De la beneficencia al fundraising estratégico: cómo cambió la cultura de las donaciones desde 1830

Un recorrido desde la visión moral de la beneficencia en 1830 hasta el fundraising estratégico actual. ¿Cómo evolucionó la cultura de las donaciones en Argentina? Este artículo conecta pasado y presente, y propone una mirada actualizada sobre el rol del fundraiser como facilitador de impacto.

La Aljaba

El siguiente texto fue publicado en Buenos Aires el 19 de noviembre de 1830 en La Aljaba. Dedicada al bello sexo argentino, el primer periódico argentino dirigido y escrito por una mujer, Petrona Rosende de Sierra. Esta publicación pionera, de apenas 18 números, no solo marcó un hito en la historia del periodismo femenino en el Río de la Plata, sino que también dejó valiosos registros sobre la sensibilidad social de su tiempo.

La Aljaba
La Aljaba. Dedicada al bello sexo argentino, el primer periódico argentino dirigido y escrito por una mujer, Petrona Rosende de Sierra.

 

Hoy, casi dos siglos después, reproduzco uno de sus textos titulado Beneficencia, que ofrece una mirada moral y estética sobre la compasión y el auxilio al prójimo, atributos que entonces se consideraban inherentes a la feminidad. La beneficencia, según Rosende, embellece a la mujer y la enaltece; es expresión de virtud, religiosidad y deber social.

Texto original publicado el 19 de noviembre de 1830

BENEFICENCIA
La beneficencia es una virtud que la naturaleza regaló a las mujeres: aquella las inclina a prestarse gustosas a todo cuanto demanda ese sentimiento tan propio para aumentar su belleza. ¿Cuándo es una dama más interesante que en los momentos en que ejercita actos de beneficencia? ¡Qué hermosa es entonces! ¿Cómo brillan sus ojos humedecidos por las lágrimas que le arrancan la desgracia y la pobreza?

La misma mano que ha puesto en el alma el amor que cada individuo se tiene a sí mismo, ha impreso en ella ese sentimiento de benevolencia hacia sus semejantes: por él es que los corazones bien dispuestos y generosos prueban la más dulce satisfacción y el más puro placer cuando se les presenta ocasión de hacer felices a otros. No hay una alegría comparable a la que se siente en el alma cuando se pone en acción la beneficencia.

Empleen en horabuena sus caudales las personas sin humanidad, en todos los usos que el orgullo y la vanidad pueden inventar: estarán saciados, pero no satisfechos. La alegría podrá mostrarse en sus semblantes, pero no en sus corazones. Al contrario que los que se emplean en hacer la vida de los desgraciados más dulce y soportable, a quienes los excesos de la miseria han quizá hecho desear mil veces que el día que vieron la luz primera hubiera sido el mismo de su muerte: estos seres que se deleitan en hacer la dicha de los que están privados de ella, son los que sienten las delicias de su grandeza, y a quienes debía la naturaleza privilegiar con una larga existencia sobre la tierra.

Haced felices, y lo seréis sin interrupción.
Dad al pobre, y no esperéis
Que os pida, si podéis dar,
Que es el modo de aliviar
La miseria al desgraciado
Que vino necesitado
De lo que os puede sobrar.
El hacer a otros felices
Es el más grato placer;
Es en el hombre un deber
Ser compasivo y humano,
Que grabó la sabia mano
En el corazón de aquel.
No deis por ostentación,
Ni jamás lo divulguéis,
Porque quitáis el derecho
Al mismo que socorréis.

Reflexión: del gesto caritativo a la estrategia de impacto

Lo que en 1830 era visto como un acto de sensibilidad personal y belleza moral —casi exclusivo del universo femenino— hoy, en el campo del fundraising y la gestión social, ha mutado profundamente. Pasamos de una beneficencia basada en la piedad y el deber cristiano a una práctica profesionalizada, con planificación estratégica, medición de impacto y objetivos de transformación sostenible.

Los valores éticos que inspiraban a Rosende —como la discreción en el dar, la empatía sincera, la dignidad del destinatario— siguen siendo esenciales. Pero el marco se transformó: hoy buscamos no solo aliviar la necesidad, sino también generar autonomía, movilizar recursos de manera eficiente y construir relaciones sólidas con donantes, aliados y comunidades.

Cuando un fundraiser hace bien su trabajo, no está pidiendo limosna. Está ofreciendo una oportunidad. El fundraising efectivo no es una súplica: es una conversación honesta entre valores y acción, entre quienes quieren transformar el mundo y quienes tienen los medios para hacerlo.

En ese sentido, el fundraiser es una herramienta poderosa: es el puente que conecta a las personas con causas en las que creen profundamente. Ayuda a los donantes a convertir sus intenciones en realidades tangibles, canalizando recursos hacia organizaciones que trabajan todos los días para concretar esos ideales. Es un oficio que traduce valores en impacto.

Este cambio de paradigma se ve reflejado en datos recientes: el 56% de los usuarios de Mercado Pago comenzó a donar a través del Botón Donar, una herramienta que ya permitió recaudar más de $176 millones en los últimos tres años, destinados a más de 100 organizaciones sociales.

Además, la nueva generación está marcando el pulso de una cultura solidaria distinta. Cinco de cada diez jóvenes en Argentina realizaron una donación o voluntariado en 2023, y más de la mitad proyecta involucrarse activamente con ONGs en los próximos años. El 76% se percibe solidario y quiere actuar. Esta conciencia, que en el siglo XIX se vinculaba a la virtud femenina, hoy se democratiza como una práctica ciudadana.

Releer La Aljaba en clave contemporánea nos obliga a reflexionar sobre cómo narramos la solidaridad. ¿Qué relatos sostenemos hoy para movilizar recursos? ¿Qué roles les atribuimos —explícita o implícitamente— a las mujeres, a los donantes, a quienes reciben?

La historia del fundraising también es una historia de imaginarios en disputa. Recuperar estas voces del pasado es una invitación a pensar con más profundidad cómo queremos construir el futuro.

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2 opiniones en “De la beneficencia al fundraising estratégico: cómo cambió la cultura de las donaciones desde 1830”

  1. Gracias por esta nota, Hernán.
    Me parece muy útil como disparadora de muchas reflexiones.
    Quiero resaltar la frase: “Releer La Aljaba en clave contemporánea nos obliga a reflexionar sobre *cómo narramos la solidaridad*.”

    Coincido en el rol profesional del fundraiser. ¿Lo estamos transmitiendo de manera adecuada? ¡No!

    Mientras haya gente que nos siga viendo como nuevas versiones de Rosende, algo estamos haciendo mal.
    Mientras haya gente que se sorprenda al saber que quienes trabajamos en el sector social cobramos un sueldo, algo estamos haciendo mal.
    Mientras alguien del sector diga: “Bueno, trabajo en una ONG, hacemos lo que podemos…”, algo estamos haciendo mal.
    Mientras nos sigan objetando el overhead a nosotros pero no a una pizzería, algo estamos haciendo mal.
    Y la lista sigue…

    Abrazo.

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