La antigua Union Sovietica

Durante la Guerra Fría, la revista Times publicó este mapa en su edición del 10 de marzo de 1952, en donde se representa un creciente “amenaza comunista” que se desliza desde la antigua Unión Soviética y que podría llegar a hundir a toda Europa.

El uso de los colores y la perspectiva refuerza la sensación del peligro de los países que aún estaban “libres” del comunismo de ser conquistados por el “peligro rojo”.

Esta eficaz estrategia psicológica evidenciada en este mapa es una utilización innovadora para ese momento de la propaganda en este trabajo realizado por R. M. Chapin, el principal cartógrafo de mapas políticos de Times.

Cualquier parecido con la actualidad de los medios norteamericanos y las guerras de los últimos años es pura coincidencia.

¿No?

La Regla de Oro

La propuesta de “Charter for Compassion” es simple. Si bien, en la actualidad las religiones están siendo usadas como excusa para la violencia y el extremismo, todas ellas tienen en sus bases una regla fundamental: “No le hagas al otro, lo que no querés que te hagan a vos”.

Y proponen impulsar el sentido de compasión sin importar los credos, ni razas, ni países, invitando a los visitantes a dejar sus historias en el sitio. Algo así como un “Imagine” de Lennon pero versión 2.0.

Aquí el video presentación con subtítulos en español

La crisis se expresa en las calles

Lo vi en la portada de Meneame, y entré al blog Fogonazos

, donde encontré una muy buena selección de grafitis donde artistas populares expresan los sentimientos sobre esta crisis económica que asustá al mundo, especialmente a los países centrales.


¿Quién dijo crisis? Santiago de Compostela, España.
Imagen: Seretuaccidente (Flickr)

Fachada de un establecimiento de Washington Mutual en California, EEUU.
Imagen: goabove.com


“La economía ha muerto. Viva la crisis”. Rouen, Francia.
Imagen: Môsieur J (Flickr)


“Dejadlos comer crack”, por Banksy, en Nueva York (EEUU)
Imagen: Sarita Colonia (Flickr)


Robanco, Caracas (Venezuela)
Imagen: thiskidgotmoxie (Flickr)
“Paremos la especulación”, Lisboa (Portugal)
Imagen: -shock- (Flickr)


“Coge el dinero y corre”, Viena (Austria)
Imagen: stormgrass (Flickr)


“Desnudo”, Nuart 2008 (Noruega)
Imagen: Romanywg (Flickr)
Cash Money, Caracas (Venezuela).
Imagen: thiskidgotmoxie (Flickr)


Grafiti de Pobel en el Cans Festival, Londres (UK)
Imagen: wottalotapixels (Flickr)


Vomitando la crisis, Cans Festival, Londres.
Imagen: Jef Aerosol (Flickr)


“Los ricos se mean sobre nosotros y los medios dicen que llueve”. Manchester (UK).
Imagen: eddiemalone (Flickr)


Águila cerca de un cajero, Baltimore (EEUU).
Imagen: randombit (Flickr)
“Menos hipoteca y más discoteca”, Granada (España)
Imagen: mightyamanda (Flickr)


Entrevista al arzobispo Desmond Tutu: "Debemos repensar el sistema económico internacional"

El arzobispo Desmond Tutu fue el primer negro en ordenarse obispo anglicano en Sudáfrica. Un anciano estadista cuya voz se alzó contra el régimen racista del apartheid en ese país. Esta lucha lo puso en ojos del mundo por primera vez a comienzos de los 80´s y luego en 1984 le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz.

Hoy es un negociador internacional, un hombre buscado como consejero por los dirigentes de todas partes del mundo, y un maestro de la paz, la justicia y la no violencia en los principales colegios y universidades de todo el mundo.

Tutu dijo a IPS que la actual crisis financiera mundial pone de manifiesto que algo está mal con el “libre mercado” y pide una revisión de los fundamentos del capitalismo. Dijo que los gobiernos africanos deben formar cárteles para proteger a sus instituciones, si las naciones occidentales son la protección de sus propias empresas financieras, lamentó que la dirigencia política y religiosa africana haya fracasado en Zimbabwe, y saludó la perspectiva de una presidencia de Barack Obama en los EE.UU.

