Epson y una publicidad desafortunada en tiempos de crisis

Mi amigo y experto en comunicación interna Alejandro Formanchuk me envía un artículo que escribió en estos días reflexionando sobre la publicidad en tiempos de crisis.

Cuando una empresa comunica algo es recomendable que tenga un ojo (y un oído, una boca, una nariz y un corazón) puestos en el contexto, la sociedad, los mercados, etc. Digamos: que vea un poquito qué pasa allá afuera y cómo podrían ser interpretados sus mensajes, en especial si tiene previsto lanzarlos a nivel masivo.

Por eso me llamó mucho la atención ver en la tele esta publicidad de Epson:

Básicamente la empresa comunica los beneficios de sus nuevas máquinas “multifunción” a través de una historia que hace referencia al despido… justo en un contexto de crisis mundial, donde todos están preocupados acerca de la continuidad de su trabajo, sus ingresos, su futuro…

¿Cómo es que nadie lo notó? ¿Cómo no saltó en algún focus lo inoportuno de este mensaje? ¡Grandes dudas y misterios! Como decía un gran mago e ilusionista argentino: “Puede fallar”. Así que aprovechemos el “fallo” para seguir pensando un poco más, en especial sobre estas 3 áreas:

El humor y la publicidad:

Me parece que el recurso del humor está sobrevalorado en la publicidad. Los spots no tienen que ser necesariamente chistosos, los publicistas no deben ser humoristas, la creatividad puede apelar a otros recursos… y si en todo caso se elije esta vía, que el chiste al menos cumpla su función: hacernos reír.

El estilo de liderazgo:

1. El papá presenta a su hijo, Junior, como el futuro de la compañía.

2. El supuesto “líder del futuro” escucha a los empleados y lo único que recomienda es despedirlos.

3. El “viejo líder” lo felicita por la decisión y le dice que ya dio el “primer paso en la empresa”.

¿Dónde está el futuro si el hijo repite las soluciones del padre? ¿Este es el futuro del liderazgo?

La comunicación interna

Lo que las empresas dicen hacia afuera, también lo dicen hacia adentro. Yo no conozco con profundidad el estilo de gestión ni los valores de Epson, pero dudo mucho que esta publicidad los refleje. Lo que sí creo es que con esta publicidad Epson le está enviando un mensaje, por elevación y quizá sin proponérselo, a sus propios empleados.

Si yo trabajara en esta empresa, me preguntaría: ¿Lo que yo fabrico sirve para despedir gente? ¿Mi empresa toma el despido como un valor y lo utiliza en sus publicidades? ¿Ese principio también lo va a aplicar puertas adentro con mi equipo cuando algún cambio tecnológico obligue a repensar mis tareas y funciones?

En definitiva, planificar las comunicaciones es una tarea apasionante, y lo interno y externo se mezclan y entrecruzan a cada instante.

Grooveshark


¿Aburrido en la oficina?

Buscador de música en línea con reproductor. Grooveshark es un proyecto más que interesante, ya que además de buscar música, podemos hacer nuestras propias listas, compartirlas con nuestro perfil, y subir nuestras propias canciones.

Cuenta además con un reproductor por asociación, que nos ampliará nuestra lista de reproducción con canciones o intérpretes relacionados, como el viejo y ahora casi inaccesible PANDORA.


A disfrutar!

Amor y Pecado

Mauro Fernandez comparte con nosotros su traducción de este artículo de Sri Sri Ravi Shankar

El mundo entero está formado por el amor y todo el mundo se compone de amor. Todo es Dios. Todo es amor. Pero entonces ¿cuál es el propósito? ¿Hacia dónde avanza la vida? La vida avanza hacia la perfección. ¿Por qué? ¿No es perfecta? ¡No! Porque el amor tiene seis distorsiones: ira, la lujuria, la codicia, los celos, la arrogancia y el engaño.


