Se cuenta que en los años 20 cuando Albert Einstein empezaba a ser conocido por su teoría de la relatividad, era con frecuencia solicitado por las universidades para dar conferencias. Dado que no le gustaba conducir y sin embargo el coche le resultaba muy cómodo para sus desplazamientos, contrató los servicios de un chofer.
Después de varios días de viaje, Einstein le comentó al chofer lo aburrido que era repetir lo mismo una y otra vez.
“Si quiere”, le dijo el chofer, “le puedo sustituir por una noche. He oído su conferencia tantas veces que la puedo recitar palabra por palabra.”
Einstein le tomó la palabra y antes de llegar al siguiente lugar, intercambiaron sus ropas y Einstein se puso al volante. Llegaron a la sala donde se iba a celebran la conferencia y como ninguno de los académicos presentes conocía a Einstein, no se descubrió el engaño.
El chofer expuso la conferencia que había oído a repetir tantas veces a Einstein. Al final, un profesor en la audiencia le hizo una pregunta. El chofer no tenía ni idea de cual podía ser la respuesta, sin embargo tuvo un golpe de inspiración y le contesto:
“La pregunta que me hace es tan sencilla que dejaré que mi chofer, que se encuentra al final de la sala, se la responda”.
(Aunque la historia precedente es probablemente falsa, no por eso deja de ser divertida)
La cosmofísica, en la era de Einstein, ha permitido el posicionamiento de muchas interpretaciones cosmológicas propias de místicos y aficionados a la ciencia ficción, que la han sumergido en un laberinto de contradicciones y paradojas muy difíciles de resolver, a menos que se afiance toda una nueva corriente científica de pensadores e investigadores sensatos y anti-esnobistas que revolucionen paradigmas y reorienten el estudio del cosmos por el camino del descubrir científico, dejando de lado las modas y las corrientes excentricistas que menosprecian el sentido común y que erróneamente parece que han creído que lo más alejado de la lógica, les resulta ser “lo más sabio”, tal vez por ser lo más inentendible y lo más parecido a sus abstractas e incoherentes especulaciones de las corrientes de moda.
Cuando en el futuro, superemos la era Einsteiniana, comprobaremos y entenderemos varias verdades:
Que los axiomas deben continuar siendo la base del razonamiento. – Que todos los agujeros negros explotan. – Que los agujeros negros no se evaporan. – Que la materia oscura es la materia prima de la materia conocida. – La inexistencia de la energía oscura. – Sabremos que la energía se reproduce ó que es infinita. – Que todo lo infinito tiene que ser eterno. – Conoceremos el centro del Universo visible. – Que el universo es más grande de lo que siempre se ha creído. – Sabremos si crece o decrece el fondo de microondas. – Que el universo es infinito y el tiempo es eterno. – Sabremos que la velocidad de la luz es también variable en el vacio. – Nos olvidaremos de las falsas múltiples dimensiones espaciales. – Entenderemos como el universo gira y se expande. – Conoceremos las causas de la expansión acelerada del Universo. – Comprenderemos los mecanismos del reciclaje cósmico de la energía. – Diferenciaremos el espacio del tiempo. – Separaremos las ciencias de la ficción y de las creencias mitológicas. – No le impondremos dogmas a la ciencia. – No esperaremos ni muertes térmicas ni desgarres. – Entenderemos nuestras responsabilidades como parte del TODO. – Tendremos mucho más por saber. – Tendremos una visión más optimista del Universo.
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Martín Jaramillo Pérez.
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