IPS: ¿Cómo cree que la crisis financiera mundial afectará a la Metas de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas?

DT: Por supuesto, si no hay dinero de los países ricos, va a ser muy difícil para los países en desarrollo alcanzar esos objetivos. Pero espero que la gente mire con más detenimiento al sistema económico internacional, porque eso es en muchos sentidos el fondo del problema. O podríamos decir que tienen que ver los principios fundamentales del capitalismo, porque creo que el capitalismo tiende a alentar algunos de los aspectos menos nobles de nuestras personalidades.

IPS: Las naciones occidentales están luchando contra la crisis financiera a través de intervenciones de los gobiernos y los bancos centrales. Pero en África, la Unión Europea siguen recomendando más libre comercio y menor intervención del gobierno. ¿Existe una voluntad por parte de los gobiernos africanos a resistirse a esas políticas?

DT: Estamos destinados a vivir en una comunidad de interdependencia. Si seguimos tratando a los demás como extraños, entonces estaremos en problemas. Espero que a pesar de que estemos hablando desde posición de debilidad, debemos decir, “No, queremos una reforma del sistema económico “.

Porque ellos dicen «liberalicen, no coloquen barreras al comercio”. Pero ¿qué hacen ellos?
En la Unión Europea tienen todos estos enormes subsidios agrícolas por los que pagan dos dólares al día por cada vaca. Hay millones de personas en el mundo que viven con menos de eso.

Y ellos no dicen nada de sus regulaciones que ponen barreras que hacen que sea difícil para las mercancías de los países en desarrollo, competir en condiciones justas en sus mercados.

Pero ahora creo que se van a encontrar en un problema para decirles a los gobiernos centrales que no deben intervenir. Han intervenido masivamente y ha dicho que tienen “libre mercado”. No sé que tan “libre” es realmente.

IPS: Los Acuerdos de Asociación Económica (EPA) que se está negociando entre África y Europa son en gran medida vistos como que pueden socavar el potencial de crecimiento y desarrollo de África. ¿África no tienen la responsabilidad de poner en marcha medidas preventivas cuando se entra en esos acuerdos internacionales?

DT: Creo que tienen ahora una mejor posibilidad de hacerlo. Tenemos que admitir que, en cierta medida, que es culpa nuestra el haber permitido que nuestros dirigentes participaran masivamente en actos de corrupción, que solo buscaran su propio interés y no servir al prójimo. Mirá lo que le pasó a Zaire [actualmente República Democrática del Congo], por ejemplo, un país muy rico pero sabemos que mucha de su riqueza fue escondida en cuentas bancarias suizas y cosas de ese tipo. Tenemos que decirles a nuestros dirigentes que deben rendir cuentas a su pueblo y exigir que no utilicen sus posiciones para enriquecerse ilícitamente, y que están allí para el bien de la las personas.

IPS: Los gobiernos africanos han sido objeto de críticas por no tomar una postura dura en contra de Robert Mugabe en Zimbabwe. La solución política es muy frágil. ¿Ud qué sugiere?

DT: He dicho al principio que la forma en que se comportan estos dirigentes me avergüenza. Y yo estaba hablando no sólo de los dirigentes políticos, sino además los líderes religiosos. No podemos ver a tantos miembros de nuestros pueblos que sufren gravemente con el fin de mantener en el poder a alguien que sin duda fue un luchador por la liberación, quizás durante los primeros 10 años de libertad en Zimbabwe. Pero no podemos dejar de pensar en las matanzas.Él había ayudado a hacer de Zimbabwe un lugar es mejor pero es terrible si pensamos lo que pasó después.
IPS: En vísperas de la independencia africana, la mayoría de las empresas creadas por los dirigentes africanos fueron vendidos a las empresas multinacionales. Con la actual crisis financiera, las naciones occidentales son la protección de sus propias empresas. El presidente francés Nicolás Sarkozy dijo al Parlamento Europeo la semana pasada para crear fondos de riqueza soberana de proteger a sus empresas desde el extranjero “depredadores”. ¿Cuál es la lección de África?