En los animales, estas seis distorsiones también están presentes. Sin embargo, no tienen manera de trascenderlas, porque la naturaleza los regula. Pero los seres humanos estamos dotados de discriminación. Este es el objetivo de todos los sadhana, meditación y prácticas. Alejarse de las distorsiones de la creación a la pureza o de vuelta a la fuente.

Por lo general se pasa de una imperfección a otra imperfección. Por ejemplo, si alguien es codicioso, tu te enojas por su codicia. Bueno, esa persona es codiciosa, pero tú no eres menos. Tú no estás trayendo la pureza hacia tí, sólo estás cambiando el sabor de la impureza. El cambio de la distorsión no hace la perfección. Normalmente todo el mundo hace esto, simplemente cambia las distorsiones: la lujuria se convierte en ira, la ira se convierte en celos, avaricia, arrogancia o engaño.

La ira no es mejor que la lujuria, es peor que la lujuria. Los celos son peores que la ira. Esa es la razón por la que se llama “Vikara”. Vikara significa distorsiones. Toda la creación está compuesta de la naturaleza, así como la distorsión también está compuesta de la naturaleza -Vikriti y Prakriti-. La ira no es nuestra naturaleza, es la distorsión de nuestra naturaleza. Los celos no son de nuestra naturaleza, son la distorsión de nuestra naturaleza. ¿Sabes por qué la ira, la codicia, los celos, la lujuria, son impuros? Lo son, porque no permiten la fulgencia única del Ser.

El pecado es lo que no permite que el espíritu interno brille plenamente. El pecado no es tu naturaleza, tú no naces libre de pecado. El pecado es como las arrugas en la tela; necesita ser bien planchado. ¿Sabes por qué la lujuria es un pecado? Porque en la lujuria no consideras a la otra persona como vida, no honras la vida. En lugar de eso, usas a la otra persona como un objeto, la conviertes en un objeto de tu propio disfrute, sombreando o directamente no viendo el Ser en el otro.

Esta es la única razón por la que la lujuria es pecado. El amor es lo contrario a ésto. El amor es entrega, tú ves la divinidad en la otra persona. Tú elevas la cuestión al nivel del espíritu. Por ejemplo, tú adoras un ídolo – una piedra, por ejemplo-. Cuando tú estás adorando a un ídolo, éste se convierte en una realidad viva. Tú le estás dando vida. Tú lo elevas al nivel de Dios. Se trata de avanzar hacia la perfección.

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La ira es un pecado, porque cuando tú estás enojado es que has perdido el eje, has perdido de vista a tu Ser. Una vez más, tu enfoque no está en la Divinidad, infinita. Tú has hecho las cosas pequeñas como objetos de nuevo. Así pues, la ira es pecado. Los celos son pecado. La culpa es pecado. ¿Por qué? En la culpabilidad no reconoces al Ser como el único agente en el mundo. Estás limitando la pequeña mente a una acción que ha ocurrido, o que ha ocurrido a través de alguien.

Representando tu Papel.

Sé agradecido por las cualidades que te han sido otorgadas ya que no son de tu propia creación. De la misma manera, depende del rol que se te ha otorgado para representar. Por ejemplo, en un drama, se te da el rol de un villano, y debes desempeñar ese papel perfectamente. Un villano que siempre sabe cuando estoy representando el rol de un villano, es sólo un papel, estoy jugando. Soy muy sincero para con mi papel.

Hay un dicho en sánscrito, “Durjanam Prathamam Vande Sajjanam Tadanantaram”. Primero, adora al mal hombre y luego al bueno. El hombre malo está cayendo y dándote un ejemplo: “no hagas lo que yo hice.” No odies a un criminal en la cárcel, porque es un criminal. En la cárcel, si hay un criminal, es una encarnación de Dios. Él ha hecho un mayor servicio por tí. Nunca odies a un drogadicto, porque él te ha dado una hermosa lección, y le ha sido otorgado ese rol. El solo está representando su rol de esa manera.

