¿La Soja es un Poroto? (Dixit)

Mirta Legrand se autodefine como “ecológica” y “prosoja”. Cuando lo hizo frente a Gerardo Romano, recibió una dura e informada respuesta del actor.

Para evitar una situación de ese tipo armó un programa con los directivos de las agrupaciones rurales.

Además de tratar a De Angeli de patriota, decir que “nunca en su vida vio una situación tan mala en Argentina” y luego de confesar que nunca la había comido soja en su vida, concluyó su prédica con una frase digna de quedar para siempre registrada en los anales de la historia de la TV: “¿Es rica?, ¿Es un poroto no?”

El Conflicto del Campo sigue: Análisis de Verbitsky y Aliverti

Dos interesantes artículos publicados en Página 12 que analizan el conflicto con el campo argentino.

Vale la pena leerlos con atención.

EL MITO DE LOS POOLS DE SIEMBRA: Radiografía de la pampa

El gobierno y la Federación Agraria consideran a los pools de siembra un actor central en la situación agropecuaria. Este es un mito que oculta la persistencia de la tradicional oligarquía, aliada ahora con los grandes exportadores y con las empresas titulares de las semillas transgénicas y los agrotóxicos. O un partido antiperonista de base agraria o una rebelión dentro del PJ en las provincias de la región pampeana.

Por Horacio Verbitsky

Tanto el gobierno como la Federación Agraria y algunos partidos de la oposición han puesto el acento en los denominados pools de siembra, a los que consideran el actor central en la situación que a partir del 11 de marzo hizo eclosión virulenta.

Para la presidente CFK detrás de los pequeños productores se encuentran los pools sojeros, que dada la crisis bancaria internacional canalizan hacia el mundo agrícola capitales financieros que distorsionan sus precios. Ella en Roma y Néstor Kirchner en Buenos Aires dijeron que a través de estas formas de organización de la producción es posible obtener una ganancia de 30 por ciento sobre el capital invertido en seis meses.

Al anunciar la modificación a la escala móvil de retenciones, el jefe de gabinete Alberto Fernández dijo que los grandes pools sojeros estaban detrás del conflicto.

Para Eduardo Buzzi, los pools de siembra serán los únicos beneficiarios de las medidas dispuestas por el gobierno nacional. También el Grupo de Reflexión Rural entiende que a través de esos fideicomisos financieros se impone el nuevo modelo colonial, de agronegocios globalizados, y advierte que se avecina la incorporación de capitales globales que elevarán las escalas de producción y dejarán a muchos propietarios fuera del tablero.

Aun cuando haya aspectos veraces en algunas de estas afirmaciones, todo esto es parte de un equívoco que dificulta apreciar las relaciones de poder que están en juego.

Más del 80 por ciento

El cuadro 1 muestra que la región pampeana, formada por las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, La Pampa, Córdoba y Entre Ríos, ocupa casi el 40 por ciento de los 175 millones de hectáreas de superficie utilizada en el país. Pero en esa superficie se concentra el 70 por ciento del stock ganadero de la Argentina y más del 80 por ciento de la superficie agrícola cultivada.

El Censo Agropecuario 2002 no explicita cómo se distribuye la producción obtenida en esa superficie, pero como las mejores tierras son las de la región pampeana no es aventurado deducir que su participación porcentual es aun mayor que la superficie sembrada. Es decir que más del 81,5 por ciento de la
producción agrícola proviene de esas cinco provincias, cuna de la tradicional
oligarquía argentina.*

Los Reyes Magos son los padres

Un estudio en curso del área de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) afirma que pese a los profundos cambios de la última década en los cultivos (la introducción en 1996 de las semillas transgénicas, el sistema de la siembra directa y el consiguiente corrimiento de la frontera agropecuaria hacia regiones que hasta entonces no se cultivaban), no se modificó el predominio abrumador del agro pampeano y de la clase propietaria implantada en él.

Una primera constatación de fondo es que la sojización y la irrupción de los agronegocios no alteró la estructura de tenencia de la tierra.

Como se aprecia en el cuadro 2 en 1988 los propietarios de la región pampeana explotaban, en forma directa o indirecta, el 90 por ciento de la tierra cultivada. En 2002 ese porcentaje apenas disminuyó al 86,4 por ciento. Esta situación se refuerza si se tiene en cuenta que los arrendamientos (forma de tenencia fundamental que utilizan los pools de siembra y los Fondos de Inversión Agrícola) aumentaron en forma modesta (del 5,1 al 8 por ciento entre 1988 y 2002).

