Andrés
Andrés nació el 3 de abril del 82. Ese día había amanecido nublado. Un cielo negro y cargado de humedad le indicó a Laura, su mamá, que Andrés vendría a este mundo. Pero la sensación era extraña, Laura siempre supo reconocer cuando las cosas no iban bien. No se equivocaba. No sobrevivió a las complicaciones del parto. Andrés estaba trabado en el vientre, eso dijeron. El papá queda fuera de este parto, estaba embarrado en Malvinas, matando ingleses.
Lo crió Pepa, su abuela materna. Ella vieja y enferma como estaba, hizo de madre y padre a la vez. Ella fue quién tomó la foto con la instantánea brasilera cuando él dio sus primeros pasos. Ella lo vestía a la mañana y lo desvestía a la hora de acostarse. Ella lo llevaba al médico cuándo le dolía algo. Ella le regaló su primer juguete, y su primer libro: Una Biblia para chicos. Ella fue, también, quién le habló del sexo, de los pecados, y de la poderosa manera de Dios de castigar a los pecadores La abuela Pepa fue quién le habló de Dios, Jesús y los apóstoles.
Ahí Andrés conoció a Andrés el apóstol…
El ejemplo fue claro: “Tu papá murió en la guerra por culpa de sus pecados”. Muchos años después Andrés entendería que en verdad su papá murió por los pecados de todos.
En el colegio era buen alumno, aunque poco participativo y muy callado. No tenía amigos, salvo su abuela, por eso en los recreos, miraba desde la ventana del aula cómo los demás parecían bestias recién salidas de una jaula tras años de encierro. Los envidiaba.
En un acto del 2 de abril la maestra le pidió que leyera un poema sobre las Malvinas. Andrés se negó sin dar demasiadas explicaciones. Ese fue su primer 1. Su primer mala nota. Su primer comunicado que empezaba con el Sres. Padres. en su cuaderno de forro azul.
Terminó la primaria con las notas más bajas del curso.
La secundaria lo recibió con otra muerte. Pepa murió de cáncer en su propia cama el primer día de clases. Andrés y sus 14 años dejaron de estudiar. Andrés ahora no sabía que hacer.
Una vecina le preparaba la comida, a cambio que él le mantenga el jardín en condiciones.
Un día la señora no abrió la puerta… Nunca más la vio. Andrés dejó de comer.
Murió a los 16 años encerrado en la misma habitación donde murió su abuela. En la misma cama donde noche a noche le hablaba y le preguntaba cosas, sin respuestas.
Se dejó ir. Allá, creía, lo esperaban sus papás. Se equivocaba.
Andrés fue el primer apóstol de esta historia.
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