Cuando tú entiendas estas leyes básicas de la verdad, tu perfección interior se hará tan estable que nada en este planeta podrá agitarla. Nada puede agitarte. ¡El conocimiento de un error llega cuando eres inocente! El conocimiento de un error llega en los albores del momento en que tú estás “fuera del error”.

Sin embargo, el pasado ha sido, con independencia de error que haya ocurrido, no te consideres un pecador o el fabricante de ese error. En el momento presente tú eres nuevo otra vez, puro y claro.

Errores del pasado son pasado. Cuando este conocimiento viene, en ese momento tú eres nuevamente perfecto. A menudo, las madres reprenden a sus hijos y después se sienten tan culpables. Entonces se lamentan: “Ay, pobrecito. Me he enojado y molestado tanto con este chico, pobre niño! Nunca debí haberlo hecho.” Entonces te preparas para enfadarte nuevamente. Bien, tú te has enfadado con tu hijo una o dos veces. ¿Por qué? ¡Debido a la falta de conciencia! La conciencia estaba perdida, por lo que la ira surgió, sucedió.

Eso es lo que Krishna le dice a Arjunaa, “Arjunaa, tú piensas que no vas a hacer lo que se supone que hagas? Yo te digo, tú lo harás. Incluso si tú no quieres, ¡vas a hacerlo!” En una forma muy inteligente que dice: “Será mejor que te entregues directamente a mí.”

Él dice: “Deja todo. Renuncia a mí, y haz lo que digo”. Entonces, dice: “Bueno, te he dicho lo que tenía que decir, ahora reflexiona, piénsalo nuevamente y haz lo que te plazca, haz lo que quieras hacer y hazlo como quieras hacerlo.” Pero entonces dijo, “pero recuerda, tú harás sólo lo que quiero”.

Estas últimas frases de Krishna eran tan confusas que las personas han luchado para extraerles algún sentido. Hay miles de comentarios tratando de encontrarles sentido a estas tres contradictorias declaraciones. Él dice que en primer lugar, entregues todo, hare todo por tí, o simplemente haz lo que digo. Entonces dice: Piensa, piensa y veras lo que es correcto para tí, haz lo que sientas que es correcto. Y luego en la tercera declaración dice: Pero recuerda (de todas maneras), tú harás solo lo que yo quiero que hagas.

Todos nuestros “querer hacer”, nuestra voluntad humana, existen para eliminar las Tamas o la inercia que vive en ti. Una vez que se elimina la inercia, entonces estás en actividad. Cuando tú estás actuando, te conviertes en testigo de tu actuación. Sólo entonces sabes que tú no estás haciendo nada. Las cosas están pasando a través de tí. Este es el último nivel de la realización. Puedes ver esto en cada una de tus acciones. ¿Has notado esto? Tú estás ocupado “haciendo” algo, cuando lo logras. Enseguida piensas: “¡Oh! Lo he logrado”. Sin embargo, tu logro se convierte más y más y más, y así como el tiempo pasa, comienzas a sentir, “no, todo está ocurriendo. Yo no he hecho nada, Yo no lo he logrado.”

Un escritor sentirá, “Yo no escribí, simplemente comenzó a fluír, comenzó a ocurrir.” Todos los trabajos creativos en el mundo -ya sea la pintura, la danza, el teatro, la música, cualquier cosa- todo ha venido de un rincón desconocido. Simplemente comenzó a suceder espontáneamente. Tú no eres el hacedor. El mejor escultor dirá, “Yo no lo he hecho, simplemente comenzó a ocurrir.” El mejor pintor dirá lo mismo, el mejor compositor de música diría lo mismo.

Les digo, lo mismo es válido también para los criminales. Si tú le preguntas al peor criminal, “¿Tú hiciste esto?”, él contestará: “¡No, simplemente sucedió! ¿qué podría hacer?” El conocimiento del Ser es la única cosa que puede llevarte de la imperfección a la perfección.