Más aun, si se desagregan los componentes de esta significativa estabilidad, se advierten en los tres lustros que separan ambos censos modificaciones relevantes que incrementaron el protagonismo tradicional de los propietarios en el agro pampeano.

Mientras descendió un 21,6 por ciento la superficie trabajada por propietarios que sólo explotan sus propias tierras (de 44 a 34,5 millones de hectáreas), se incrementó más de un 25 por ciento (de 19,5 a 24,5 millones de hectáreas) la superficie trabajada por propietarios que, además de explotar sus tierras, cultivan otras alquiladas.

En la región pampeana estos propietarios que el censo identifica como “tomadores de tierras” superan en forma amplia a quienes sólo trabajan tierras arrendadas, que es la categoría en la que son censados los pools de siembra. Entre 1988 y 2002 ambas categorías crecieron en torno del 50 por ciento, pero si se toma en cuenta la superficie absoluta, la tierra adicional que los propietarios tomaron en arrendamiento triplicó el incremento de superficie de los arrendatarios puros (5,8 contra 1,9 millón de hectáreas).

La frontera

Estos datos duros, provenientes de un instrumento confiable como lo fue el INDEC hasta el desembarco de los vándalos, disipan mitos y fantasías. La expansión de la frontera agropecuaria existe y ha tenido gran significación desde el punto de vista social, por los daños producidos con el desmonte impetuoso, responsable de alteraciones ecológicas, como las inundaciones; la fumigación con agrotóxicos dañinos para la salud de todos los seres vivos y que en determinadas condiciones de aplicación degradan en forma acelerada el humus de la tierra; la expulsión violenta de pobladores tradicionales y la consiguiente erradicación de sus cultivos de subsistencia.

Este es el único diario nacional que, desde mucho antes del actual conflicto, informó de ese proceso y abrió sus páginas a los movimientos de pequeños agricultores que se organizaron para resistir ese proceso. Se ha hecho evidente que algunos caciques políticos regionales, como los gobernadores de Tucumán y el Chaco, José Alperovich y Jorge Capitanich o el ex gobernador salteño Juan Carlos Romero tienen intereses en el muy lucrativo negocio de la soja, por no mencionar al senador justicialista Roberto Urquía, propietario que produce en más de cien mil hectáreas, con aceitera, puertos y ferrocarril propio, quien pasó sin reparos del partido de Alsogaray al de Kirchner y ahora está mirando el mapa en busca de un nuevo destino.

Sin embargo, la significación de estos fenómenos en términos de propiedad de la tierra ha sido menor, dado que más del 81,5 por ciento de la producción agrícola sigue en las mismas manos que hace un siglo. Además la comparación intercenal pampeana muestra que los antiguos propietarios han avanzado en el arriendo de nuevas tierras que suman a las propias para mejorar la escala de producción.

Este proceso de concentración también se ha dado en las nuevas tierras incorporadas a lo que el Grupo de Reflexión Rural llama “La Republiqueta Sojera”.

El cuadro 3 contiene los diez mayores propietarios rurales de la provincia de Misiones en 1990. Casi todos ellos son también grandes propietarios en la región pampeana.

El grupo económico Celulosa Argentina era líder en la producción de papel y
quebró en la crisis de 1989. Sus empresas dedicaban sus 138.000 hectáreas en Misiones a la forestación para producir pasta de papel, y además tenía tierras en Entre Ríos y Santa Fe. Perez Companc vendió varios campos pero sigue siendo un gran propietario de tierras a nivel nacional.

Intercontinental pertenece al conglomerado extranjero Dreyfus, cuya firma LDC (Louis Dreyfus Commodities) fue en los primeros cinco meses de este año el tercer exportador de maíz, trigo y soja (en porotos aceite y harina). Colonizadora Misionera pertenece a una rama de los Alzaga, que están entre los mayores propietarios de tierras en todo el país y, por supuesto en la provincia de Buenos Aires.

