Después de hacer escala en Ciudad del Cabo y Johanesburgo, estoy en mi tercera y última escala: Kuala Lumpur.
Este aeropuerto enorme, que me permite conectarme al Wifi sin garpar un mango, tiene un trencito que te traslada de una terminal a otra, similar al de Miami.
Lo diferente en este caso, fue que en mi viaje en el trencito fui acompañado por unos 30 monjes. Hombres y mujeres descalzos, de cabeza rapada y solo vestidos con unas túnicas naranjas, marrones, rojas que durante los 15 o 20 minutos que estuvieron cerca mio, no emitieron palabra alguna.
Esto de viajar en contra de las horas, es complicado. Se pierde noción total del tiempo. No sé que hora es acá ni en Buenos Aires, ni cuanto tiempo estuve dentro del avión. Las noche llegó muy rapido dos veces mientras yo comía un pollo que tenía gusto a plasticola.
Ver África desde el cielo fue todo un espectáculo.
La macana que no vi ni un león.
Fotos no tengo. Se me rompió la digital y vine con una de las viejas a rollo. Veré si me compro una.
Un abrazo a todos.
Lo que importa es la memoria…si hay fotos mejor,jajajaja
Qué lindo Her, qué lindo…
Besos y que puedas tener tiempo para admirar otra cultura tan interesante.
q lastima lo de la digital, pero si tenes de las antiguas, esa q duran una eternidad…buenisimo, algo veremos.
besos y cuidate…
Como siempre usted, nutriéndose de otras culturas!
bien por vos!
buen viaje!
Muy lindo todo tu viaje y que recorras otras culturas. Hace tiempo largo que me llegan mails de tu espacio, tendriamos que saber mas de tu vida no? besos _Cle