En un barrio cualquiera, uno mira hacia arriba y lo que ve son techos: de fábricas, de supermercados, de depósitos. Todos planos, grises, aburridos. Nadie sospecha que ahí arriba, en ese borde donde el viento choca y se acelera, podría estar la próxima revolución energética.
Eso mismo pensó una ingeniera en Estados Unidos, que un día, tomando una cerveza en un bar, miró los edificios de enfrente y se dio cuenta de que ese viento desaprovechado podía transformarse en electricidad. Así nació la idea de instalar turbinas casi invisibles en el borde de los techos. Pequeñas, discretas, pero capaces de producir hasta un cuarto más de energía cuando se combinan con paneles solares.
Lo que significa para nosotros en América Latina
En América Latina, donde los cortes de luz son parte de la vida y las facturas a veces se vuelven impagables, la idea suena casi utópica. ¿Te imaginás un galpón en La Matanza, un hipermercado en Lima o una planta textil en Medellín generando su propia energía, sin depender tanto de la red eléctrica?
Esto no es ciencia ficción. Si se replica en la región, cada techo podría transformarse en una pequeña usina. Y lo mejor: no tiene el impacto social y ambiental de los grandes parques eólicos o solares. Estos parques requieren enormes extensiones de tierra y suelen enfrentar conflictos con comunidades locales.
Las trabas de siempre
Claro, no todo es tan simple. Importar la tecnología cuesta, los marcos legales todavía son difusos y el lobby de las empresas energéticas pesa fuerte. Pero hay algo que juega a favor: nuestros techos abundan, el sol sobra y el viento no se toma feriados.
Si los gobiernos entendieran que este tipo de innovación democratiza el acceso a la energía —y lo apoyaran con incentivos como hicieron con la energía solar en Chile o Brasil—, podríamos estar frente a un cambio profundo.
El futuro en el borde del techo
La escena es fácil de imaginar: un techo que parece como todos, pero que esconde un secreto. En lugar de un tanque oxidado, hay una turbina discreta. Gira silenciosa con el viento nocturno. Genera luz para el barrio, para el negocio, para la vida.
Quizás dentro de unos años, cuando miremos hacia arriba, ya no veamos solo cemento: veremos movimiento, veremos futuro. Y ese futuro va a estar soplando desde los bordes de nuestros techos.
Si querés ver cómo funcionan estas turbinas casi invisibles, y cómo podrían transformar los techos de América Latina en fuentes de energía limpia, te invito a visitar la página de Accelerate Wind. Descubrí con tus propios ojos esta innovación que ya está cambiando la forma en que pensamos la energía.
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