Los grupos agropecuarios Harriet, Laharrague son grandes propietarios bonaerenses, con más de 20.000 y de 10.000 hectáreas respectivamente. Todo esto ayuda a entender que a pesar de sus intereses particulares, Capitanich y Alperovich se hayan alineado hasta ahora junto con el gobierno. En cambio, en pleno conflicto, CFK tensó relaciones con su antiguo aliado, Urquía. Después de incrementar las retenciones a las exportaciones de aceite (al 40 por ciento) y de biocombustibles (al 20 por ciento), el gobierno removió a los protegidos (y protectores) de Urquía en la ONCCA y abrió una investigación sobre los reintegros pagados a sus empresas.

Intereses en juego

El diario La Nación conoce a quienes participan en este juego, pero eso no quiere decir que también lo sepan sus lectores. En artículos y editoriales ha cuestionado las afirmaciones de la presidente acerca de los pools de siembra.

Esta es la forma más hábil de aferrar el debate en un punto muerto, en torno de un actor secundario. Sobre todo si como contracara de los pools se exalta a “las pymes de arrendatarios, muchos de ellos contratistas” que, según sostuvo ese diario el 7 de junio, manejan “entre el 50 y el 60 por ciento” del total de la tierra cultivada en el país.

Dos días antes el diario Crítica de la Argentina había hecho una evaluación similar de superficie, pero con un cálculo opuesto sobre su uso: “Según estimaciones de las entidades del campo, 18 de los 30 millones de hectáreas cultivables del país no son explotadas por sus propietarios. Por ellas compiten estos grupos [los pools de siembra] –en ventaja– con los aparceros y arrendatarios”. Pools sí o pools no, ambas versiones omiten aquello que el censo agropecuario grita: en la decisiva región pampeana el 86,4 por ciento de la producción la realizan propietarios, más de la mitad en sus tierras y el resto en otras que esos mismos propietarios arriendan.

Ni en términos económicos ni estadísticos es razonable imaginar que en el resto del país la producción se distribuya según formas de propiedad de otro modo que en esa región, que comprende cinco provincias y el 40 por ciento de la superficie total.


Acerca del poder


Hace dos años, en respuesta al artículo sobre el desabastecimiento de carne vacuna titulado “¿Existe la oligarquía?”, el dirigente del Grupo de Reflexión Rural Jorge Eduardo Rulli dijo en su programa radial Horizonte Sur que el enfoque se quedaba en la superficie de las cosas e ignoraba la complejidad de la globalización.

Aquella nota (y, con tal criterio también ésta, que la actualiza con las comprobaciones del último censo que faltaban entonces) sobrevaloraría los datos estadísticos acerca de la propiedad de la tierra en la provincia de Buenos Aires, sin ver la crisis oceánica de los paradigmas y el tránsito civilizatorio entre la matriz del petróleo, que se repliega derrotada, y la de las nuevas biotecnologías. Su conclusión era que con esos datos estadísticos, cuya veracidad no desmentía, se procuraban negar los cambios producidos en los últimos diez años, los de la sojización y el despoblamiento.

El gobierno nacional mantenía entonces, según Rulli, una pulseada política “con sectores de la oligarquía que son una rémora frente a los nuevos modelos de gerenciamiento y de producciones rurales” y afirmaba que “las movilizaciones de 4×4 en La Pampa, las editoriales del diario La Nación y algunas disonancias discursivas de líderes rurales no ponen en riesgo la estabilidad de la República”.

A su juicio, “el poder ha emigrado de manos de la vieja oligarquía a los nuevos y cada vez más poderosos agronegocios. A las cadenas agroalimentarias y a las corporaciones exportadoras”. Esa interpretación quedó sin respuesta, porque su tono era ofensivo, cargado de historias personales y faltas gruesas de información, que no es éste el lugar para aclarar, y no es bueno contestar en caliente a quien, ni objetiva ni subjetivamente, es un enemigo.

Lo que aquella nota decía y ésta ratifica es que la clase social decisiva en la historia argentina no se desvaneció en el aire sin que nadie lo advirtiera. Los grandes terratenientes que constituyeron el núcleo de la oligarquía agropecuaria, no han dejado de ser el agente económico central.

Sería ilógico, y lo desmienten los hechos, que hubieran cedido ese rol a un conjunto de productores o capitales que arriendan tierras y a los medianos propietarios rurales.

