Para comprender mejor como se están desarrollando los movimientos sociales y políticos de Chile, el profesor Eduardo Arriagada de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica de Chile nos ofrece una mirada en exclusiva para Listao.
Se informa poco sobre Chile. En este mundo de redes la experiencia muestra que lo emotivo genera participación y compromiso. En estos días leía sobre el famoso editor de Gawker, Neetzan Zimmerman, considerado el rey midas de lo viral gracias a su capacidad de conseguir que sus lectores hagan clicks sobre noticias de la red. Varios estudios confirman su receta: la gente comparte más lo positivo que lo negativo y comparte más lo que tiene cualquier carga de emotividad que lo que no tiene emotividad.
Durante los 70´s y los 80´s la información que el mundo recibía sobre Chile estaba cargada de de emotividad. Eran años de emotividad a raudales que hicieron tanto de Allende como de Pinochet marcas globales. Tras la recuperación de la democracia sus cambios han sido cada vez menos emotivos y su devenir tiende a estar solo en las páginas empresariales o culturales fuera de sus fronteras, salvo terremotos o “rescates a mineros”.
En el año 2011 cuando los descontentos del mundo aprovecharon este espacio de las redes sociales digitales para coordinar acciones, Chile volvió a aparecer tibiamente. Todo empezó en el norte de África al comenzar el año, luego vino el descontento de los indignados de España, el movimiento el “Occupy Wall Street”. Esto tuvo su correlato en Chile en las primeras movilizaciones masivas que se daban tras la recuperación de la democracia lideradas por movimientos ecologistas o estudiantiles. Aunque no es válido decir que ese “invierno chileno” fue gran noticia internacional, si es cierto que su rostro, Camila Vallejo, estuvo en las portadas de las principales revistas del mundo y fue mencionado en los resúmenes anuales de muchos medios que tuvieron su foco en el descontento.
Al gobierno que le tocó enfrentar esa escalada de protestas lo encabezaba el millonario empresario Sebastián Piñera que había sido elegido gracias al apoyo de los partidos de derecha. Unos meses antes, ante una movilización realizada dentro las redes sociales, la campaña “ChaoPescao”, Piñera había mostrado la misma audacia que lo tenía en los cielos de la popularidad por el rescate minero: pasó sobre la institucionalidad vigente para impedir la construcción de una central termoeléctrica de carbón cerca de un ecosistema muy valioso, y lo había hecho a pesar de que el proyecto ya había superado con éxito todos los permisos de la autoridad medioambiental.
Algunos pensamos que ante las protestas estudiantiles Piñera volvería a salirse de lo establecido. Estuve el 24 de agosto de ese año hablando en La Moneda, cuando su jefe de redes sociales nos hizo invitar con otros llamados “tuiteros influyentes” a almorzar con Sebastián Piñera. El presidente pidió que habláramos sobre cómo veíamos la contingenica y la conversación estuvo muy centrada en esos temas educacionales, varios le recomendamos “hacer historia” al tomar el tema de la reforma de la educación como un tema país y ponerlo como desafío de su gobierno.
Pocos días después pareció reaccionar en ese sentido: pasando por encima de un recién nombrado ministro de Educación que se había mostrado inflexible convocó a los líderes del movimiento a reunirse con él el sábado 3 de septiembre. Finalmente nada ocurrió, Piñera optó por iniciar un lento desgastamiento de cada uno de los movimientos que funcionó, la gente entendió que esa coalición no asumiría el desafío, había que esperar las elecciones del 2013.
En la campaña presidencial se multiplicaron las alternativas a las supuestamente gastadas coaliciones que habían monopolizado el gobierno y el parlamente desde la recuperación de la democracia. Aparecieron varias candidaturas que tomaron con claridad la bandera de las exigencias de los movimientos sociales. Por la derecha surgió con fuerza una alternativa populista, por la izquierda se repitió el plato de otro populista y además aparecieron otras tres candidaturas más radicales: una del mundo poblacional, otra de una agrupación de los movimientos políticos ligados al activismo callejero y una tercera ecologista. Con menor importancia hubo otras dos candidaturas testimoniales.