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Twitterfall: Organizando búsquedas de Twitter en Tiempo Real

Twitterfall es una herramienta que descubrí hace poco y que me gusta bastante.

La idea de esta interfaz Twitter es incorporar las búsquedas sobre los temas que a uno le interesan directamente dentro de los mensajes que nos llegan de Twitter y asignarles a cada una un color distinto pudiendolas identificar rapidamente.

Además se pueden georefenciar mensajes propios y ajenos y así recibir y enviar Tweets a usuarios cercanos a nosotros.

Vale la pena probarlo.

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Lo Judio y el Estado de Israel: a cultura judía se niega a sí misma

Carlos Gabetta, Director de Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, publicó un editorial en su edición de febrero de 2009 repensando la realidad del Estado de Israel.

Comparto con uds el artículo completo:

El último y mortífero ataque del Estado de Israel sobre la franja de Gaza generó protestas y acusaciones contra Israel en todo el mundo, en muchísimos casos formuladas por judíos. El autor propone una mirada abarcadora sobre el tema, que desemboca en la responsabilidad de la civilización y cultura de Occidente en la resolución del problema de Medio Oriente.

La cultura judía –de la cual la religión judía ha sido hasta ahora parte esencial– ha marcado como pocas los mayores logros de la evolución civilizatoria. Ese aporte es medular porque universal; lo extraordinario de lo judío es su universalidad. La única cultura –no pueblo, ni mucho menos etnia; esto último se ha perdido en la noche del tiempo– que se ha asentado en casi toda la Tierra, sin un centro, como el universo mismo, hasta la creación del Estado de Israel en 1948. Una errancia planetaria de dos mil años desde la destrucción de Jerusalén y del segundo templo por el Imperio Romano en el 70 d.C. y una desértica errancia anterior definieron su particular otredad y su importancia.

¿De dónde entonces el odio inaudito que los judíos han provocado en casi todas partes y casi toda época? ¿De dónde el antisemitismo? “Término en cierto modo absurdo, puesto que surge en el seno del islam”, apunta George Steiner (1), quien luego de enumerar los abrumadores aportes filosóficos, políticos, productivos, artísticos, científicos de los judíos en la historia, despliega una brillante hipótesis sobre el origen del antisemitismo.

Para Steiner los judíos serían los culpables de introducir leyes, reglas, normas éticas, contrarias a la naturaleza humana: “Tres veces en la historia occidental los judíos han luchado por presentar ante la conciencia humana el concepto del Dios único y las consecuencias morales y normativas de ese concepto (…). Los dictados morales surgidos del monoteísmo (…) profético del Sinaí son sumamente rígidos. La prohibición de matar, de cometer adulterio, de codiciar, de fabricar imágenes, por inocentes que sean, de comerciar con los dioses domésticos, con los espíritus tutelares, con los santos, es, en sí misma, indicio de una exigencia aún mayor. Implica la transformación del hombre corriente. Debemos disciplinar el alma y la carne, hasta tornarlas perfectas. Debemos crecer más allá de nuestra propia sombra. (…) Ni un ápice de nuestra complacencia natural, de nuestra libido, de nuestra falta de atención, de nuestra mediocridad y sensualidad escapa a los dictados morales y legales. (…) El ‘conviértete en lo que eres’ de Nietzsche, es la antítesis del mandamiento del Sinaí. ‘Deja de ser lo que eres, aquello en que la biología y las circunstancias te han convertido. Conviértete, aun a costa de un terrible precio de abnegación, en lo que podrías ser’. Eso es lo que ordena el Dios de Moisés, de Amós, de Jeremías”.

