¿Existe el progreso?

Armas en EEUU

Muchas veces, al llegar al consultorio, debo bucear por las profundidades del subconsciente para encontrar algún tema digno de ser tratado en terapia. Esta semana, en cambio, hubiera necesitado una sesión prolongada.La realidad, ese fantasma hermético a mi entendimiento, me regaló infinidad de noticias para alimentar el desconcierto.

Pensaba, por ejemplo, cómo se entiende que en los EE.UU., preocupados como están por la seguridad, liberen la venta de simpáticas y efectivas armas de asalto como los fusiles M16 o Kalashnikov, tan apreciados por los terroristas. Quizás, al saber que por año, a causa de disparos mueren unas 30 mil personas, consideran a las armas de fuego la mejor manera de combatir la superpoblación de las grandes ciudades.

Suena tan absurdo como un decorador disfrazado de Batman trepado a una cornisa del palacio de Buckingham exigiendo más tiempo para ver a sus hijos. Más allá de pensar en las deficiencias de la seguridad inglesa, imagino a los hijos del decorador contemplando imágenes de su padre y pidiéndole a la madre no verlo nunca más.

Cerca del Palacio, también en Londres, el secretario general de la ONU, Koffi Annan, entrevistado por la cadena BBC sostenía que “la decisión de los EE.UU. de invadir Irak en marzo del 2003 fue ilegal”.

Si recién ahora se da cuenta, échenlo por cómplice o por lento, pero no permitan que ese señor rija los destinos del organismo, por amor de Dios.

Mientras tanto en nuestro país, el 99 por ciento de los abogados cree que la justicia no le sirve a la gente; uno de cada cinco médicos es acusado por mala praxis; a los marplatenses los comen los mosquitos; en Vicente López se limita la venta de pegamentos para evitar la drogadicción en los menores; en Formosa, mientras el Presidente daba un discurso prometiendo inversiones en la provincia, cuatro alumnos primarios se desmayaron a causa de la desnutrición; y en la Capital en el último mes y medio se robaron 200 semáforos.Cualquiera de estas noticias, todas aparecidas en la última semana, da para cuestionarse si el progreso existe.

Pero no hay que alarmarse, el progreso sí existe y por eso también nos enteramos de que muy pronto en las farmacias podremos obtener Viagra en su versión de caramelos masticables (para hacer más dulce la espera del efecto deseado) y pastillas para evitar la resaca después de un exceso de alcohol.Sin embargo, al recostarme sobre el diván, no hablé sobre nada de esto. Había algo más importante: la renuncia de Bielsa, la gran preocupación de los argentinos que quieren lo mejor para el país. Es curioso, durante años millones de amantes del fútbol cuestionaban al técnico y muchos pedían que se fuera.

Pero ahora, cuando toma la decisión, comienzan a extrañarlo. Miento, no es curioso: resulta coherente con nuestro ser nacional. Quizás muchos de los que criticaban a Bielsa y ahora se apenan por su partida hicieron el servicio militar; durante doce meses fantasearon con matar al sargento que los maltrataba y al finalizar la abominable colimba, lo iban a visitar.

Tal vez sean los mismos que criticaban a Olmedo por un humor chabacano y recién cuando el Negro nos dejó descubrieron que era un genio; en una de esas son los mismos que quisieron quitarle la ciudadanía al Burrito Ortega después del partido con Holanda y hoy ya están pensando en que vuelva a la Selección.

A lo mejor, muchos de ellos volvieron a votar a Menem, susurran que acá lo que se necesita es mano dura y hasta pueden fantasear con que la gran estadista de nuestro siglo fue Isabel Martínez de Perón, porque después de todo, con ella, la deuda externa no llegaba a los seis mil millones, menos de lo que pagamos hoy por los intereses.

Todo es posible, incluso que Bielsa, que se va de la Selección por falta de energía, muy pronto acepte ser técnico de un combinado extranjero en el que le pagan millones de dólares, dinero que le devuelve la energía a cualquier argentino.