Un nuevo artículo de nuestra columnista estrella M.E.T.
Los conceptos teóricos tienen frecuentemente el destino de que en el curso del tiempo son modificados tan considerablemente que su valor científico tiende a ser altamente problemático.
Esto ocurre en gran medida con el concepto de fascismo, que tiende a ser, en su utilización, altamente confuso.
La necesidad de encontrar un concepto los más genérico posible para la designación de todos los movimientos autoritarios de derecha, opuesto al de comunismo, socialismo y sobre todo al de democracia, fracasa casi siempre debido a la complejidad de los fenómenos político-sociales y a su determinación histórica.
Pero como estamos muy lejos de plantear una discusión científica sobre el fascismo y su determinación conceptual y de contenido, hablaremos del “facho” tal y como se nos presenta desde el sentido común y tal como lo sufrimos en la vida cotidiana.
Además muy lejos estamos de llegar a concebir un término tal que pueda abarcar la comprensión de un movimiento social o corriente de pensamiento, ni nuestro más encarecido esfuerzo llegaría a tal propósito.
Bien es sabido que todo concepto, al ser utilizado, necesita de un previo desarrollo teórico a fin de dar cuenta de aquello a lo qué nos referimos cuando usamos dicho término analítico y a cual teoría social adscribimos en su empleo.
Pero, como se expuso anteriormente, carecemos, en este momento, de esa definición específica y, haciendo un uso inflacionario del concepto y forjando una derivación del término fascismo, consideraremos al “facho” como aquel sujeto al que, por su acción y su discurso, podremos caracterizarlo y denominarlo como tal: “facho”.
Quizá teóricamente no tengamos las herramientas ni intelectuales ni metodológicas para definirlo científicamente, pero es más que probable que cada uno de nosotros con solo imaginar alguno de los estereotipos de esta especie que nos ofrece la vida cotidiana daremos con el sujeto en cuestión. En relación a la adscripción teórica (en este contexto mejor sería decir política), será evidente al finalizar este argumento.
Este texto, plagado de sentido común y sin ninguna pretensión teórica seria ni en broma, no nace de la reflexión intelectual ni mucho menos, sino de una pregunta que surge habitualmente en conversaciones poco eruditas pero muy sentidas y apasionadas: por qué la gente es facha. De aquí surgió nuestra hipótesis: “la gente es facha porque ser “facho” es más fácil.
Argumentando esta respuesta creemos que el pensamiento del facho es ligero, banal, carente de análisis y ridículo; es en una palabra fácil, por eso es que prende, se disemina y se repite sin vergüenza. (Convengamos que no estamos hablando de un fascista de la “talla” de Schmit sino de “gente” como Feimman ( el malo), Gózalez Oro, Lita de Lázari, Cecilia Pando y de todos aquellos que reproducen esta perorata inmunda anónimamente).
He aquí nuestro argumento:
Decimos que ser facho es fácil porque esta especie de sujeto no busca respuestas certeras sino que acierta culpables, y no existe nada más cómodo que encontrar a quien o quienes crucificar, a quien cargar con la cruz de nuestros miedos, prejuicios y estupideces.
El pensamiento facho es fácil porque es placentero, porque emula una verdad acabada, cerrada, evidente; es grato porque es cómodo; es tranquilizante porque nos da la certidumbre de nuestra normalidad, nos hace iguales entre nosotros y al mismo tiempo distintos de esos “otros”, desagradables, demoníacos, “desaparecibles”.
La oración del facho es fácil porque es maniquea; es posible porque siempre tiene enemigos; es practicable porque postula la guerra ( y la hace); es verdadera porque representa lo que “la masa piensa” .
La arenga del facho prende porque da respuestas insustanciales a problemas complejos; tranquiliza porque se enfrenta al cambio y lo niega, se disemina porque se nutre de la ignorancia ( real y simulada) y la reproduce; es anestesiante porque aniquila la reflexión.
El pensamiento del facho es fácil porque es necio, es “bueno” porque es nacionalista, es comedido porque es católico, es “correcto” porque es “moral”.
El discurso del facho es fácil porque es práctico, es seguro porque es cobarde, es inquietante porque es alarmista, es potente porque es violento.
La conciencia del facho es tranquila porque se confiesa, no se perturba porque mira para otro lado.
La perorata del facho es fácil porque naturaliza las desigualdades, sacraliza las jerarquías y celebra el orden conservador; su contenido es a histórico, su utopía es el pasado reaccionario al que siempre desea volver, un estado eterno sin cuestionamientos.
La arenga del facho es fácil porque no se produce, se reproduce con fervor animal, no se cuestiona, no se problematiza, se traga y se repite.
El pensamiento del facho es fácil porque no analiza, no comprende, solo juzga y condena.
El discurso del facho es fácil porque lo reproducen Gonzalez Oro, Feimman, Lage, y ¿podrían ellos reproducir un discurso difícil, tener un pensamiento complejo?
Lo difícil en este asunto es que a fin de cuentas el pensamiento del facho es fácil pero también es eficaz,….es eficaz porque es fácil, aunque más allá de esto debamos saber que fácil o no el pensamiento del facho nunca es inocente.
No hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado…Buen blog.
No hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado…Buen blog
No hay nada más parecido a un zurdito que un burgués asustado…Buen blog.
Muy buen post, a seguir así.
Totalmente de acuerdo.
Excelentemente redactado, y muy coherente. Te felicito por el post y a seguir asi.
Saludos.
Pablo Andres