El segundo de los “tres momentos de imposición trascendente que el judaísmo le impone al hombre” es para Steiner el del Sermón de la Montaña. Siendo el mensaje del judío Jesús “un compendio de órdenes minuciosamente estudiadas de la Torá, de los salmos y de los profetas (…) el rabino-prodigio y salvador de la fe de Galilea llega más lejos. Exige a los hombres y a las mujeres un altruismo, un dominio de sí mismos, ‘antinatural’, contrario a los instintos, ante todo aquel que nos injurie u ofenda. (…) Debemos además compartir o regalar nuestras posesiones terrenales, convertirnos en mendigos, si es necesario, en beneficio de los desposeídos (…). La petición de Jesús de que ofrezcamos la otra mejilla, de que perdonemos a nuestros enemigos y perseguidores, de que aprendamos a amarlos, es casi inconcebiblemente contraria a la esencia humana. (…) La víctima debe amar a su verdugo. Una proposición monstruosa. Pero una luz surgida de lo insondable. ¿Cómo pueden cumplir semejante precepto los hombres y las mujeres mortales?”.

La tercera “llamada a la puerta –prosigue Steiner– es la del socialismo utópico, principalmente en su vertiente marxista. Junto con el cristianismo, el marxismo es otra de las herejías primordiales del judaísmo. La aportación teórica, práctica y personal de los judíos al socialismo radical y al comunismo pre-estalinista es claramente desproporcionada: véase cuántos de ellos figuraban entre los primeros mencheviques y bolcheviques o entre los miembros de la izquierda utópica y de los movimientos revolucionarios en toda Europa central. El marxismo seculariza, convierte a ‘este mundo’ en una tierra donde prevalece la lógica mesiánica de la justicia social, la del Edén abundante para todos, la de la paz.

En sus famosas notas manuscritas de 1840, Marx, tan rabínico en su alboroto y en sus promesas, predica un orden en el que la moneda de cambio deje de ser la del lucro y las posesiones: ‘el amor se cambiará por amor, la confianza, por confianza’, dice. Es, literalmente, la visión de Adán y de los Profetas; es la visión del Galileo.

La gran furia desatada en contra de la desigualdad social, en contra de la estéril crueldad de la riqueza, en contra de la hambruna y la misère innecesarias que aguijonea a Karl Marx, es precisamente la de Amós (…). En su forma más pura, tal como se plasmó en algunos de los kibbutzim socialistas y comunistas del primer sionismo, no existe la propiedad privada.

A cada cual según sus necesidades. Los niños son atendidos por toda la comunidad. Pero aunque atenúa tales absolutos, el marxismo exige una subversión total de las prioridades de la intimidad, de la adquisición, del egoísmo. (…) En el núcleo de cualquier programa socialista o comunista consistente hay una mística del altruismo, de la maduración humana, hasta alcanzar la generosidad. (…) En tres ocasiones, el judaísmo ha situado a la civilización occidental frente al chantaje de lo ideal. (…) Tres veces, como un vigilante enloquecido en plena noche (Freud incluso sacó a los hombres del sueño inocente), le ha gritado a la especie humana que se transforme en humanidad plena, que reniegue de su ego, de sus apetitos innatos, de su tendencia al libertinaje y al capricho.

En nombre del inefable Dios del Sinaí; del amor incondicional hacia el enemigo; en aras de la justicia social y la igualdad económica. Estas demandas son, en su reivindicación de perfección, irrefutables. (…) Los ideales de Moisés, de Jesús y de Marx martillean en la psique de L’homme moyen sensuel que intenta continuar con su imperfecta existencia. Creo que esta presión engendra odio (…). Nada resulta más insoportable que el hecho de que se nos recuerde recurrentemente, se diría que perpetuamente, lo que deberíamos ser y, de un modo tan evidente, no somos (…). Confieso no encontrar mejor explicación para la persistencia del antisemitismo más o menos mundialmente extendido después del Holocausto (…) Hitler lo expresó sin ambages: ‘El judío ha inventado la conciencia’. Después de eso, ¿cabe mayor afrenta?”.