DT: Bueno, yo espero que nuestros dirigentes se han aprendido y que debería formar cárteles … tal vez. Que unan sus fuerzas y decir “nos negamos a ser siendo presionados”. Muchos de nuestros países todavía disponen de los recursos que el mundo desarrollado necesita. Y tenemos que ser capaces de decir “miren, a partir de ahora queremos tener un trato más justo del que hemos tenido hasta ahora”.

IPS: ¿Cuáles son las consecuencias para África de una presidencia de Barack Obama? (Nota del autor del Blog: La entrevista fue dada antes de las elecciones presidenciales)

DT: Sólo quiero decir que rezo para que los votantes americanos hagan lo correcto. Va a ser, en mi opinión, una cosa fantástica para la gente de color en todo el mundo. Pero cuando vemos cómo fue recibido en Alemania, te das cuenta de que no es sólo para gente de color, que va a ser una nueva época. Una nueva era amanecerá cuando Obama entre en la Casa Blanca.

A veces la gente habla de anti-americanismo en el extranjero. Sin duda existe un resentimiento en la mayor parte del mundo hacia una arrogante unilateral de Estados Unidos que es vista como como un gran niño matón que se niega a firmar los Protocolos de Kyoto, cuando el resto del mundo está diciendo el cambio climático es una amenaza muy real a la continua existencia de la especie humana. Además cuando la mayor parte del mundo firmó sus propios estatutos que establecen la dependencia de la Corte Penal Internacional, los Estados Unidos dicen que no aceptarán esa corte. La invasión de Irak además se ha convertido en una horrenda catástrofe.

Espero también que la nueva administración diga “vamos a librar América de la horrible marca de la Bahía de Guantánamo, que no vamos a ser un país que permita la posibilidad que de cosas como Abu Ghraib ocurran”

IPS: África del Sur ha estado mucho en las noticias últimamente y usted ha sido muy crítico del ex presidente Thabo Mbeki. ¿Qué espera de la nueva transición?

DT: Una de las cosas notables ha sido el hecho de que el cambio ocurrió sin derramamiento de sangre o lo que sea. Es bastante inusual que un presidente en nuestra parte del mundo, cuyo mandato no ha terminado, de un paso al costado como hizo Thabo Mbeki. [Generalmente] invocan a los militares y por lo general hay una gran cantidad de derramamiento de sangre. Por lo tanto, la transición ha tenido lugar.

Pero tengo que decir que nuestro nuevo presidente es una persona atractiva. Él es un hombre modesto, con personalidad y algunos de los cambios que han hecho son muy importantes como en el ministerio de salud – que debería obtener un nuevo ministro de Salud, que hable sobre el SIDA y así sucesivamente. Hay muchas ventajas. La preocupación acerca de la transición es, obviamente, tiene que tener en cuanta a Jacob Zuma. No sabemos si la autoridad nacional volverá a acusarlo ya que podría causar algunos disturbios.

IPS: Después de que el Congreso Nacional Africano (ANC) se elevó a la cima del poder, algunos argumentan que ha habido un constante anhelo por la mayoría pobre y negra de Sudáfrica de lograr la igualdad económica. Pero el problema, dicen los críticos, es que el liderazgo del ANC, está desconectado de la base. ¿Qué le parece?

DT: Una cosa muy preocupante ha sido la brecha entre los ricos y los pobres se fue ensanchando. Y me han dicho que las personas que van a ser resentidos y decir «¿Dónde está este dividendo de la paz?” Si usted va a Sudáfrica una de las primeras cosas que impacta – cuando se vuela a Ciudad del Cabo – es ver las chozas de los pobres.

Una solución podría ser algo similar a un plan Marshall. Europa volvió a ponerse de pie después de la Segunda Guerra Mundial porque Europa tuvo la ayuda del Plan Marshall. Usted tiene un gobierno que tiene que hacer frente a la herencia del apartheid, pero también tiene que hacer frente a las exigencias contemporáneas y las necesidades y expectativas de su pueblo. Y eso es duro.

Sigo diciendo a la gente “recuerden que hemos sido libres por sólo 14 años”
Norteamérica se convirtió en libre en el 1700 y todavía tiene que hacer frente a las desigualdades. Los niveles de pobreza aquí [en EEUU] puede ser bastante chocante. Así que digo que nos den tiempo porque una de las cosas sorprendentes es que África del Sur tenga la estabilidad que tiene. Que sigue siendo asombroso. ¿Ves unos titulares en las noticias noticias “viciosa carrera de disturbios “y pensás que es Sudáfrica. Y cuando lees más descubrís que se refiere a Manchester, Inglaterra.