Por el contrario, las figuras protagónicas de las transformaciones en el comportamiento agropecuario son, una vez más, los grandes propietarios rurales.

Ellos han cambiado sus alianzas e introducido el nuevo paradigma en el país o a la inversa, como se prefiera, porque siempre se concibieron como clase integrada al mercado mundial, subordinada a la potencia y a los capitales hegemónicos de cada época, pero sin ceder nunca la propiedad y el poder dentro del país, donde es imposible cualquier transformación central sin su participación.

Hace 97 años los describió así el viajero francés Jules Huret: “Hay una elite de hombres, entre el Jockey Club y el Club del Progreso, entre Florida y la Plaza de Mayo, que irradia hacia todos los centros de la actividad nacional. Tiene los ojos puestos sobre las buenas oportunidades de compra y venta de tierras, los datos confidenciales de la Bolsa y los precios que le llegan. Conoce las grandes empresas que se van a crear, las concesiones forestales que restan por otorgar, los proyectos de construcciones de fábricas, de molinos, los ingenios, las concesiones de ferrocarriles, de puertos, los contratos proyectados para proveer maquinarias y herramientas, las grandes obras públicas a emprender. Esta elite sabe todo esto y cuenta con los medios más seguros –y a veces los más oscuros y torcidos– para adelantarse a los competidores, bajo el ojo vigilante del capitalismo inglés y del capitalismo belga”. Sustitúyanse algunas palabras y se tendrá un retrato actual.

Afuera o adentro

Las provincias de la región pampeana son, no por casualidad, el epicentro del
alzamiento contra las retenciones móviles. El acto del 25 de Mayo en Rosario fue la presentación en sociedad de un incipiente partido de base agraria, algo que
la oligarquía añora desde hace un siglo.

En su editorial de ayer La Nación lo llamó “el partido del campo” e instó a unificar la oposición para batir al kirchnerismo en las urnas. Pero esas mismas provincias también constituyen la base de la rebelión interna en el Partido Justicialista. Sus líderes son un bonaerense (Eduardo Duhalde), dos cordobeses (José de la Sota y Juan Schiaretti), un santafesino (Carlos Reutemann) y un entrerriano (Jorge Busti), lo cual cuestiona el supuesto carácter federal del movimiento agrario.

Cada uno de ellos tiene diferente inserción partidaria en sus respectivas provincias pero tienden a funcionar como un pool político de finalidad específica. Néstor Kirchner decidió hacerse cargo de la conducción del PJ para impedir que quedara como un instrumento vacante que pudiera usarse contra el gobierno de su esposa.

Hace un año, cuando lo invitaban a aglutinar al antikirchnerismo, Duhalde respondió que por entonces no había nada que pudiera impedir la victoria de CFK.

“Dentro de su agenda de contactos para desvalorizar la candidatura de Cristina e invitar a prepararse para cubrir un futuro vacío de poder, Duhalde ha incluido a empresarios y dirigentes de cámaras patronales, tanto de la industria como del agro, donde el estilo frontal de los Kirchner no cosecha simpatías pese a las ganancias extraordinarias que ambos sectores han contabilizado en los últimos cuatro años.

Las dificultades energéticas (provocadas por el desfasaje entre el crecimiento del producto y el avance de las obras para aumentar la capacidad de producción y transporte de gas y de energía eléctrica) y la permanencia de las retenciones a las exportaciones de soja facilitan los diálogos de Duhalde.

Los resultados macroeconómicos de este año seguirán siendo notables, pero estarán un escalón por debajo de los del trienio 2003-2006. También es posible una leve merma en la tasa de beneficios de las empresas. Uno de los mayores productores y exportadores de oleaginosas está considerando el lanzamiento de un nuevo diario, que intentaría ocupar el nicho de mercado en el que no consiguió afirmarse el semanario Perfil.

En todos sus diálogos Duhalde se presenta como el autor de un modelo que Kirchner estaría desvirtuando. En esos encuentros el ex Senador insta a prepararse para situaciones críticas a partir del año próximo e insiste acerca de la falta de experiencia de CFK en la administración.” (“Negro el 29”, 15 de julio de 2007).

Es posible comprender la actitud defensiva de Kirchner, pero no presentarlo como una victoria o un avance.

