El Dr. Roberto Amenta, médico de cabecera de nuestra familia desde hace casi 50 años, me envía esta interesante entrevista que Diego Valenzuela le realizó a Noam Chomsky en la que el lingüista norteamericano analiza a Barak Obama y su posible gobierno.
Les recomiendo también prestar atención a la última pregunta del reportaje.
Impacta entrar al Massachusetts Institute of Technology (MIT). Su edificio central recuerda a la Grecia antigua, pero pronto uno se da cuenta de que está en una de las universidades más avanzadas del mundo, con sus edificios vanguardistas y cargados de innovación arquitectónica. Noam Chomsky trabaja en el piso 8 del State Center, famoso por su diseño futurista. El ámbito es estimulante. Me recibe la secretaria de Chomsky con su perro, un caniche negro, al que lleva al trabajo casi todos los días. Chomsky ocupa una luminosa oficina del departamento de linguística y filosofía del MIT. Es un referente intelectual de los Estados Unidos, aunque su presencia en los medios locales es realmente limitada. Es que este profesor se encuentra bastante a la izquierda de todo el sistema político norteamericano.
En su percepción, no existe democracia verdadera en los Estados Unidos. Le pregunto dónde ve una democracia funcionando, y me responde: “En Bolivia”. Cree que la probable llegada de un negro a la presidencia de los Estados Unidos es consecuencia de las luchas de los movimientos sociales desde los años 60, aunque afirma que la segregación racial continúa en el país de forma más sutil. Me sorprende su visión de la crisis económica: piensa que es resultado de un sistema que no es verdaderamente liberal y de competencia.
—¿Qué significa que un negro esté cerca de la presidencia?
—Es resultado de 40 años de luchas, del trabajo de los activistas de los derechos civiles desde los años 60, del movimiento feminista en los 70, del movimiento de solidaridad, de los ambientalistas y últimamente de la corriente que lucha por una justicia global. La consecuencia es una sociedad más civilizada, se han roto barreras, y esto permite que aparezca gente que piensa diferente. Esto explica que tengamos un afroamericano o mujeres en la carrera presidencial. Lo vemos incluso en las entrevistas a gente de los estados del sur.
—¿Es un cambio Obama?
—Habría que ver qué significa “cambio”. Para ver negros verdaderos hay que ir a los suburbios de Boston, no a Harvard. Obama es un hombre de clase media alta, liberal, que estudió en Harvard, no es lo que yo veo en mi barrio, en los suburbios. El corte con él no es racial, sino social. Obama es parte de la clase privilegiada, es casi un blanco que tomó un par de horas de sol en la playa.
—Desde Kennedy y los movimientos de los derechos civiles se ha avanzado en la integración de los negros. ¿Sobrevive la segregación?
—Por supuesto. Hay formas diferentes de segregación, como el sistema de transporte. Cambridge (donde está Harvard) está blindada. Hace rato que se plantea extender el subte a los suburbios, pero no se realiza nunca. No es lo mismo tardar 10 minutos que 40 en llegar al centro o a Cambridge. El sistema de transporte es una forma de mantener a los negros alejados. Hay formas sutiles de discriminación y explotación. Además, no hay sólo segregación racial sino social. Hubo proyectos de integración escolar que no rindieron frutos.
—¿Qué dice de la campaña?
—Los candidatos son productos de marketing, creados por los asesores y las firmas de relaciones públicas. Con Bush ya lo hicieron y les salió bien: un muchacho común, al que le gusta la cerveza y estar en su rancho. Hasta creo que lo han entrenado para que hable mal o pronuncie mal algunas palabras.
—Los Estados Unidos están entrando en una inédita crisis. ¿Cómo se llega a esto en la mayor potencia capitalista?
—Hubo una propaganda del mismo sistema para que la gente compre y se endeude. Ahora que todo se complica, la gente quiere “cambio”. Pero la realidad es que el sistema fabrica consumidores, y es la forma de que no molesten. Vea si no los avisos publicitarios de los autos, o de cualquier producto: ya ni informan de las cualidades del mismo, no fomentan la existencia de un consumidor informado que toma decisiones racionales. Así se crea una burbuja, que Greenspan se rehusó a parar. Hay una creencia casi religiosa de que los mercados se regulan solos, algo que no tiene base empírica fuerte. Es lo que les conviene a los poderosos en el corto plazo, y en el largo ya veremos. Lo cierto es que los mercados son ineficientes, no consideran externalidades. Si yo le vendo un auto, nadie se preocupa por lo que esa transacción genera para otros: polución, aumento del precio del petróleo, congestión en las calles. Ni los mercados son eficientes ni los consumidores son informados y racionales, es algo muy distinto de lo que venden de la libre competencia.
—¿Cómo salen de esto?
—El público paga. Ahora veremos una socialización de los costos a través del Estado, esto no es nuevo. Siempre el sector estatal subsidia al privado, es el que hace el trabajo duro. Es el que hace las grandes inversiones para crear las computadoras, Internet o los aviones. El sistema se mueve con subsidio estatal y cuasi monopolios, pero lo llaman capitalismo. Ahora le toca al sector bancario.
—¿Qué tipo de democracia es hoy Estados Unidos?
—No vivimos aquí en democracia. Bolivia es realmente una democracia, donde manda la voz de la gente. Acá gobiernan los intereses económicos. La gente odia pagar impuestos porque siente que le están robando su dinero. La propaganda les ha hecho creer que el Estado es un alien que los roba. Por eso lo odian y por eso todos hablan contra Washington
Como todas las verdades, es una media verdad con un sesgo importante: la “superstición de la democracia” y la ilusión del mercado perfecto autorregulado son sólo entelequias que tranquilizan la razón pero no resuelven nada.
Ignorar el verdadero poder del capital no importa en que manos esté, si en manos del estado o de los privados, siempre va tener la capacidad de incentivar su búsqueda y el apetito por riqueza.
La democracia sólo ha conseguido que nos demos cuenta lo penoso y patético que suele ser “el voto popular” y lo invariable que suele ser el poder del dinero… y no estoy diciendo ninguna novedad
pues votemos a McCain. A lo mejor va a resultar que él es de clase baja.