Fuente: IPS

El fin de la arrogancia

El escritor y periodista argentino Tomás Eloy Martínez analiza el futuro de la política norteamericana en un artículo publicado en LA NACION

Hace ocho años, cuando la Corte Suprema de Justicia seleccionó a George W. Bush presidente de los Estados Unidos al darle así la espalda al resultado de las elecciones populares, en las que había triunfado Al Gore, el superávit del país era de 559.000 millones de dólares. Quienquiera que gane las elecciones del próximo martes, deberá remontar una realidad opuesta: afrontará una deuda de casi 400.000 millones, más una guerra sin fin, la mayor crisis financiera de la historia y los valores morales en jaque por las leyes patrióticas que atropellan derechos constitucionales y por decisiones ejecutivas que justifican la tortura.

Barack Obama, probable ganador del martes, ha declarado que la verdadera pregunta en esta elección no es si el pueblo norteamericano está mejor de lo que estaba cuando asumió Bush, si no si lo estará dentro de cuatro años, cuando el nuevo presidente termine su mandato. Su promesa de cambio se ha sostenido con el lema “Sí, podemos”, pero acaso cuando llegue a la Casa Blanca descubrirá que se puede poco y nada. No hay dinero para proporcionar cobertura médica, educación y asistencia social ni para crear la infraestructura que la industria y el comercio necesitan desesperadamente ni para desarrollar energías sustentables. No hay cómo pagar eso. Es posible que el presupuesto de 80.000 millones con el que pensaba sostener su programa de salud para todos los niños ya se haya evaporado en el rescate de una sola de las compañías en peligro, la aseguradora AIG.

Si el electorado confía en él es porque Obama ha demostrado que tiene talento e imaginación para derribar todos los pronósticos. En sólo cuatro años, emergió de la nada, ganó las primarias de su partido enfrentando a una Hillary Clinton que parecía invencible y va en camino de convertirse en el primer presidente negro de un país donde hace apenas medio siglo no se permitía a los negros de algunas regiones del sur compartir con los blancos los ómnibus urbanos ni los baños públicos. Un político que ha sido capaz de llegar tan lejos con tanto viento en contra bien podría, suponen los votantes, rescatar a los Estados Unidos de su horizonte de cenizas.

En el círculo de las finanzas norteamericanas, se habla de un invierno nuclear en el que nada crece. Durante septiembre, se esfumaron 160.000 empleos y Chrysler acaba de anunciar otros 2000 despidos. Los precios de las casas bajaron el 16,6 por ciento en promedio, con extremos del 31 por ciento, en Las Vegas, y del 25 por ciento, en Miami, en Los Angeles y en San Francisco. Cientos de miles de millones volaron en el casino alegre de Wall Street, al llevarse buena parte de los ahorros jubilatorios.

Si el precio de la gasolina cayó a la mitad, no sucede lo mismo con los alimentos. Se venden menos remedios en las farmacias, y ésa es otra luz de alarma. Las ejecuciones inmobiliarias siguen, porque toda la ayuda del Estado se orienta a las instituciones bancarias y financieras que tambalean, no a los propietarios que ya no consiguen pagar las cuotas de las hipotecas.

Antes de la catástrofe, los norteamericanos medios recibían unas cinco ofertas diarias de tarjetas de crédito en sus buzones de correo, y algunas menos en sus direcciones de e-mail. Ahora, desde que los usuarios se han atrasado en los pagos y no pueden hacer frente a las deudas multiplicadas por los intereses de vértigo, las ofertas desaparecen. En su lugar, llegan cartas que informan sobre recortes drásticos en los límites del crédito.