La opción por el PJ implicó alejarse de los sectores sociales no encuadrados a los que se había dirigido durante sus primeros años de gobierno y lo aisló dentro de un aparato cuya conexión con los humores sociales se está poniendo a prueba ahora. Y ni siquiera pudo evitar que el desafío se planteara dentro de esa estructura. Su negociación con Reutemann para evitar una elección interna es un descenso a ligas menores, impensable hace pocos meses.

Ante una derecha populista con movilización social y una simultánea revuelta dentro del PJ las respuestas de aparato son cartas perdedoras. Su sorpresiva presencia en la Plaza de Mayo, a ras de la gente, sugiere que ha comenzado a sospecharlo.

* Los datos disponibles de los dos últimos censos agropecuarios arrojan una
diferencia de 2,5 millones de hectáreas, concentrada casi exclusivamente en la provincia de Buenos Aires: el censo de 1988 captó 27,3 millones de hectáreas, y el de 2002, 25,8 millones. Con toda probabilidad esta discordancia censal se debe a un problema técnico, que no afecta el análisis.

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¿Qué arreglar?

Por Eduardo Aliverti

Hay dos grandes maneras de mirar para delante, que es lo que todo el mundo exige en torno de este choque no insólito pero sí inédito que vive el país. Una es pensar que las cosas se van a arreglar, y la otra es que no. Pero podría haber una tercera: que pasen las dos cosas a la vez.

El Gobierno formalizó aquello que todos sabían desde el comienzo porque, con seriedad, nadie podía suponer que se suicidaría políticamente aceptando las condiciones demandadas por los ruralistas.

Se informó qué se hará con la plata excedente de las retenciones tomando como base, en ligera síntesis, el piso que los gauchócratas querían bajar. A partir de ahí puede discutirse y cuestionarse todo lo que se quiera: que suena a tomadura de pelo haberse acordado recién ahora de notificar el destino del dinero; que la cifra en juego es una porción muy pequeña del presupuesto nacional y que no se requería de retenciones móviles para anunciar nuevos hospitales, viviendas y rutas; que no tiene respuesta oficial la pregunta de qué sucederá en caso de que baje la cotización internacional de cereales y oleaginosas, siendo que en esa hipótesis el dinero no estaría.

Puede debatirse todo eso y bastante más, pero el punto concreto es que los anuncios dejan a las retenciones extraordinarias como hecho consumado e irreversible. Así movió el Gobierno y así es que los campestres tomaron nota oficial de que su exigencia de máxima, virtualmente exclusiva, no tiene concreción posible. Quedaron encerrados entre eso y la impopularidad de volver al paro, lockout o como quiera llamársele a seguir trabajando tranquera adentro y para afuera cortar rutas, o no despachar mercadería, o mermar su entrega o subirse a las tribunas para denominar “patria” a sus hectáreas propias o arrendadas.

Como sea que eso se llame, los campestres ya cansaron tanto como la sucesión de errores gubernamentales y no tienen plafond de largo aliento, en las grandes urbes, para sus medidas de acción directa.

Esta es una reproducción, pero vestida de gaucho, de algunas de las condiciones que generaron 2001/02. Hoy no son los ahorristas porteños unidos por fuerza circunstancial a las calderas tribales del conurbano bonaerense (que alguna izquierda políticamente analfabeta insiste en llamar “argentinazo”). Son sectores de las nuevas clases medias sojizadas de las poblaciones chicas y medianas de la Pampa Húmeda, que se toman el vermucito en el centro del pueblo y putean contra los políticos de Buenos Aires o contra estos zurdos de mierda que están en el Gobierno; juntados, estímulo mediático mediante, con el tilingaje de las ciudades principales. Esas cosas siempre están como elementos de la puja por el ingreso, ahora con el agregado de este nuevo sujeto social que influye al centro desde la periferia y no al revés. Esa cosa se despierta cada tanto, como un volcán. Y podría no tener arreglo, porque tenerlo supondría contar con un liderazgo político contenedor de las expectativas de consumo de las clases medias urbanas, que son las que, amplificadas por el coro de los medios, fijan el patrón de humor social.

La coyuntura produce angustia intelectual acerca de cómo se saldrá de ella, además de que ya resulta sospechoso el nivel de crispación y violencia crecientes con que actúan los campestres. ¿Qué están buscando? ¿Provocar represión para subir la apuesta? ¿Y qué, si tampoco disponen de una oposición política que pudiera vehiculizar un golpe institucional?

