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Fue pasando el tiempo y confieso que me olvidé, pero hoy de casualidad me topé con el fragmento deseado de esta joya del cine.
Artículo de Artemio López, Director Consultora Equis
Es evidente que la capacidad de dañar al Gobierno nacional del nuevo paro agropecuario está disminuida. Su eficacia como reclamo se opaca.
Resulta evidente que la capacidad de dañar al gobierno nacional del nuevo paro agropecuario está disminuida y, en esa misma proporción, su eficacia como reclamo se opaca paulatina pero inexorablemente.
En el curso del primer conflicto, los segmentos agrofinancieros condensaron en su reclamo una vasta red de intereses y sectores sociales, entre ellos, el plexo mediático nacional -pero no sólo éste- , cuyo fin último fue expresar su descontento con la continuidad del oficialismo y golpearlo en su legitimidad al límite de lo posible. Paradojas del conflicto, los pequeños y medianos productores fueron en aquellos días los actores más activos, movidos por intereses sectoriales que coincidían en gran parte con los grandes actores del sector, y sin embargo resultaban los que menos pretensiones de confrontación estrictamente política con el oficialismo manifestaban.
Pero la dinámica reducida a cuasi guerra que adquirió aquel primer conflicto hizo que aunque dominaron con su presencia masiva las rutas los pequeños y medianos productores no marcaron el tipo ni el nivel de confrontación. Pero eso es pasado y como nada es para siempre y a pesar de que el reclamo sectorial en términos estrictamente económicos, para los segmentos de pymes agropecuarios tenga ahora mayor legitimidad que en marzo, las cosas han cambiado:
1) El daño al oficialismo ya ha sido consumado de manera profunda y duradera, tanto en términos de opinión pública como en dirección a torcer el rumbo del Gobierno, e incorporar demandas de política económica típica de los segmentos financieros -incluidos los agrofinancieros- más concentrados donde los anuncios de pago al Club de París y la reapertura del canje son apenas señales de superficie.
2) La búsqueda de provocar daño al oficialismo por parte de estos segmentos de poder económico, expresada en el nivel de virulencia de los medios de difusión de mayor capacidad de formación de opinión pública, ha disminuido en la exacta medida en que el Gobierno tomó debida nota.
3) La mega crisis internacional de proporciones y extensión temporal incierta aparece en el contexto económico y social de manera nítida y creciente y genera incertidumbre al conjunto de los sectores que apuestan al “no hagan olas”.
4) Los segmentos medios de la población han incorporado en los últimos noventa días otras preocupaciones en su agenda, dominada en el primer conflicto aún por el clima electoral de octubre de 2007 de oposición frontal y de alto voltaje a un gobierno que ya no habían votado. En especial, observan con preocupación creciente que su horizonte socioeconómico empeoró notablemente en condiciones materiales actuales y expectativas y lo hará mucho más en los meses que siguen. ¿Hay que señalar que, a diferencia de nuestros grasitas por no hablar de la vieja y entrañable Columna Vertebral, la capacidad de acompañar reclamos “ajenos” por parte de los sectores medios urbanos de alto NES y bajo pago de impuesto a las ganancias disminuye notablemente cuando se ven venir la escomúnica? De esta fea actitud de la mass media se está quejando ya Lilita en los cables, reinstalando su tradicional lamento indignado sobre có-mo-pue-de-ser-que-la-gen-te-nue-va-men-te-no-re-ac-cio-ne frente al que juzga un garito gobernante.
5) La oposición política, más allá de algunos destellos iniciales, no ha podido capitalizar el estigma abierto al oficialismo por el conflicto agrofinanciero y, en líneas generales, el archipiélago opositor sigue tan debilitado como antes del 11 de marzo en propuestas programáticas y, sobre todo, en su capacidad de estructurar una alternativa político-electoral exitosa, más allá del empeño maratónico del tío Cleto.
6) El oficialismo ha cambiado su estilo de relacionamiento con la opinión pública, no tanto con las sufridas barriadas del conurbano profundo que, por ahora, aguanta estólida su plato de lentejas, sino con los segmentos medios urbanos de alto NES que están de moda y son los que le preocupan (un poquito, tampoco la pavada).
En efecto, además de la denominada “comunicación expansiva” cuyo autismo fue la ya emblemática conferencia de prensa de Cristina, consecuencia del retroceso sufrido por el oficialismo tras el primer conflicto con “el campo”, el Gobierno ha producido una transformación indudablemente positiva.
Incorporó finalmente para gestionar política sectorial a referentes como Cheppi y su equipo, con formación y capacidad técnica que están muy por sobre la media de la dirigencia sectorial, invirtiendo esta vez la relación tan desfavorable de poder político vs conocimiento, que dominó la primera etapa del conflicto e intento malamente disimularse con un consignismo hueco, que al fin del día jugó en contra de los intereses del oficialismo y asignó mayor legitimidad a los reclamos de los segmentos agrofinancieros.
Esta apropiación privada del conocimiento -además de la condensación de los reclamos de sectores muy diversos y su articulación con los medios masivos- logró que en el primer tramo del conflicto los segmentos agrofinancieros y sus voceros poseyeran la razón que, normalmente para la opinión pública de segmentos medios urbanos, es la que asiste a los “técnicos”, los que en el imaginario mass media “sí saben de qué hablan”.