Por ardua y veloz que sea la caída, es un despropósito comparar esta crisis con la de 1929 y pensar que la solución de aquellos años podría aplicarse ahora. Franklin D. Roosevelt puso en marcha el New Deal con el producto bruto interno reducido en la tercera parte. Este año, al contrario, el PBI creció hasta que se vieron hacia junio o julio las primeras señales de una caída, que comenzó con la venta de papeles sobre créditos inmobiliarios sin respaldo. Durante la Gran Depresión, el desempleo afectó a la cuarta parte de los trabajadores; con el desgobierno de Bush aumentó, pero no pasa del 6,1 por ciento hasta la fecha.

Los Estados Unidos no son ya los mismos. Si algo queda del Estado benefactor de Roosevelt hay que buscarlo ahora en la socialdemocracia europea, con su mayor regulación, su seguridad social y sus impuestos altos. Y aun allí los gobiernos debieron salir al rescate de sus sistemas financieros. Porque tampoco el mundo es el mismo.

Ha llegado “el fin de la arrogancia”, como señalaba en uno de sus titulares la revista alemana Der Spiegel. La caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética dejaron al capitalismo occidental y a su mayor potencia militar, los Estados Unidos en el lugar de máxima influencia. “Durante cincuenta años, observó Eric Hobsbawm, tuvimos la suerte de que dos imperios se controlaran mutuamente. Era más agradable vivir en uno que vivir en el otro, pero se mantenían a raya entre sí. Que uno de los conquistadores del mundo desapareciera enfermaba al otro de megalomanía: ésa es una especie de enfermedad laboral en los imperios que no ven límites en su poder militar. El mundo es un lugar demasiado complicado para que lo maneje una sola mano desde Washington.” Naomi Klein habla del “capitalismo del desastre” y retrata la gestión de Bush que, sin los atentados del 11 de septiembre de 2001, acaso hubiera durado la mitad: “Bush aprovechó la oportunidad generada por el miedo a los ataques para lanzar la guerra contra el terrorismo, pero también para garantizar el desarrollo de una industria exclusivamente dedicada a los beneficios”. Klein define el modelo como corporativista y describe sus características: “Una gran transferencia de riqueza pública hacia la propiedad privada a menudo acompañada por un creciente endeudamiento, el incremento de las distancias entre los inmensamente ricos y los pobres descartables y un nacionalismo agresivo que justifica un cheque en blanco en gastos de defensa y seguridad”.

Entre las encuestas electorales, que en general dan a Obama una ventaja de más de siete puntos sobre el candidato republicano John McCain, se filtró esta semana una de Conference Board que revela una caída abismal en el índice de confianza del consumidor: del 61,4 por ciento en septiembre al 38 por ciento en octubre. La mitad de los consultados piensa que el mercado de trabajo y la capacidad de compra se desbarrancarán.

Aunque el racismo emerge como elemento de decisión de voto uno de cada tres norteamericanos conoce a alguien que no votará a Obama por ser negro y dos neonazis planificaban un atentado en su contra, al candidato demócrata se le ha simplificado el tramo final de la campaña. “McCain quiere darles más a los millonarios y a las grandes corporaciones, mientras espera que la prosperidad se derrame sobre el resto”, ha dicho. Ocho de cada diez norteamericanos creen que el país de Bush avanza en la dirección equivocada.

McCain, en cambio, se queja de que su mensaje no llega a la gente con claridad. Desde el comienzo de la crisis, propone nuevas regulaciones para el sistema financiero y habla pestes del salario de los ejecutivos que causaron el desastre, pero esas palabras son más creíbles en boca de su adversario, que meses antes de las primeras luces rojas ya proponía reestructurar las normas que rigen a las entidades crediticias y de inversión, al exigir la supervisión federal y el derecho de los accionistas a decidir el sueldo de los ejecutivos.

Obama dijo en uno de sus últimos actos proselitistas: “En una semana, podemos dar vuelta la página y dejar atrás las políticas que pusieron la avaricia y la irresponsabilidad de Wall Street por delante del trabajo duro y los sacrificios de gente como ustedes”.

Setenta y siete días después de este 4 de noviembre, acaso le toque a él ver si puede dar vuelta la página y crear un marco financiero factible para el siglo XXI, restaurar los valores republicanos perdidos, respetar la autodeterminación de los pueblos y encontrar un papel para los Estados Unidos que no sea el de guardián decadente del mundo.

