La Crisis del Siglo: El fin del capitalismo financiero

Los terremotos que sacuden las Bolsas del mundo desde el pasado “septiembre negro” han precipitado el fin de una era del capitalismo. La arquitectura financiera internacional se ha tambaleado. Y el riesgo sistémico permanece. Nada volverá a ser como antes. Regresa el Estado…

por Ignacio Ramonet
Director de Le Monde diplomatique, España.

El desplome de Wall Street es comparable, en la esfera financiera, a lo que representó, en el ámbito geopolítico, la caída del muro de Berlín. Un cambio de mundo y un giro copernicano. Lo afirma Paul Samuelson, premio Nobel de Economía: “Esta debacle es para el capitalismo lo que la caída de la Unión Soviética (URSS) fue para el comunismo”. Se termina el período abierto en 1981 con la fórmula de Ronald Reagan: “El Estado no es la solución, es el problema”. Durante treinta años, los fundamentalistas del mercado repitieron que éste siempre tenía razón, que la globalización era sinónimo de felicidad, y que el capitalismo financiero edificaba el paraíso terrenal para todos. Se equivocaron.
La “edad de oro” de Wall Street se acabó.

Y también una etapa de exuberancia y despilfarro representada por una aristocracia de banqueros de inversión, “amos del universo” denunciados por Tom Wolfe en La Hoguera de las vanidades (1). Poseídos por una lógica de rentabilidad a corto plazo.

Por la búsqueda de beneficios exorbitantes. Dispuestos a todo para sacar ganancias: ventas de corto plazo abusivas, manipulaciones, invención de instrumentos opacos, titulización de activos, contratos de cobertura de riesgos, hedge funds… La fiebre del provecho facil se contagió a todo el planeta. Los mercados se sobrecalentaron, alimentados por un exceso de financiación que facilitó el alza de los precios.

La globalización condujo a la economía mundial a tomar la forma de una economía de papel, virtual, inmaterial. La esfera financiera llegó a representar más de 250 billones de euros, o sea seis veces el monto de la riqueza real mundial. Y de golpe, esa gigantesca “burbuja” reventó.

El desastre es de dimensiones apocalípticas. Más de 200 mil millones de euros se han esfumado. La banca de inversión ha sido borrada del mapa. Las cinco mayores entidades se desmoronaron: Lehman Brothers en bancarrota; Bear Stearns comprado, con la ayuda de la Reserva Federal (Fed), por Morgan Chase; Merril Lynch adquirido por Bank of America; y los dos últimos, Goldman Sachs y Morgan Stanley (en parte comprado por el japonés Mitsubishi UFJ), reconvertidos en simples bancos comerciales.

Toda la cadena de funcionamiento del aparato financiero ha colapsado. No sólo la banca de inversión, sino los bancos centrales, los sistemas de regulación, los bancos comerciales, las cajas de ahorros, las compañías de seguros, las agencias de calificación de riesgos (Standard&Poors, Moody’s, Fitch) y hasta las auditorías contables (Deloitte, Ernst&Young, PwC).

El naufragio no puede sorprender a nadie. El escándalo de las “hipotecas basura” era sabido por todos. Igual que el exceso de liquidez orientado a la especulación, y la explosión delirante de los precios de la vivienda. Todo esto ha sido denunciado –en Le Monde diplomatique– desde hace tiempo. Sin que nadie se inmutase. Porque el crimen beneficiaba a muchos. Y se siguió afirmando que la empresa privada y el mercado lo arreglaban todo.

La administración del presidente George W. Bush ha tenido que renegar de ese principio y recurrir, masivamente, a la intervención del Estado. Las principales entidades de crédito inmobiliario, Fannie Mae y Freddy Mac, han sido nacionalizadas. También lo ha sido el American International Group (AIG), la mayor compañia de seguros del mundo. Y el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson (ex-presidente de la banca Goldman Sachs…) ha propuesto un plan de rescate –reformado y aprobado por el Congreso de Estados Unidos– de las acciones “tóxicas” procedentes de las “hipotecas basura” (subprime) por un valor de unos 700 mil millones de dólares, que también adelantará el Estado, o sea los contribuyentes.

Prueba del fracaso del sistema, estas intervenciones del Estado –las mayores, en volumen, de la historia económica– demuestran que los mercados no son capaces de regularse por sí mismos. Se han autodestruido por su propia voracidad. Además, se confirma una ley del cinismo neoliberal: se privatizan los beneficios pero se socializan las pérdidas. Se hace pagar a los pobres las excentricidades irracionales de los banqueros, y se les amenaza, en caso de que se nieguen a pagar, con empobrecerlos aun más.

