En uno de los libros de Isaac Asimov llamado “El sol desnudo” el autor relata la realidad de un planeta muy lejano de la tierra llamado Solaria.
En ese mundo, mucho más avanzado tecnológicamente que el nuestro, viven hombres del espacio, los cuales no se comunican en forma presencial, si no que lo hacen a través de unas pantallas ubicadas en todas las partes de su casa. Estas personas tienen pavor al encuentro en forma personal, a tocarse o incluso estar juntos en una misma habitación.
Por situaciones varias que se dan en la novela, un detective terrestre debe abandonar la Tierra por primera vez para investigar un crimen en Solaria. Al viajar allí descubre esa particular realidad.
Mientras tanto en la Tierra los habitantes viven bajo tierra por temor al espacio abierto, reservado solamente para robots que trabajan produciendo la energía y el alimento necesario para que los habitantes (humanos) que viven subterraneamente puedan vivir sin necesidades.
En ambos mundos, que a primera vista pueden parecer muy extraños, existen muchas similitudes con nuestra realidad. Sobre todo, la forma en que los temores organizan a la sociedades.
Esa capacidad que tienen los solarianos de manejar las ciencias de la creación y dominio de los robots es a su vez su fuerza y lo que los hace vulnerables. Su bendición y su condena. Lo mismo pasa con los terrícolas que no salen a la superficie su planeta por temor.
Hoy, donde se nos ofrecen multiplicidad de canales de comunicación en tiempo real, y sentimos que estamos comunicados al utilizar nuestras pantallas mientras que cada vez nos encontramos menos en persona.
Nos auto engañamos cuando decimos qué estamos “hablando” con alguien cuando en realidad estamos enviándole unas líneas de texto a través de nuestro teléfono celular. Lo mismo cuando decimos qué conversamos porque estamos comentando una foto subida en una red social
Obviamente, no niego que exista un proceso de comunicación en esos hechos, pero el sentimiento igualatorio de una actividad con otra es una mera ilusión que enmascara cual es el impacto de la tecnología en nuestras vidas y cuáles son los mecanismos que utilizan y que no vemos para hacernos cambiar un comportamiento por el otro.
¿Tenemos en claro que estamos perdiendo y que estamos ganando cuando dejamos una práctica cultural antiquísima y tan profunda para pasar a una nueva sin entender los impactos que puede tener nuestra sociabilización en nuestro relacionamiento y nuestra sociabilidad.?
Pueden acusarme de anti tecnológico o de retrógrado pero los que conocen mi realidad sabrán que estoy criticando parte del comportamiento que yo también he adquirido.
Esta reflexión incluso nace de haber leído un libro de ciencia ficción de más de 50 años de antigüedad y de estar super interesado en los temas tecnológicos. Si mencionar además que el libro fue leído, paradójicamente, en un dispositivo electrónico, como es un e-book.
Me parece importante pensar cuáles de los desarrollos tecnológicos que en principio pueden ser vistos como una fortaleza son en realidad una debilidad. Y viceversa.
No propongo un comportamiento ludita pero si una evaluación sensata de que herramientas son la mejores para construir nuestra vida. ¿Cuáles son mejores para nosotros y cuales son mejores para los dueños de las empresas que los proveen?
Cada cosa que poseemos tiene un costo. Puede ser este, económico, de tiempo invertido o de libertad cedida. ¿Reflexionamos realmente cuál es son los costos por los distintos supuestos beneficios que recibimos?
No pretendo encontrar una respuesta unívoca sino que variará según cada una de las personas que respondan estos cuestionamientos. Lo que estoy seguro es que cada día estos tiene más sentido interrogarse sobre estos temas.
Me cuesta creer que no soy el único que me encontré sin momentos de tranquilidad y desconexión para poder pensar sobre la vida vertiginosa que (llevo) llevamos.
¿Cual es tu postura en este tema?