El gobierno de Piñera eligió personalmente a su ministra de trabajo para que asumiera la candidatura, luego que otras tres alternativas fueron desbancados en una lucha interna terrible. Desde el primer día la derecha política y los empresarios que financian sus campañas entendieron que habría nuevamente alternancia, de todas maneras pocos pensaron que al final esa candidatura oficialista obtendría 1,5 millones menos de votos que lo que había obtenido la derecha en las anteriores cuatro elecciones.
La alternativa fue la misma Concertación que hasta el 2010 había liderado el proceso de la transición. Para el 2013 habían conseguido recuperar desde Naciones Unidas a su figura más popular, la ex Presidenta Bachelet que dejó el gobierno con un histórico índice de aprobación del 84%, además habían conseguido ampliar el sector incorporando en el pacto llamado Nueva Mayoría al Partido Comunista como a una facción socialista que simpatiza con Chavez.
En la campaña mientras las alternativas de izquierda se comprometían a realizar una Asmblea Constituyente, reformar el sistema previsional, asegurar educación gratuita para todos, la candidata Bachelet se limitó a entregar empatía y carisma, sin comprometerse más allá de asegurar que estudiaría esos temas y trataría de llegar a acuerdos para conseguirlo.
En la previa a la elección un analista español, @cesarcalderon dijo que lo único que estaba en juego en la primera vuelta era si Bachelet arrasaba en primera vuelta o su rival, Evelyn Matthei, conseguía obligarla a una segunda vuelta. Finalmente en diciembre Bachelet consiguió la mayoría absoluta, aunque a pesar de que ahora iba con el respaldo de más fuerzas políticas no recibió más votos que lo que en forma estable ha obtenido su sector en las elecciones de los últimos 14 años.
En forma paralela a la elección presidencial se llevaron adelante elecciones parlamentarias donde consiguieron excelentes resultados varios importantes activistas de los movimientos sociales nacidos desde el 2011. Entre los grandes ganadores estuvieron los mismos líderes estudiantiles que no consiguieron nada con Piñera. Camila Vallejo y Giorgio Jackson, llegaron al Parlamento, en su mayor parte como independientes.
En el 2011 Chile salió a las calles y pidió cambios relevantes al modelo de desarrollo, la coalición de derecha en el gobierno que no estuvo dispuesta a hacerlos obtuvo una derrota histórica en la elección siguiente. En marzo asume el gobierno Michelle Bachelet, lo hace con un programa que asumiendo las críticas al modelo no asegura grandes reformas. Los cambios se verán en el parlamento, un espacio donde tampoco existen mayorías aplastantes que permitirían realizar cambios radicales.
Lo sintomático es que mientras en el Africa, España y EE.UU. los líderes de los movimientos sociales siguen en el anonimato, en Chile la Comisión de Educación del Parlamento en marzo será presidida por la comunista Camila Vallejo e integrada por quien fuera su gran socio de las movilizaciones, Giorgio Jackson.
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Mis temas son las redes y los medios, me costó escribir esto para Hernán, una materia donde acostumbro a comentar. Al releerlo creo que pequé de sutil. Lo que implícitamente quise decir es que en Chile la clave está en la inteligencia coleciva del electorado que se resumen en la formación de mayorías y minorías. Los chilenos acaban de pedirle a la derecha que de un paso al costado porque no enfrentaron el problema más grande y le dio una oportunidad mas a la otra coalición porque demostró en la campaña que estaba en sintonía con los cambios. Pero la ex presidenta Bachelet no ganó en primera vuelta ni obtuvo un respaldo parlamentario tan mayoritario, tuvo que exponerse a los debates que trató de evitar y sufrió a pesar del descalabro de la alianza. Esos votantes prácticamente trollearon a algunas de las campañas alternativas como las de Claude, Parisi o Jocelyn Holts, quienes tuvieron resultados paupérrimos en proporción a sus promesas, Es un votante previsible.