Los cuerpos caminan en la oscuridad. Sus manos torpemente tantean los espacios que no conocen ni perciben.
Los ojos están abiertos pero nada ven.
El tiempo pasa. La oscuridad es ya penumbra. Se distinguen las sombras, pero eso no evita que los cuerpos tropiecen, se choquen, se golpeen, caigan.
Los cuerpos ven una luz.
Un túnel de luz los invita y se acercan. En ese momento, logran ver todo lo que siempre les resulto conocidamente desconocido.
Ya es tarde.
Entraron al túnel.