Las autoridades estadounidenses acuden al rescate de los “banksters” (“banquero-gangster”) a expensas de los ciudadanos. Hace unos meses, el presidente Bush se negó a firmar una ley que ofrecía una cobertura médica a nueve millones de niños pobres por un costo de 4 mil millones de euros. Lo consideró un gasto inútil. Ahora, para salvar a los rufianes de Wall Street nada le parece suficiente. Socialismo para los ricos, y capitalismo salvaje para los pobres.
Este desastre ocurre en un momento de vacío teórico de las izquierdas. Las cuales no tienen “plan B” para sacar provecho del descalabro. En particular las de Europa, agarrotadas por el choque de la crisis. Cuando sería tiempo de refundación y de audacia.

¿Cuanto durará la crisis? “Veinte años si tenemos suerte, o menos de diez si las autoridades actúan con mano firme”, vaticina el editorialista neoliberal Martin Wolf (1). Si existiese una lógica política, este contexto debería favorecer la elección del demócrata Barack Obama (si no es asesinado) a la presidencia de Estados Unidos el 4 de noviembre próximo. Es probable que, como Franklin D. Roosevelt en 1930, el joven Presidente lance un nuevo “New Deal” basado en un neokeynesianismo que confirmará el retorno del Estado en la esfera económica. Y aportará por fin mayor justicia social a los ciudadanos. Se irá hacia un nuevo Bretton Woods. La etapa más salvaje e irracional de la globalización neoliberal habrá terminado.

1 Anagrama, Barcelona, 1995.
2 The Financial Times, Londres, 23-8-08.

I.R.

Blogueando para la Corona

Según leo en el blog de la redacción del diario Perfil, el blog más comentado de todos los que publican es el que escribe el publicista Fernando Braga Menéndez que se titula “Blog Oficialista”

Su último post, por ejemplo, ya tiene 2648 comentarios, lo que para un blog político argentino es una cifra impresionante.

El estilo provocador de Braga despierta pasiones encontradas entre quienes odian al gobierno de los K y encuentran en el blog un lugar para hacer catarsis y quienes defiende el modelo Pingüino.

Otro K que bloguea es el legislador porteño Diego Kravetz. En su blog postea sobre su trabajo y sobre sus ideas.

Pero las nuevas tecnologías no son utilizadas sólo por el oficialismo. Justamente hoy, el diputado nacional Esteban Bullrich, otro bloguero, posteó en su Facebook una noticia publicada en Infobae que habla del tema a la que pueden acceder haciendo click aquí.

Era lógico que luego de la gran campaña que Obama realizó focalizandose mayoritariamente en los nuevos medios, los políticos locales quisieran probar, aunque sea un poco, las ventajas de la Web2.0

Sin embargo, la primera vez que sumé a un político en Facebook dudé sobre su identidad. Me parece una práctica muy interesante para ellos y para los ciudadanos. Ojalá puedan ir sumandose más y más políticos. Tener la posibilidad de una relación directa y no mediada con ellos es muy piola.

Veremos como resulta.

Discurso final de "El Gran Dictador "

Hace un tiempo me compré la colección completa de películas de Charles Chaplin y al rever “El Gran Dictador” pensé en postear el discurso final en Listao.


Fue pasando el tiempo y confieso que me olvidé, pero hoy de casualidad me topé con el fragmento deseado de esta joya del cine.

Para quienes la vieron, vale la pena recordarla, y para los que no, que sea un buen acercamiento a uno de los más grandes artistas del Siglo XX.

La guerra gaucha no es como era

Artículo de Artemio López, Director Consultora Equis

Es evidente que la capacidad de dañar al Gobierno nacional del nuevo paro agropecuario está disminuida. Su eficacia como reclamo se opaca.

Resulta evidente que la capacidad de dañar al gobierno nacional del nuevo paro agropecuario está disminuida y, en esa misma proporción, su eficacia como reclamo se opaca paulatina pero inexorablemente.

En el curso del primer conflicto, los segmentos agrofinancieros condensaron en su reclamo una vasta red de intereses y sectores sociales, entre ellos, el plexo mediático nacional -pero no sólo éste- , cuyo fin último fue expresar su descontento con la continuidad del oficialismo y golpearlo en su legitimidad al límite de lo posible. Paradojas del conflicto, los pequeños y medianos productores fueron en aquellos días los actores más activos, movidos por intereses sectoriales que coincidían en gran parte con los grandes actores del sector, y sin embargo resultaban los que menos pretensiones de confrontación estrictamente política con el oficialismo manifestaban.

