El Vender no fue fácil nunca para un tipo tan parco como él.
Sin embargo, se las rebuscaba.
Caminaba cada día entre sus clientes reconociendo ese gesto en sus rostros que le demostraba el interés necesario como para ganar su comisión.
Con el tiempo ya no veía gente, solo porcentajes a cobrar.
Un día, luego que el señor diezporciento se retiró del local, llegó una dama rubia y delgada que le preguntó segura que era lo mejor que tenia para vender. Ofreció todos los productos más vendidos, pero ella los despreció con desdén.
Sacó las mejores sedas, pero no logró despertar su interés.
Ni sacando lo que tenia guardada para la obesa dama del embajador, la Sra treintaporciento de Ortiz de la Peña logró su cometido.
La clienta ceroporciento se fue del local sin decir ni siquiera una palabra a modo de excusa.
Esa noche, el brujo silencio de las ventas dejó su trabajo. Ya estaba listo, para aprender a vivir.
Te sigo el rastro 😉
Me gusto tu blog tb, te he puesto en mis enlaces.
Un saludooo y q bush se quede en casita q es donde mejor ta 🙂