El judío Marx

“Todo Estado que tiene a la religión como principio no es todavía un verdadero Estado; un Estado real”, afirmó Marx (2). Seguramente porque no venía a cuento para su propósito puntual, Steiner no entra en consideraciones sobre el significado profundo de las propuestas del último enorme judío profano, aunque su afirmación, dicha como al pasar, de que Marx es “tan rabínico en su alboroto y en sus promesas”, sugiere que no lo tiene muy en cuenta (en este sentido, no es casual que no mencione a uno de los maître à penser de Marx, el judío Spinoza). Marx fue sin dudas un alborotador político, social y filosófico, en la medida en que sus teorías “alborotaron” radicalmente miles de años de meditación universal, pero jamás se presentó como un profeta y mucho menos hizo “promesas”, sino llamados. ¿A qué? A la emancipación humana; al desasimiento de todo Dios, de todo mito, del idealismo filosófico. Los llamados de Moisés y Jesús se basaban en una promesa mítica y en una relación de ciega sujeción a un ente abstracto: tanto, que para los judíos, es inefable. Pero el “chantaje” al que el judío Marx sometió a la civilización occidental no es “ideal”, como afirma Steiner, sino “material”, el primero fundamentado.

Marx puso al hombre, por lo tanto al judío, frente al espejo. Demostró que su propia evolución histórica permite al hombre ver, verificar a partir de un cierto momento de esa evolución, que su futuro no está escrito y que nadie sino él mismo lo decide, al menos hasta donde su significancia en el cosmos lo permite. Que la relación dialéctica entre sus trabajos en la naturaleza y su cerebro; entre ese todo él, su propia historia y el universo, le permite ver, comprender, que su relación con los otros hombres, sus relaciones sociales, son el horizonte que está obligado a adoptar para seguir avanzando. No hay dioses, sólo hombres, y a partir de ahora, una posibilidad concreta, material, de Humanidad.

Sin dejar de reconocer por un instante la significación social histórica de las religiones, en el escrito de juventud citado –erróneamente tildado a veces de antisemita (3)– Marx se limita a demostrar que ahora es preciso desembarazarse de ellas. De todas, por lo tanto también de la judía.

En escritos posteriores, principalmente en El Capital, Marx anuncia (y en esto no hay nada de profético, sino demostración material, histórica, dialéctica) el punto en que se encuentran hoy mismo las relaciones sociales (el reparto de la riqueza) del capitalismo, el modo de producción que desde Marx a nuestros días ha acabado por imponerse en todo el planeta, algo que para el historiador materialista dialéctico Marx sucedería inexorablemente. Marx no podía prever las armas atómicas, químicas y bacteriológicas que hoy acabarían probablemente con la especie humana, o el cambio climático debido al hombre, pero demostró que la irracionalidad social inherente al capitalismo lo lleva históricamente a resolver sus crisis mediante guerras. En este sentido, cualquier desarrollo científico o técnico cabe en la concepción materialista de la historia de Marx, del mismo modo que la destrucción, tanto como la superación humanas, están implícitas en su materialismo dialéctico. El judío Einstein es la encarnación de esa dialéctica del avance humano: la física, dominada por el hombre, tanto promete ventura como amenaza con destrucción. Del hombre depende, y no de algún dios.

La encrucijada

Aunque comparte las imperfecciones de cualquier Estado moderno, el de Israel es en Medio Oriente un lunar democrático en un mar de “Estados monárquicos y/o teocráticos y/o despóticos en los que la democracia y los derechos humanos tienen la misma vigencia que tenían en la Europa cristiana medieval” (4), con la única excepción del Líbano. Se pueden decir muchas cosas a favor de árabes y persas en el conflicto de Medio Oriente, salvo que en el presente representen a la modernidad. No ha sido siempre así, en particular durante el medioevo cristiano occidental, cuando de modernidad ni se hablaba, pero ellos representaban lo más “moderno” en muchos aspectos. Pero a menos que se comparta el multiculturalismo extremo y el relativismo posmodernos profundamente reaccionarios -al que por cierto adhiere cierto progresismo beato- el atraso actual del mundo árabe y persa respecto a Occidente es innegable.