¿Qué van a hacer, seguir amarrocando en sus campos sin comercializar hasta cuándo, on qué objetivo? En algún momento, más tarde o más temprano, estos gauchócratas desaforados no podrán resistir porque el clima social terminará de volvérseles adverso por completo. De modo que eso tendrá solución de alguna manera. Pero el daño generado ya es inmenso si se lo mide por las consecuencias de haber dejado un país exasperado, a punto caramelo para que nuevas reivindicaciones del sector se conviertan en polvorines que acentuarán una atmósfera de convulsión permanente.

Si está claro que éste no es un Gobierno revolucionario, ni mucho menos, que dejó correr el modelo de sojización, que continuó apostando a la concentración de la economía en pocas manos y que dispone casi sólo de la extracción agropecuaria como proyecto de producción y recaudación, más claro está todavía que, sin embargo, la pieza que movió con el aumento de las retenciones afectó intereses incapaces de construir nada, pero aptos para destruir mucho.

Ahora ya está y hay que ir por más, alcanzando a las cadenas de comercialización y a la fiesta de la minería, entre otros aspectos, porque además eso implicaría mostrar la proyección de que no solamente es “el campo” el que sostiene la base de sustentación.

Si la réplica apuntara que eso significa abrir nuevos focos de conflicto, la respuesta insistirá con que ya están abiertos o latentes a partir de que tampoco es sostenible construir un modelo más inclusivo, dependiendo únicamente del precio internacional de los granos. Ya quedó demostrado cuánto se parece eso a bailar arriba del Titanic.

La pregunta es si el Gobierno se animará a tomar medidas que toquen los privilegios de otras fracciones de la clase dominante. Porque eso requiere apoyo de movilización popular por afuera de los ejercicios electorales. Si por toda alianza política el oficialismo cuenta con el aparato del PJ y el sindicalismo cegetista, no tiene resto para afrontar mayores desafíos. Y la clase media continuará fugando rumbo a un malestar que, de una u otra forma y aunque hoy resulte muy difícil de percibir, terminará hacia la derecha. ¿Tiene arreglo eso?

Che: Hoy cumpliría 80 años

Este post viene vía Ramble Tamble, el buen blog de Artemio López.

Los que vivimos esta historia, esta muerte y resurrección de nuestra esperanza enlutada,

los que escogimos el combate y vimos crecer las banderas, supimos que los más callados

fueron nuestros únicos héroes y que después de las victorias llegaron los vociferantes

llena la boca de jactancia y de proezas salivares.

El pueblo movió la cabeza:

y volvió el héroe a su silencio.

Pero el silencio se enlutó hasta ahogarnos en el luto cuando moría en las montañas

el fuego ilustre de Guevara.

El comandante terminó asesinado en un barranco.

Nadie dijo esta boca es mía.

Nadie lloró en los pueblos indios.

Nadie subió a los campanarios.

Nadie levantó los fusiles, y cobraron la recompensa aquellos que vino a salvar

el comandante asesinado.

¿ Qué pasó, medita el contrito, con estos acontecimientos?

Y no se dice la verdad pero se cubre con papel esta desdicha de metal.

Recién se abría el derrotero y cuando llegó la derrota fue como un hacha que cayó

en la cisterna del silencio.

Bolivia volvió a su rencor, a sus oxidados gorilas, a su miseria intransigente,

y como brujos asustados los sargentos de la deshonrra, los generalitos del crimen,

escondieron con eficiencia el cadáver del guerrillero como si el muerto los quemara.

La selva amarga se tragó los movimientos, los caminos, y donde pasaron los pies

de la milicia exterminada hoy las lianas aconsejaron una voz verde de raíces

y el ciervo salvaje volvió al follaje sin estampidos.

Pablo Neruda

"El monocultivo de cerebros" Por Raúl A. Montenegro


Qué duro es sentirse minoría en un país de falsas mayorías.

Qué duro es ver que el gobierno nacional y los ruralistas luchanentre sí cuando son cómplices necesarios del país sojero.

Qué duro es ver cacerolas relucientes y llenas de soja RR en el asfalto civilizado de Buenos Aires.

Que duro es ver las cacerolas renegridas y sin tierra de los campesinos de Santiago del Estero.