Celulares contra la Guerra

La semana pasada una coalición de estudiantes y activistas le pidieron a los usuarios de celulares que apagaran sus teléfonos en solidaridad con los habitantes de la República Democrática del Congo, donde ya han muerto millones como resultado del conflicto por el coltán, un mineral que se usa para la fabricación de teléfonos celulares.

Friends of the Congo (Amigos del Congo) con la ayuda de estudiantes universitarios de todo el mundo hicieron este boicot como parte de “Break the Silence Week”, un esfuerzo que se realiza para que el mundo y especialmente los usuarios de celulares tomen conciencia de la guerra civil en el Congo y la incidencia directa que los minerales como el coltán tienen en este conflicto.

En el sitio “Break the Silence Week”, podés encontrár un listado con eventos que se llevaran a cabo en distintas ciudades del mundo.

“Obama es parte de la clase privilegiada, es un blanco que tomó dos horas de sol”

El Dr. Roberto Amenta, médico de cabecera de nuestra familia desde hace casi 50 años, me envía esta interesante entrevista que Diego Valenzuela le realizó a Noam Chomsky en la que el lingüista norteamericano analiza a Barak Obama y su posible gobierno.

Les recomiendo también prestar atención a la última pregunta del reportaje.

Impacta entrar al Massachusetts Institute of Technology (MIT). Su edificio central recuerda a la Grecia antigua, pero pronto uno se da cuenta de que está en una de las universidades más avanzadas del mundo, con sus edificios vanguardistas y cargados de innovación arquitectónica. Noam Chomsky trabaja en el piso 8 del State Center, famoso por su diseño futurista. El ámbito es estimulante. Me recibe la secretaria de Chomsky con su perro, un caniche negro, al que lleva al trabajo casi todos los días. Chomsky ocupa una luminosa oficina del departamento de linguística y filosofía del MIT. Es un referente intelectual de los Estados Unidos, aunque su presencia en los medios locales es realmente limitada. Es que este profesor se encuentra bastante a la izquierda de todo el sistema político norteamericano.

En su percepción, no existe democracia verdadera en los Estados Unidos. Le pregunto dónde ve una democracia funcionando, y me responde: “En Bolivia”. Cree que la probable llegada de un negro a la presidencia de los Estados Unidos es consecuencia de las luchas de los movimientos sociales desde los años 60, aunque afirma que la segregación racial continúa en el país de forma más sutil. Me sorprende su visión de la crisis económica: piensa que es resultado de un sistema que no es verdaderamente liberal y de competencia.

—¿Qué significa que un negro esté cerca de la presidencia?

—Es resultado de 40 años de luchas, del trabajo de los activistas de los derechos civiles desde los años 60, del movimiento feminista en los 70, del movimiento de solidaridad, de los ambientalistas y últimamente de la corriente que lucha por una justicia global. La consecuencia es una sociedad más civilizada, se han roto barreras, y esto permite que aparezca gente que piensa diferente. Esto explica que tengamos un afroamericano o mujeres en la carrera presidencial. Lo vemos incluso en las entrevistas a gente de los estados del sur.

—¿Es un cambio Obama?

—Habría que ver qué significa “cambio”. Para ver negros verdaderos hay que ir a los suburbios de Boston, no a Harvard. Obama es un hombre de clase media alta, liberal, que estudió en Harvard, no es lo que yo veo en mi barrio, en los suburbios. El corte con él no es racial, sino social. Obama es parte de la clase privilegiada, es casi un blanco que tomó un par de horas de sol en la playa.

—Desde Kennedy y los movimientos de los derechos civiles se ha avanzado en la integración de los negros. ¿Sobrevive la segregación?

—Por supuesto. Hay formas diferentes de segregación, como el sistema de transporte. Cambridge (donde está Harvard) está blindada. Hace rato que se plantea extender el subte a los suburbios, pero no se realiza nunca. No es lo mismo tardar 10 minutos que 40 en llegar al centro o a Cambridge. El sistema de transporte es una forma de mantener a los negros alejados. Hay formas sutiles de discriminación y explotación. Además, no hay sólo segregación racial sino social. Hubo proyectos de integración escolar que no rindieron frutos.

—¿Qué dice de la campaña?

