Nelson Mandela es sin duda uno de los ex presidentes más respetados y queridos del mundo.
El año pasado cuando estuve en Sudáfrica todo el mundo me contaba alguna historia del que llamaban “The old man”.
Les paso un interesante artículo de Alejandro Piscitelli publicado en Filosofitis.
El factor humano y los cuentos de hadas
1. John Carlin El factor humano. Nelson Mandela y el partido que salvó a una nación. Buenos Aires, Seix Barral, 2009.
Entiendo vuestra ira, pero si estáis construyendo una nueva Sudáfrica, debéis estar preparados para trabajar con gente que no os gusta (Nelson Mandela)
En 1985, cuando Nelson Mandela llevaba veintitrés años en prisión, se propuso conquistar a sus enemigos, los más fervientes defensores del apartheid. Así obtuvo su libertad y consiguió convertirse en presidente. Pero la inestabilidad de un país dividido por cincuenta años de odio racial cristalizó en la amenaza de una guerra civil. Mandela comprendió que tenía que conseguir la unión de blancos y negros de forma espontánea y emocional, y vio con claridad que el deporte era una estrategia extraordinaria para lograrlo.
John Carlin ha descubierto el factor humano que hizo posible un milagro: la capacidad innata de Mandela para seducir al oponente y su tenaz deliberación de utilizar el mundial de rugby de 1995 para sellar la paz y cambiar el curso de la Historia. La final de aquel mundial culminó con la victoria sudafricana en el último minuto, y fundió en un abrazo a negros y blancos en el ejemplo más inspirador que ha visto la humanidad.
No casualmente Carlin al principio del libro insiste en que este relato (¿inventado a partir de su propuesta, o planificado al dedillo por Mandela antes de que nadie lo inventariara?) tenía los dos condimentos propios de un cuento de hadas: era una gran historia y contenía una verdad eterna.
Mandela, presidente de la humanidadPara quienes como nosotros ese partido fue apenas una anécdota que dejó mas que mal parados a Los Pumas, quienes en ese tercer campeonato mundial no pasaron de la tercera fase, y recién en 2007 entrarían entre los 4 primeros, resulta sorprendente y fascinante como esta ceguera cognitiva se convierte de la mano de Carlin, en un racconto maravilloso de la capacidad simbiotizante de Mandela.
En su capacidad de unir dos mundos en guerra violenta hasta poco tiempo antes, en conseguir que una selección deportiva sectaria con 14 blancos y un solo hombre de color se convirtiera en una selección nacional de rugby, y que el estadio de Ellis Park, donde de 62.000 espectadores solo el 5% era negro, se convirtiera en el alumbramiento de una nueva nación.
El libro no es una novelita rosa y el conocimiento detallado de Carlin del trasfondo de escucha generado por 6 años (1989-1995) en Sudáfrica como corresponsal de el Independent de Londres (Carlin quien vivió en Buenos Aires entre los 2 y los 9 años, escribió para el Buenos Aires Herald en 1981, cubrió el romance de Clinton con Lewinsky y desde hace 10 años vive en Sitges y hace unos reportajes fascinantes en El País) y en muchos viajes posteriores permite descubrir con un lujo de detalles un mundo desconocido para nosotros.
Como fue el del Apartheid, pero sobretodo la increíble ingeniería desplegada por el régimen sudafricano que, primero a través del presidente Pieter Willen Bhota (el viejo cocodrilo) y después de F.W. de Klerk que seria su vicepresidente al asumir en 1994, después de guiar la transición, generarían un régimen inédito a partir de un hecho insólito cual fue ganar por primera vez el campeonato mundial de rugby en 1995.
Construir poder/Renunciar al poder
Como Mandela fue construyendo el poder, y como los afrikaners lo fueron abandonando, merece una atención suprema, ya que una situación así rara vez se ha visto en la historia a una minoría abandonando sus privilegios, a un preso político durante 27 años, buscando una reconciliación que no terminase en un baño de sangre, y la capacidad de no atornillarse en el sillón presidencial durante mas de un solo periodo, convirtiéndose de este modo en un héroe nacional y en un presidente de la humanidad.Pero el gran mérito de Carlin no es solo habernos anoticiado de todos estos claroscuros, que ni el periodismo tradicional, ni la historia reciente habían dejado suficientemente en claro, sino haber recreado charlas y relaciones cruciales -como las que mantuvo con el jefe de los servicios de inteligencia Niel Barnard, o con el Ministro del Interior Kobie Coetsee, o con el propio Bhota, todos sus enemigos acérrimos-, dejando en claro cómo se construye el poder, cómo se socializan las convicciones, y cómo se generan acuerdos imposibles gracias a un talento y un entrenamiento (un auténtico coaching ontológico) inexistente entre todos los políticos y mandamases que pululan por acá.
Si algunos todavía siguen sin entender el poder ficcional del deporte y de la música, e insisten en vagas racionalizaciones, este partido de rugby de una final de campeonato mundial -con una apuesta 9 a 1 a favor de los All Blacks neocelandeess- funcionó al revés convirtiéndose en la ficción instituyente que generó una comunidad imaginada. Basta entender la enorme historia de descontentos, guerras, miseria, epidemia de SIDA, pésima distribución del ingreso en Sud Africa, el país mas rico de África (el émulo latinoamericano) para sorprenderse por los logros de Mandela, para imaginar que su legado pacifista preponderará y que el relato de Carlin sea, efectivamente, en algún aspecto un lindo (pero tenso y contradictorio) cuento de hadas.
Amandla! (Poder) Awethu! (Para el pueblo) fue parte del ritual en xhosa (lenguaje tribal de Mandela) con que se iniciaban en formato de mantra y con repeticiones consecutivas, y se cerraban los convocatorias multitudinarias de Mandela. ¿Quién sabe cuàn feliz es hoy Mandela, cuando a 10 años de haber dejado el poder, Sudáfrica padece problemas gravísimos, la mayoría negra es relativamente pobre, y su legado es indiscutible pero no mágico. Pero lo poco o mucho logrado -como bien dijo en arzobispo Tutu- nunca se hubiese logrado sin él
En diciembre veremos la versión cinematográfica con Morgan Freeman haciendo de Mandela, dirigido por el incansable y genial Clint Eastwood. Será un buen complemento para esta lectura afiatada y contundente.
Gloria y loor al gran Mandela
Referencias
Carlin nos cuenta cómo lió a Eastwood y Freeman para rodar la vida de Mandela
Un comentario en “Amandla! Awethu! Genio y figura de Nelson Mandela”