Ante los Estados y sociedades de confesión musulmana, el Estado de Israel se encuentra hoy en la misma situación de conflicto religioso que enfrentó a la religión judía, a los judíos, con el Estado germánico cristiano de mediados del siglo XIX, época en la que Marx agregó sus reflexiones a las de Bruno Bauer sobre la “cuestión judía”. El judío Marx reclamaba a los hombres su emancipación de todas las religiones, de la religión, como requisito de la emancipación humana. Pero también sugería otras cosas. El joven Marx estaba ya orientado hacia El Capital…

Puede que la creación del Estado de Israel sea una decisión histórica errónea (hay más de una opinión razonable sobre eso), pero es una realidad histórica desde hace 60 años, algo que Marx no hubiese dudado en aceptar y que no se puede dejar de lado. Marx habría puesto hoy nuevamente el dedo en la llaga de los mitos y la religión, en la verdadera naturaleza del Estado de Israel, que seguramente no habría diferenciado de la de ninguno de los grandes Estados capitalistas democráticos de la actualidad. “Los acontecimientos posteriores a su fundación (del Estado de Israel) hicieron que el poder y el control de las cosas acabasen en manos del ejército, de sus generales más implacables y de la derecha política, por lo general aliada al fundamentalismo judío. Del ideal comunitario de los pioneros casi nada queda y hoy Israel es un país ultracapitalista y colonialista más, aliado incondicional de Estados Unidos”, se ha dicho aquí (5). Y tanto más habría puesto Marx el dedo en esa llaga cuanto que sus análisis sobre la evolución del desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas y el punto de contradicción “antagónica” con las relaciones de producción capitalistas, al que arribarían tarde o temprano, se manifiesta hoy en la realidad del mundo (6). Es por eso que en el actual contexto de crisis capitalista globalizada, el conflicto religioso entre judíos y árabes va camino de convertirse en un conflicto mundial entre todas las religiones que se reclaman de un único y exclusivo Dios. Basta observar el derrotero del Papa Ratzinger… (7). Las supercherías se disputan el planeta entre sí al ritmo de las disputas entre sí de los productos de consumo por los mercados mundiales.

Si es cierto que “Israel es el único país que no puede permitirse el lujo de aceptar una derrota militar” (8), también lo es que jamás podrá obtener una victoria militar completa, a menos que asuma el riesgo de que su territorio, la región y quizá el planeta entero devengan un páramo radiactivo y que antes de llegar a ese extremo la vida de los judíos de todo el mundo se torne insoportable.

En el Estado de Israel conviven “una legislación que en algunos aspectos es de las más avanzadas y modernas (…) y principios religiosos que datan de más de tres mil años” (9). De allí que hoy se reproduzca entre Israel y los Estados árabes la misma vicisitud que Marx analizó entre judíos y cristianos en la Alemania del XIX. Puesto que Marx no hacía más que una separación de método entre Estado y sociedad y que para él “todo Estado (aun laico) que tiene a la religión como principio no es todavía un verdadero Estado; un Estado real (y) que el Estado se emancipe de la religión no significa que el ‘hombre real’ se emancipe de la religión”, su exigencia de hoy sería que el Estado y la sociedad de Israel se emanciparan de los “principios religiosos que datan de más de tres mil años”…

Si el Estado de Israel y los judíos “reales” no abandonan el mito de la Tierra Prometida en el que fundan toda su estrategia de aprovechar o crear cualquier oportunidad para desplazar a los palestinos; si en definitiva no dan esa prueba de superioridad civilizatoria –que es al fin y al cabo la de Occidente– ofreciendo un Estado y una paz justa a los palestinos, se habrán traicionado a sí mismos; renunciado a sus mejores tradiciones y a los principios fundamentales de su cultura (10).