—Los candidatos son productos de marketing, creados por los asesores y las firmas de relaciones públicas. Con Bush ya lo hicieron y les salió bien: un muchacho común, al que le gusta la cerveza y estar en su rancho. Hasta creo que lo han entrenado para que hable mal o pronuncie mal algunas palabras.

—Los Estados Unidos están entrando en una inédita crisis. ¿Cómo se llega a esto en la mayor potencia capitalista?

—Hubo una propaganda del mismo sistema para que la gente compre y se endeude. Ahora que todo se complica, la gente quiere “cambio”. Pero la realidad es que el sistema fabrica consumidores, y es la forma de que no molesten. Vea si no los avisos publicitarios de los autos, o de cualquier producto: ya ni informan de las cualidades del mismo, no fomentan la existencia de un consumidor informado que toma decisiones racionales. Así se crea una burbuja, que Greenspan se rehusó a parar. Hay una creencia casi religiosa de que los mercados se regulan solos, algo que no tiene base empírica fuerte. Es lo que les conviene a los poderosos en el corto plazo, y en el largo ya veremos. Lo cierto es que los mercados son ineficientes, no consideran externalidades. Si yo le vendo un auto, nadie se preocupa por lo que esa transacción genera para otros: polución, aumento del precio del petróleo, congestión en las calles. Ni los mercados son eficientes ni los consumidores son informados y racionales, es algo muy distinto de lo que venden de la libre competencia.

—¿Cómo salen de esto?

—El público paga. Ahora veremos una socialización de los costos a través del Estado, esto no es nuevo. Siempre el sector estatal subsidia al privado, es el que hace el trabajo duro. Es el que hace las grandes inversiones para crear las computadoras, Internet o los aviones. El sistema se mueve con subsidio estatal y cuasi monopolios, pero lo llaman capitalismo. Ahora le toca al sector bancario.

¿Qué tipo de democracia es hoy Estados Unidos?

No vivimos aquí en democracia. Bolivia es realmente una democracia, donde manda la voz de la gente. Acá gobiernan los intereses económicos. La gente odia pagar impuestos porque siente que le están robando su dinero. La propaganda les ha hecho creer que el Estado es un alien que los roba. Por eso lo odian y por eso todos hablan contra Washington

La Crisis del Siglo: El fin del capitalismo financiero

Los terremotos que sacuden las Bolsas del mundo desde el pasado “septiembre negro” han precipitado el fin de una era del capitalismo. La arquitectura financiera internacional se ha tambaleado. Y el riesgo sistémico permanece. Nada volverá a ser como antes. Regresa el Estado…

por Ignacio Ramonet
Director de Le Monde diplomatique, España.

El desplome de Wall Street es comparable, en la esfera financiera, a lo que representó, en el ámbito geopolítico, la caída del muro de Berlín. Un cambio de mundo y un giro copernicano. Lo afirma Paul Samuelson, premio Nobel de Economía: “Esta debacle es para el capitalismo lo que la caída de la Unión Soviética (URSS) fue para el comunismo”. Se termina el período abierto en 1981 con la fórmula de Ronald Reagan: “El Estado no es la solución, es el problema”. Durante treinta años, los fundamentalistas del mercado repitieron que éste siempre tenía razón, que la globalización era sinónimo de felicidad, y que el capitalismo financiero edificaba el paraíso terrenal para todos. Se equivocaron.
La “edad de oro” de Wall Street se acabó.

Y también una etapa de exuberancia y despilfarro representada por una aristocracia de banqueros de inversión, “amos del universo” denunciados por Tom Wolfe en La Hoguera de las vanidades (1). Poseídos por una lógica de rentabilidad a corto plazo.

Por la búsqueda de beneficios exorbitantes. Dispuestos a todo para sacar ganancias: ventas de corto plazo abusivas, manipulaciones, invención de instrumentos opacos, titulización de activos, contratos de cobertura de riesgos, hedge funds… La fiebre del provecho facil se contagió a todo el planeta. Los mercados se sobrecalentaron, alimentados por un exceso de financiación que facilitó el alza de los precios.

La globalización condujo a la economía mundial a tomar la forma de una economía de papel, virtual, inmaterial. La esfera financiera llegó a representar más de 250 billones de euros, o sea seis veces el monto de la riqueza real mundial. Y de golpe, esa gigantesca “burbuja” reventó.

El desastre es de dimensiones apocalípticas. Más de 200 mil millones de euros se han esfumado. La banca de inversión ha sido borrada del mapa. Las cinco mayores entidades se desmoronaron: Lehman Brothers en bancarrota; Bear Stearns comprado, con la ayuda de la Reserva Federal (Fed), por Morgan Chase; Merril Lynch adquirido por Bank of America; y los dos últimos, Goldman Sachs y Morgan Stanley (en parte comprado por el japonés Mitsubishi UFJ), reconvertidos en simples bancos comerciales.

Toda la cadena de funcionamiento del aparato financiero ha colapsado. No sólo la banca de inversión, sino los bancos centrales, los sistemas de regulación, los bancos comerciales, las cajas de ahorros, las compañías de seguros, las agencias de calificación de riesgos (Standard&Poors, Moody’s, Fitch) y hasta las auditorías contables (Deloitte, Ernst&Young, PwC).

El naufragio no puede sorprender a nadie. El escándalo de las “hipotecas basura” era sabido por todos. Igual que el exceso de liquidez orientado a la especulación, y la explosión delirante de los precios de la vivienda. Todo esto ha sido denunciado –en Le Monde diplomatique– desde hace tiempo. Sin que nadie se inmutase. Porque el crimen beneficiaba a muchos. Y se siguió afirmando que la empresa privada y el mercado lo arreglaban todo.

La administración del presidente George W. Bush ha tenido que renegar de ese principio y recurrir, masivamente, a la intervención del Estado. Las principales entidades de crédito inmobiliario, Fannie Mae y Freddy Mac, han sido nacionalizadas. También lo ha sido el American International Group (AIG), la mayor compañia de seguros del mundo. Y el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson (ex-presidente de la banca Goldman Sachs…) ha propuesto un plan de rescate –reformado y aprobado por el Congreso de Estados Unidos– de las acciones “tóxicas” procedentes de las “hipotecas basura” (subprime) por un valor de unos 700 mil millones de dólares, que también adelantará el Estado, o sea los contribuyentes.

Prueba del fracaso del sistema, estas intervenciones del Estado –las mayores, en volumen, de la historia económica– demuestran que los mercados no son capaces de regularse por sí mismos. Se han autodestruido por su propia voracidad. Además, se confirma una ley del cinismo neoliberal: se privatizan los beneficios pero se socializan las pérdidas. Se hace pagar a los pobres las excentricidades irracionales de los banqueros, y se les amenaza, en caso de que se nieguen a pagar, con empobrecerlos aun más.

Las autoridades estadounidenses acuden al rescate de los “banksters” (“banquero-gangster”) a expensas de los ciudadanos. Hace unos meses, el presidente Bush se negó a firmar una ley que ofrecía una cobertura médica a nueve millones de niños pobres por un costo de 4 mil millones de euros. Lo consideró un gasto inútil. Ahora, para salvar a los rufianes de Wall Street nada le parece suficiente. Socialismo para los ricos, y capitalismo salvaje para los pobres.
Este desastre ocurre en un momento de vacío teórico de las izquierdas. Las cuales no tienen “plan B” para sacar provecho del descalabro. En particular las de Europa, agarrotadas por el choque de la crisis. Cuando sería tiempo de refundación y de audacia.

¿Cuanto durará la crisis? “Veinte años si tenemos suerte, o menos de diez si las autoridades actúan con mano firme”, vaticina el editorialista neoliberal Martin Wolf (1). Si existiese una lógica política, este contexto debería favorecer la elección del demócrata Barack Obama (si no es asesinado) a la presidencia de Estados Unidos el 4 de noviembre próximo. Es probable que, como Franklin D. Roosevelt en 1930, el joven Presidente lance un nuevo “New Deal” basado en un neokeynesianismo que confirmará el retorno del Estado en la esfera económica. Y aportará por fin mayor justicia social a los ciudadanos. Se irá hacia un nuevo Bretton Woods. La etapa más salvaje e irracional de la globalización neoliberal habrá terminado.

1 Anagrama, Barcelona, 1995.
2 The Financial Times, Londres, 23-8-08.

I.R.