Para la UNESCO en el año 2010 habrá 830 millones de analfabetos en el mundo. Con un método importado de Cuba, la organización “Yo, sí puedo” enseña, en Argentina, a leer y a escribir a aquellas personas que desertaron o nunca fueron a la escuela.
Las cifras alarman. Para algunos sectores de la sociedad, el derecho a recibir educación desde una edad temprana está vulnerado. La ley Nacional de Educación (26.206) obliga al Estado a proveer “educación integral, permanente y de calidad para todos los habitantes de la Nación, sin distinción de género, garantizando la igualdad, gratuidad y equidad en el ejercicio con la participación de las organizaciones sociales y las familias”. Sin embargo, el último Censo Nacional de Población, realizado por el Instituto de Estadísticas y Censos (INDEC) en el año 2001, revela que sobre un total de 26.012.436 personas mayores de 15 años, el 3,6 % no recibió instrucción alguna, el 14,2% tiene el primario incompleto y el 20, 8% no terminó el secundario.
Teniendo en cuenta esta situación, en el año 2003 llegó al país el programa “Yo, sí puedo”, un método de enseñanza cubano que tiene como objetivo enseñar a leer y escribir a aquella parte de la población mayor de 15 años que no recibió educación formal. “Los cursos no reemplazan a la escuela, porque no otorgamos título oficial. Pero sí, entregamos un certificado que acredita que están en condiciones de ingresar a la primaria”, explica Lía Salas, coordinadora de “Yo sí puedo”.
Hoy, el programa cuenta con más de 500 centros de alfabetización, distribuidos en once provincias: Buenos Aires, Jujuy, Chaco, Corrientes, Santa Fe, Río Negro, Neuquén, Córdoba, Mendoza, Salta y Tucumán. Los voluntarios, o “facilitadores”, son los que están al frente del curso.
Fernando Brioso es uno de ellos. Fernando se enteró que estaban aplicando el programa en otros lugares y se organizó para llevarlo a un barrio de San Martín, Villa Zagala. “El método dura tres meses y en las primeras etapas se aprende los números y las vocales. Luego, se desarrolla la escritura y la lectura”, detalla.
“Entrar a Zagala no fue fácil –recuerda-. Primero nos vinculamos con las organizaciones locales y cuando logramos instalarnos en la biblioteca popular José Murillo, los chicos comenzaron a censar a sus vecinos como parte del programa”. Así, descubrieron que 20 familias del barrio no tenían conocimientos de lecto-escritura.
A lo largo del país, ya hay más de 11.500 personas que pasaron de iletrados a saber leer y escribir, gracias a “Yo sí puedo”. Valeria Romero, otra facilitadora, asegura que el programa es efectivo: “Está demostrado internacionalmente. Y también en el ámbito local”. Pone como ejemplo la provincia de Córdoba, donde, desde que se inició el programa, se triplicó la matriculación en las escuelas de adultos. “Esto me da un empujón para volver al colegio y retomar los estudios, porque me costaba mucho escribir”, cuenta con una gran sonrisa uno de estos alumnos, Cristian Grau, de 37 años.
¿Pero cómo llegó este programa al país? ”Yo, sí puedo” fue creado por el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño con el objetivo de ayudar a los pueblos del Tercer Mundo y así, reducir la tasa de analfabetismo. Reciben personas de 15 años en adelante que participan de 65 clases, de 30 minutos cada una, cinco días a la semana. Se usa un televisor y se proyectan videos. Junto a una cartilla de siete páginas que combina los números con las letras, y la acción del facilitador, los “alumnos” aprenden el proceso de lecto-escritura.
“La idea es que recuperen la confianza en sí mismos, que se den cuenta que pueden superarse. De esa manera los estimulamos para que no pierdan las esperanzas”, confía la coordinadora del programa.
Las mujeres son quienes más se capacitan en centros de formación para adultos. Así lo afirma un estudio del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE), con sede en Buenos Aires. “La cuestión de género es interesante. La mayoría de nuestras egresadas son mujeres. Creemos que tiene que ver con que ellas están más predispuestas a pedir ayuda. A los hombres, en cambio, les cuesta más decir que son analfabetos”, analiza Salas. “Hoy las exigencias en el plano laboral son mucho mayores. Por eso es imprescindible que haya un método de enseñanza dirigido especialmente a jóvenes y adultos”, agrega.
La UNESCO calcula que en el año 2010 habrá 830 millones de analfabetos en el mundo. Para el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), en Argentina el 71% de los jóvenes entre 15 y 21 años están en situación de riesgo educativo.
Fuente: Infocívica