Hoy, el conocimiento no está en poder del sector agrofinanciero sino que, al menos, se ha distribuido de manera homogénea entre los actores públicos y privados, y ése no es un dato menor. Es muy bueno para la gestión y sobre todo adecuado para la discusión mediática, por la construcción de legitimidad de las posiciones en conflicto.
Atrás quedaron los días donde la voz aguardentosa del gran blusero don Hugo Biolcati dictaba cátedra televisiva sobre el efecto del viagra en los toritos metrosexuales de la pampa húmeda sin que nadie osara decirle ni mú, valga la redundancia.
Un texto de Victor J. Stenger, un sr. Ateo, cuya lectura es muy interesante. Gracias Dr. Roberto Amenta .
Porqué no soy agnóstico
Por: Victor J. Stenger
Traducción de Fernando G. Toledo
Muchos no creyentes dicen ser agnósticos antes que ateos. No creen que Dios exista, pero no están seguros y entonces son renuentes a llamarse ateos. Una actitud común es decir: “Tal vez hay algo allí afuera. A fin de cuentas, no lo conocemos todo”.
¿Cuán seguros de la inexistencia de Dios debemos estar los que nos autodenominamos ateos? Obviamente, no podemos estar 100% seguros de nada. Pero podemos estar 99,99999% seguros de un montón de cosas, y eso es normalmente suficiente para tomar las decisiones diarias de nuestra vida. No podemos estar seguros de que no caeremos y nos romperemos el cuello al bajar de la cama en la mañana, pero no nos quedamos en la cama por eso. Viajamos en autos y en aviones, donde las probabilidades de sobrevivir no son del 100%, pero sí bastante cerca como para hacerlo. En esos casos, hacemos un análisis de riesgo-beneficio y decidimos que el beneficio justifica el riesgo.
Algunas cosas son, para todo propósito práctico, seguras. Si saltamos desde una ventana del décimo piso, podemos estar bastante seguros de que nos daremos un feo golpazo, no por la caída, como se dice, sino por la llegada. Ahora bien, un avión con un colchón atado a su ala podría pasar justo como para salvarnos. De nuevo, como se dice, “todo es posible”. Pero este es un ejemplo del tipo de cosas posibles con las que hemos aprendido a no contar.
Así que, ¿cuál es el límite entre el agnóstico y el ateo? Si dibujamos la línea en el 100% de certeza, entonces no quedaría ningún lugar para los ateos. En ese caso, no habría ateos ni en una trinchera. Sin embargo, algunas personas se autodenominan ateos, incluyendo muchos que han pasado tiempo en trincheras. La palabra debe de significar algo para ellos. Sugiero que los ateos son personas que han evaluado las posibilidades, hecho el análisis riesgo-beneficio, y encontrado que la existencia de Dios es tan improbable que prefieren vivir sus vidas sin todo el lastre que toda creencia te fuerza a cargar.
El lastre de la creencia es pesado. No sólo se espera que dones tiempo y dinero a tu iglesia, sino, lo más importante, se espera que cambies tu cabeza. Y, como ha dicho Dan Quayle, “perder la cabeza es algo terrible”.
Cuando eres un miembro fiel de alguna religión, no eres libre de usar tu propio juicio en lo que sea mejor para ti, para tu familia y la sociedad. Más bien, se espera que aplaces el juicio por el de otros que aseguran tener la autoridad sobrenatural. Y desde el momento en que ellos no ofrecen evidencia para avalar lo que dicen excepto su propia palabra, se te pide que evites usar tu propio intelecto en el proceso.
A lo largo de los siglos, muchos intentos han querido probar el basamento racional de la creencia sobrenatural. Todos han fallado. Los predicadores pueden todavía atraer clientes hacia sus argumentos simplones con aire de lógicos, del estilo: “¿como podría esto -el universo, la vida, la conciencia- haber surgido desde la nada?”. Ellos les aseguran a sus oyentes que Dios lo hizo todo. Pero consideren lo absurdo del argumento: algo no puede surgir de la nada, y entonces debe provenir de Dios… que surge de la nada.
Últimamente, la creencia en una realidad indetectable y trascendente ha acabado en la fe antes que en la razón. Las iglesias han convencido a la mayor parte de la raza humana de creer en lo increíble, darle crédito a lo inverosímil, racionalizar lo irracional. Un ateo es alguien que no puede creer en algo que no tiene base racional, que es nada más que una fantasía y una delusión arrastrada desde la infancia ignorante y supersticiosa de la raza humana.
Vuelve la tracción a sangre con este auto diseñado por la compañía Human Cars, la cual está empeñada en demostrar que la energía humana y no lo biocombustibles es la fuente de energía del futuro.
En el video podemos ver como funciona.
Más información en inglés haciendo click aquí.
Uno de los escritores más inteligentes y provocadores de toda la historia y el recuerdo de algunas de sus frases celebres:
Los norteamericanos están desorientados con la crisis económica. Por eso, nos piden ayuda, a nosotros que tenemos mucha experiencia en este tipo de cuestiones.
Parece que Carlitos y Fernandito le dieron el consejo de emitir un nuevo dolar adaptado al nuevo contexto económico. Aquí el resultado: