Es un día frío y lluvioso en Inglaterra en 1982. En el camino que lleva a la Base Naval de Portsmouth una figura solitaria se agazapa en el único refugio en kilómetros a la redonda, una parada de ómnibus. Una fila de vehículos, incluyendo cuatro camiones de cargas pesadas, uno con equipo de radio, uno equipado para socorro y un autobomba avanza lentamente. El hombre en la parada, saca un trozo de papel y toma nota de la hora y una descripción exacta de los móviles. El es uno de los tantos voluntarios que forman parte de la red anti-nuclear que vigila el movimiento de las ojivas nucleares y sabe perfectamente hacia donde se dirigen: a completar las cargas de profundidad a bordo del buque HMS Sheffield.
Unos meses después, la nave fue hundida. Greenpeace emitió un comunicado en 1982 denunciando la presencia de armas nucleares a bordo del Sheffield. Sin embargo, las autoridades nunca confirmaron que hubiese armas en el buque.
El 5 de diciembre de 2003, el Ministerio de Defensa inglés admitió por primera vez que algunos de los barcos involucrados en el conflicto por las Malvinas en 1982 habían zarpado con cargas nucleares dispuestas para destruir submarinos. Más de veinte años después, el gobierno británico aceptó que teníamos razón. Pero no es suficiente.
Greenpeace exige el esclarecimiento definitivo sobre si había o no armas nucleares a bordo del Sheffield al momento en que este fue hundido, y de ser afirmativo, si éstas lograron ser rescatadas o si permanecen en las profundidades. El gobierno británico asegura que jamás ingresó armas nucleares a las aguas territoriales argentinas y que no había ninguna a bordo del Sheffield cuando este fue blanco de un misil Exocet.
Pero un reporte de la Agencia Internacional de Energía Atómica de 1991 confirma la presencia de armas nucleares abordo del Sheffield cuando éste fue hundido. Además, y para confirmar las sospechas, el Sheffield fue el único barco naufragado al cual se le realizaron operaciones de rescate por parte de un equipo especializado de buceo, cuya misión era la recuperación de “material estratégico”.
Es muy difícil creer que no había armas en el barco cuando este se hundió. Todos los movimientos de armas que se realizaron en el puerto de Portsmouth durante la guerra de Malvinas fueron monitoreados, y sabemos que el Sheffield fue cargado con un arsenal nuclear antes de partir. Luego abandonó Portsmouth y se dirigió hacia el Mediterráneo, desde donde fue redireccionado hacia el Atlántico Sur. El barco no volvió a tocar tierra, y si descargó las armas mientras estuvo en el mar, nunca nada regresó a la Base Naval. Entonces la verdadera pregunta al Ministerio de Defensa británico es cómo y dónde se retiró el arsenal del Sheffield antes de que se hundiese.
El Reino Unido dejó de desplegar sus armas nucleares en su flota naval en tiempos de paz, en parte, gracias a la campaña Mares libres de Armas nucleares, una coalición de organizaciones pacifistas que perseguía el objetivo de eliminar las armas nucleares de submarinos y barcos, entre los 80 y 90.
En 1991, los Estados Unidos y la Unión Soviética acordaron el retiro de los misiles crucero submarinos de toda base naval, aunque cada uno lo hizo unilateralmente y sin compromisos vinculantes. Desde entonces, la marina estadounidense ha desarrollado la capacidad de equipar con misiles Tomahawk todos sus submarinos en sólo 30 días.
La marina de los Estados Unidos había propuesto la eliminación de esta capacidad, pero a fines de 2003 se dio a conocer a través de la revista “Inside the Navy”, que el ex secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld había decidido mantener vigente esta estructura de la guerra fría.
Poco tiempo después, el Reino Unido anunció su decisión de no eliminar su sistema marítimo de defensa, los misiles Trident, sino que serán reemplazados por armas nuevas, aun no definidas. Greenpeace continúa haciendo campaña en Gran Bretaña en contra de este proyecto, a pesar de la decisión del premier británico Tony Blair.
El gobierno de los Estados Unidos aprobó la designación de fondos para la investigación y el desarrollo de armas nucleares pequeñas y portátiles, diseñadas para ser utilizadas en el campo de batalla, lo cual incrementa y extiende alarmantemente la presencia nuclear en tiempos de guerra.
Las armas nucleares no pertenecen a la tierra, pero mucho menos aún a los mares. La presencia, una vez más, de misiles en nuestros océanos representa una inmensa escalada de peligrosas armas nucleares, aumentando trágicamente la posibilidad de accidentes. Lejos de fomentar y crear mayor seguridad, una inversión de estas características no hace más que devolvernos años atrás, a un mundo mucho más peligroso.
A los estados unidenses deberiamos expulsarlos del planeta tierra , a los ingleses solo dejarlos solos sin dialogo con nadie y solo con un 15% del territorio que hoy les pertenece sin armas y sin tecnologia como en la edad media.Asi se vendrian mejores tiempos en el mundo