Los niños que son siempre castigados por la mala costumbre de pegar sus chicles en cualquier lado (Bajo una mesa o silla, tirarlos en el piso, en el pelo de un amiguito) encontrarán en este callejón de Seattle (Estados Unidos) el lugar de sus sueños.
Millones de chicles pegados en los muros algunos de ellos formando obras de artes pequeñas y otros solamente ubicados al azar, convierten a estas paredes en únicas en el mundo.