sinusitis. Concretamente, debían abrirme algunas puertas cerradas en la nariz, enderezar un poco el tabique y un cortecito acá y otro acullá.
Empecemos por el principio… me operaron en un sanatorio de tintes religioso. O sea, no era necesario que vos seas creyente o no… ellos lo eran por vos y por toda tu familia impía. Pero, eran muy buena onda. Te encajaban estampitas en cada visita, tenías que andar esquivando imágenes y monjas en los pasillos, pero, dicha sea la verdad, me atendieron como los dioses. Cuac!
Me llevan al quirófano, me atan (previo aviso de “no te vas a poner loco cuando te despiertes, vos sos muy grandote”) me presentan el anestesista, entra mi doctor mentiroso, me dicen pensá en algo lindo gordo y yo, en dos segundos pienso en qué voy a pensar y al toque: “tranquilo… respirá por la boca, te estás ahogando, respirá por la boca” ¡ya estaba en la habitación, y operado! INCREIBLE. Me estaba ahogando, y era lógico. Yo intentaba tomar aire por donde no se podía, por la nariz que estaba del tamaño de una pelota de tenis, vendada, con cientos de cosas adentro!! Además, no veía una mierda… después me contaron que te encreman los ojos para que no se resequen… y hasta que la crema no se va, ves todo borroso. A los 20 minutos, me llama mi amiga Rosario, y yo, anestesiado.. le dije que estaba joya, que no me dolía nada… pero, cuando se fue la anestesia…. MI Dios!! (o el tuyo). Tenía el suero, el diclofenac, y otro antiinflamatorio metidos por intravenosa… y me dolía!. Me ahogaba, se me secaba la boca, la garganta, me dolía el paladar, las encías, los ojos, todo!
Recordé las palabras que le dije a Rosario y además del dolor, me sentí un boludo.
Quería matar a mi médico….
Esa noche estuve internado. No sé por qué, supongo que por el suero y esas cosas, meaba cada 5 minutos.
Al otro día, me fui a casa. Cuando el médico vino a darme el alta me dijo, “tranquilo, el viernes te saco todo lo de la nariz”. Bue, son tres días no más dije yo. Otra vez me mentía. El viernes me sacó unos tampones, unas gasas, unos hilos y unos tapones. Y yo, que ilusamente creía que iba a empezar a respirar, me equivoqué! Me sacó todo eso, sí. Pero me dejó unas placas de plástico que al tener tan inflamada la nariz yo no las notaba… El sábado, sin los tampones y tapones la nariz empezó a volver a su tamaño natural, y por ende, ahora sí notaba las plaquitas de plástico, que se me incrustaban en la carne en cada movimiento.
Fue un fin de semana insoportable. Nada me calmaba. Y cómo si fuera poco, empezaron los dolores de cabeza, típicos y tan molestos de los que solemos tener aquellos que tienen mucho moco y no lo largan.
El lunes a la noche me sacaron las placas, me aspiraron algo de moco y me mandaron a casa. Esa noche, volví a respirar. Aún lo hago…ésta etapa, de más o menos 10 días consiste en generar mucho moco, no poder sonarte la nariz, que se te tape constantemente, pero con ayuda de algunos medicamentos, esos mocos se van disolviendo, de a ratos entra aire (divino, fresco), y aguantar hasta que pueda sonarme bien sonado!!. Y después, supuestamente, a disfrutar de las ventajas de estar destapado.
A todo esto, imaginen ustedes mi humor. Van 8 días sin fumar. Imaginen ustedes mi humor.
Los extrañaba, extrañaba escribirles. Saludos!!