Pero la dinámica reducida a cuasi guerra que adquirió aquel primer conflicto hizo que aunque dominaron con su presencia masiva las rutas los pequeños y medianos productores no marcaron el tipo ni el nivel de confrontación. Pero eso es pasado y como nada es para siempre y a pesar de que el reclamo sectorial en términos estrictamente económicos, para los segmentos de pymes agropecuarios tenga ahora mayor legitimidad que en marzo, las cosas han cambiado:

1) El daño al oficialismo ya ha sido consumado de manera profunda y duradera, tanto en términos de opinión pública como en dirección a torcer el rumbo del Gobierno, e incorporar demandas de política económica típica de los segmentos financieros -incluidos los agrofinancieros- más concentrados donde los anuncios de pago al Club de París y la reapertura del canje son apenas señales de superficie.

2) La búsqueda de provocar daño al oficialismo por parte de estos segmentos de poder económico, expresada en el nivel de virulencia de los medios de difusión de mayor capacidad de formación de opinión pública, ha disminuido en la exacta medida en que el Gobierno tomó debida nota.

3) La mega crisis internacional de proporciones y extensión temporal incierta aparece en el contexto económico y social de manera nítida y creciente y genera incertidumbre al conjunto de los sectores que apuestan al “no hagan olas”.

4) Los segmentos medios de la población han incorporado en los últimos noventa días otras preocupaciones en su agenda, dominada en el primer conflicto aún por el clima electoral de octubre de 2007 de oposición frontal y de alto voltaje a un gobierno que ya no habían votado. En especial, observan con preocupación creciente que su horizonte socioeconómico empeoró notablemente en condiciones materiales actuales y expectativas y lo hará mucho más en los meses que siguen. ¿Hay que señalar que, a diferencia de nuestros grasitas por no hablar de la vieja y entrañable Columna Vertebral, la capacidad de acompañar reclamos “ajenos” por parte de los sectores medios urbanos de alto NES y bajo pago de impuesto a las ganancias disminuye notablemente cuando se ven venir la escomúnica? De esta fea actitud de la mass media se está quejando ya Lilita en los cables, reinstalando su tradicional lamento indignado sobre có-mo-pue-de-ser-que-la-gen-te-nue-va-men-te-no-re-ac-cio-ne frente al que juzga un garito gobernante.

5) La oposición política, más allá de algunos destellos iniciales, no ha podido capitalizar el estigma abierto al oficialismo por el conflicto agrofinanciero y, en líneas generales, el archipiélago opositor sigue tan debilitado como antes del 11 de marzo en propuestas programáticas y, sobre todo, en su capacidad de estructurar una alternativa político-electoral exitosa, más allá del empeño maratónico del tío Cleto.

6) El oficialismo ha cambiado su estilo de relacionamiento con la opinión pública, no tanto con las sufridas barriadas del conurbano profundo que, por ahora, aguanta estólida su plato de lentejas, sino con los segmentos medios urbanos de alto NES que están de moda y son los que le preocupan (un poquito, tampoco la pavada).
En efecto, además de la denominada “comunicación expansiva”
cuyo autismo fue la ya emblemática conferencia de prensa de Cristina, consecuencia del retroceso sufrido por el oficialismo tras el primer conflicto con “el campo”, el Gobierno ha producido una transformación indudablemente positiva.
Incorporó finalmente para gestionar política sectorial a referentes como Cheppi y su equipo, con formación y capacidad técnica que están muy por sobre la media de la dirigencia sectorial, invirtiendo esta vez la relación tan desfavorable de poder político vs conocimiento, que dominó la primera etapa del conflicto e intento malamente disimularse con un consignismo hueco, que al fin del día jugó en contra de los intereses del oficialismo y asignó mayor legitimidad a los reclamos de los segmentos agrofinancieros.
Esta apropiación privada del conocimiento -además de la condensación de los reclamos de sectores muy diversos y su articulación con los medios masivos- logró que en el primer tramo del conflicto los segmentos agrofinancieros y sus voceros poseyeran la razón que, normalmente para la opinión pública de segmentos medios urbanos, es la que asiste a los “técnicos”, los que en el imaginario mass media “sí saben de qué hablan”.
Hoy, el conocimiento no está en poder del sector agrofinanciero sino que, al menos, se ha distribuido de manera homogénea entre los actores públicos y privados, y ése no es un dato menor. Es muy bueno para la gestión y sobre todo adecuado para la discusión mediática, por la construcción de
legitimidad de las posiciones en conflicto.
Atrás quedaron los días donde la voz
aguardentosa del gran blusero don Hugo Biolcati dictaba cátedra televisiva sobre el efecto del viagra en los toritos metrosexuales de la pampa húmeda sin que nadie osara decirle ni mú, valga la redundancia.