Investigación realizada sobre un universo de 1.000 usuarios de Twitter. En primer lugar analiza el cambio en el perfil de usuario de twitter desde 2008 donde se concluye que la edad promedio ha pasado de los 28 años en 2008 a los 33 años en 2009. También se ha producido un incremento del número de mujeres que utilizan la aplicación con respecto al 2008 (22% vs 31%) y ha aumentado un 13% el número de usuarios que utilizan twitter varias veces al día.
Si hablamos del uso que estos hacen de la aplicación, el estudio resalta que se han cuadruplicado los usuarios que hacen un uso estrictamente profesional (5% vs 21% en 2009), mientras que los que lo utilizan sólo por un interés personal ha caído a la mitad (50% vs 21%)*. Se ha duplicado también, el número de personas que sigue a medios de comunicación y a empresas.
En segundo lugar, el estudio analiza tres características de twitter que hacen que este sea un espacio que favorezca y fomente la innovación y el intercambio profesional.
A los 27 años, nunca había posteado una sola nota ni comentario en ningún blog, ni plataforma por el estilo. No tenia nada en contra .Simplemente ignoraba su utilidad con la ignorancia ingenua que muchas veces caracteriza al “analfabeto”. No entendía la utilidad de este tipo de redes. Creía que era simplemente una forma distinta de “hacer sociales”. No comprendía su potencial en cuanto herramientas útiles para el trabajo colectivo.
Había sido victima y cómplice (¿Por qué no?) de aquellas prácticas culturales que nos han impuesto a la hora de “consumir “cultura. Después de todo, la actitud pasiva frente a lo que nos rodea, es siempre peligrosamente confortable. Confortablemente dormido. “Relájese y goce”. Eso si, de producir: “Mejor no se meta, eso nos corresponde a nosotros, los que sabemos”. Me decía esa vos interior convencida de que para producir algo, para decirle algo a alguien, había que tener la inteligencia, la estructura y los equipos sofisticados de unos pocos. Siempre hay excusas esperando a la vuelta de la esquina para justificar y esconder el miedo terrible que tenemos de exponernos, de ser criticados, discutidos, censurados y reprobados.
A medida que crecemos y avanzamos en nuestros pasos por diferentes instituciones, nos vamos olvidando de algo muy importante. Nos olvidamos de jugar. Es tan importante el juego en nuestras vidas. Nos permite pensar libremente. Jugar a perder y jugar a ganar, como parte de la experiencia. “No hay nada mas real que el juego”, dice Scott Lash, “Es aquí y ahora”.
Así fue como en la segunda mitad del año 2009, decidí tomarme la pastillita roja y jugar un juego distinto. La aventura tuvo lugar (si es que verdaderamente tiene, “un lugar”) en la Universidad de Buenos Aires, dentro de la cátedra del Taller de Introducción a la Informática, Telemática y al procesamiento de Datos, mejor llamada (gracias a dios) como Proyecto Facebook, a cargo de Alejandro Piscitelli. El primer día de práctico conocí a mis tres profesores, ¡sí, tres! , más un documentalista que registraba y subía a la página de la cátedra los temas tratados en clase. La misma estaba a cargo de Roberto Shimkus, Clara Ciuffoli y Guadalupe Lopez .
Nuestra comisión se llamaba “Convergencia”. Con ellos estaba por emprender esta aventura transmediatica de aprendizaje. No pasó casi nada, que comenzamos a conectarnos con palabras como Edupunk, Inteligencia Colectiva, Cultura de la Convergencia, Horizontalidad y Participación. También, en este país de la maravillas, así como en el de Alicia se festejaba el (no)cumpleaños, acá había (no)alumnos y (no)docentes. No festejaban ningun (no)cumpleaños, pero llamandose, ellos mismos, de esa forma, celebraban la posibilidad de una forma distinta de aprender.
Estos “Locos Edupunk”, como los llamó Piscitteli, disfrazados de sombrereros locos y conejos con relojes que corrían para todos lados, nos contaban de un mundo que está cambiando con la velocidad y la fuerza de un tsunami, y nosotros íbamos a tener que explicarlo en diez minutos. El desafío era contar con imágenes y ser breves, pero contundentes a la hora de expresar nuestras ideas.
Al principio me resulto complicado y trate, en la medida de lo posible, de refugiarme en donde mas cómodo me sentía, las palabras. Luego entendí en el taller de celumetrajes que dictó Mara Ballestrini, lo mucho que se puede decir con tan poco, utilizando lo que tenemos a mano.
En ese momento la transformación, que ya estaba en curso, cobro mas fuerza y ya no había posibilidad de retorno. Realizamos, presentamos y posteamos nuestros videos. Comentamos los de otros en la página de la cátedra y nuestros trabajos fueron comentados también. Grupos de Facebook e innumerables páginas pasaron por nuestros proyectos que combinaban lo presencial y lo no presencial. Discutimos ideas, conceptos y formas de representar lo que queríamos decir. Estábamos jugando, de vuelta.
No entiendo a la experiencia del proyecto Facebook desde el lugar ingenuo que diría que cambiar al mundo esta a la vuelta de la esquina. Pero lo que si entiendo, es que ya no tenemos mas excusas para seguir esperando.
Videos hechos por el grupo Los Practicantes en el Proyecto Facebook Florencia Squillari, Eugenia Hoursouripe, Juan Delagado, Rochi Fernadez Arias y Ariel Glazer.
Leyendo el blog de David Armano encontre este post donde explica porque invierte tanto tiempo en producir materiales como la infografía que ilustra este artículo y luego lo comparte abiertamente con todo el mundo.
Si bien mi blog no es un faro 2.0 como el suyo, ni mis posts tan interesantes como los suyos, hay un esfuerzo detrás de Listao que varias veces me preguntaron también porque realizo.
Armano explica que muchos se han beneficiado de su trabajo, pero él también gano al estimular posibilidades de desarrollo de carrera y consiguiendo ayuda cuando la solicitó.
Él lo define como el “Valor de Intercambio”, una especie de moneda que alimenta a una creciente economía de las redes.
Si bien explica que no es un sistema perfecto destaca:
El concepto de proporcionar valor a sus clientes es una píldora difícil de tragar. Se necesita mucho esfuerzo y no hay ningún atajo. Así que para una empresa que quiere convertir a los consumidores en fieles clientes, primero tiene que dar.
Para cualquier corporación que quiera que sus empleados colaboraren con mayor eficacia, o tal vez retener a sus mejores talentos, tiene que dar. La marca que quiere aprovechar las redes sociales para comercializar mejor sus productos y servicios, tiene que dar.
Si bien esta idea puede parecer muy simple y muchos la pasen de largo, es algo que debe ser entendido cabalmente por cualquiera que quiera tener buenos resultados en esta nueva era de la economía en red.
El otro día, dando una clase a estudiantes de periodismo, mientras les hablaba sobre las ventajas de Twitter, descubrí que de 40 alumnos solo 2 utilizaban esta red de microblogging.
Más allá de la sorpresa de encontrar tal desconocimiento de las redes sociales entre esos alumnos no pude evitar preocuparme por triste panorama de la educación en Argentina. Mientras cruzando el río, Uruguay entrega una computadora a cada chico en su excelente “Plan Ceibal”, en nuestro país ni siquiera podemos asegurar una educación como la que tenía el país un par de décadas atrás.
¿Cómo se prepara nuestro país para el cambio en el modo de producir, consumir y compartir bienes, servicios e información? Por el momento, muy mal.