Se dirá, con toda razón, que los árabes deberán hacer otro tanto. Pero el hecho de que en Israel estén representados en Medio Oriente los instrumentos materiales y los conceptos de civilización más avanzados, es lo que deposita en sus manos la principal responsabilidad.

En Medio Oriente se encuentra hoy el punto de ignición del destino humano. Es en el desarrollo y en la cultura del Occidente histórico, del que los judíos tanto han participado, que la posibilidad real de superar las contradicciones actuales del planeta en una síntesis positiva tiene más base material y conceptual; al menos para empezar. La especie dispone hoy de ese “invento de la conciencia” que el mono Hitler atribuía a los judíos y que lo espantaba.

Sólo si se llevan hasta el final las “revelaciones” del judío Marx, ese antisemitismo de profundas raíces que describe el judío Steiner tiene todas las posibilidades de pasar al desván de la Historia. Pero la política actual de Israel lo lleva exactamente en la dirección contraria. La abrumadora mayoría de las acusaciones que hoy se hacen al Estado de Israel –suscritas por muchísimos judíos en el mundo, que sin embargo lo defienden como tal– no está dictada por el antisemitismo, sino por las injusticias y atrocidades que ese Estado comete, aun en su propia defensa, y por los fines colonizadores que persigue.

En el conflicto de Medio Oriente y en la resolución de la crisis capitalista, problemas indisolublemente ligados, se juegan su propia esencia la cultura judía y el Occidente de la razón, la universalidad, el progreso, la democracia y los derechos humanos económicos y sociales.

1 George Steiner, Errata; el examen de una vida, Siruela, Madrid, 1998.

2 Karl Marx, À propos de la question juive, en Philosophie, Folio-Essais, Gallimard, París, 1982.

3 Maximilien Rubel, quizás el más notable comentarista y traductor al francés de Marx, señala que esas críticas no tienen en cuenta pasajes de “judeofilia” y que la “judeofobia” atribuida a Marx es también “cristianofobia”, en el sentido de que Marx ataca a la religión judía, a todas las religiones, demostrando que éstas son el principal obstáculo para la emancipación humana, en tanto perviven como reflejo de las relaciones sociales que es necesario superar para ese fin. Ibid.

4 Esta columna, “Fundamentalismos”, Le Monde diplomatique, ed. Cono Sur, Buenos Aires, agosto de 2006.

5 Ibid.

6 En una importante reunión realizada el mes pasado en París, el director de la Organización Mundial del Comercio, Pascal Lamy, señaló con sorna que “el orden del día no contiene el examen de alternativas al capitalismo…”. Fue una broma, pero no hace falta un análisis freudiano para entender que la cuestión está en el aire. Mientras tanto, El Capital se ha convertido en un best seller… Hervé Kempf, “Le chemin du postcapitalisme”, Le Monde, París, 15-1-09.

7 Ratzinger, Papa preconciliar cuyo empleo anterior fue ocuparse del Santo Oficio, acaba de levantar la excomunión a varios obispos del cisma ultraortodoxo lefevriano. Uno de ellos, el británico Richard Williamson, se había ratificado pocos días antes en su posición de negar el Holocausto y de que no existieron las cámaras de gas… Mónica Andrade, “El Papa reabre la herida judía”, El País, Madrid, 26-1-09.

8 Carlos Mendo, “¿Qué se quiere de Israel?”, El País, Madrid, 21-7-06.

9 “Israel”, Enciclopedia Universalis, París, 1998.

10 Ari Shavit, “Esta guerra destruye el alma de Israel”, Haaretz, Tel-Aviv, reproducido por Clarín, Buenos Aires, 17-1-09.

C.G.