Que duro es ver a los estudiantes de universidades argentinas con sus carteles de apoyo a los ruralistas en huelga, como si Monsanto y el Che Guevara pudieran darse la mano.

Que duro es recordar que esas cacerolas relucientes, esos estudiantes movilizados y esas familias temerosas del desabastecimiento no salieron a la calle cuando los terratenientes de este siglo XXI expulsaron a familias y pueblos enteros para plantar su soja maldita.

Qué duro es ver la furia ruralista al amparo de reyes sojeros como el Grupo Grobocopatel.

Qué duro es ver el rostro reseco de doña Juana expulsada, de doña Juana sin tierra, de doña Juana con sus muertos bajo la soja.

Qué duro es ver que se cortan las rutas para que China y Europa no dejen de tener soja fresca, y para que Monsanto no deje de vender sus semillas y sus agroquímicos.

Qué duro es comprobar, con los dientes apretados, y con el corazón desierto y sin bosques, que nadie habló en nombre de los indígenas expulsados de sus territorios, de sus plantas medicinales, de su cultura y de su tiempo para que la soja y el glifosato sean los nuevos algarrobos y los nuevos duendes del monte.

Qué duro es ver con las manos y tocar con los ojos que nadie habló en nombre de los campesinos echados a topadora limpia, a bastonazos y a decisiones judiciales sin justicia para que ingresen el endosulfán, las promotoras de Basf y las palas mecánicas con aire acondicionado.

Qué duro es saber que nadie habló en nombre del suelo destruido por la soja y por el cóctel de plaguicidas.

Qué duro es comprobar que muchos productores, gobiernos y ciudadanos no saben que los suelos solo son fabricados por los bosques y ambientes nativos, y nunca por los cultivos industriales.

Qué duro es saber que para fabricar 2,5 centímetros de suelo en ambientes templados hacen falta de 700 a 1200 años, y que la soja los romperá en mucho menos tiempo.

Qué duro es recordar que el 80% de los bosques nativos ya fue destrozado, y que funcionarios y productores no ven o no quieren ver que la única forma de tener un país más sustentable es conservar al mismo tiempo superficies equivalentes de ambientes naturales y de cultivos diversificados.

Qué duro es observar cómo se extingue el campesino que convivía con el monte, y cómo lo reemplaza una gran empresa agrícola que empieza irónicamente sus actividades destruyendo ese monte.

Qué duro es ver que el monocultivo de la soja refleja el monocultivo de cerebros, la ineptitud de los funcionarios públicos y el silencio de la gente buena.

Qué duro es saber que miles de Argentinos están expuestos a las bajas dosis de plaguicidas, y que miles de personas enferman y mueren para que China y Europa puedan alimentar su ganado con soja.

Qué duro es saber que las bajas dosis de glifosato, endosulfán, 2,4 D y otros plaguicidas pueden alterar el sistema hormonal de bebés, niños, adolescentes y adultos, y que no sabemos cuántos de ellos enfermaron y murieron por culpa de las bajas dosis porque el estado no hace estudios epidemiológicos.

Qué duro es saber que los bosques y ambientes nativos se desmoronan, que las cuencas hídricas donde se fabrica el agua son invadidas por cultivos, y que Argentina está exportando su genocidio sojero a la Amazonia Boliviana.

Qué duro es comprobar que las cacerolas relucientes son más fáciles de sacar que las topadoras y el monocultivo.

Qué duro escomprobar que en nombre de las exportaciones se violan todos los días, impunemente, los derechos de generaciones de Argentinos que todavía no nacieron.

Qué duro es ver las imágenes por televisión, los piquetes y las cacerolas mientras las almas sin tierra de los campesinos y los indígenas no tienen imágenes, ni piquetes, ni cacerolas que los defiendan.

Qué duro es comprobar que estas reflexiones escritas a medianoche solo circularán en la casi clandestinidad mientras Monsanto gira sus divisas a Estados Unidos, mientras las topadoras desmontan miles de hectáreas en nuestro chaco semiárido para que rápidamente tengamos 19 millones de hectáreas plantadas con soja, y mientras miles de niños argentinos duermen sin saber que su sangre tiene plaguicidas, y que su país alguna vez tuvo bosques que fabricaban suelo y conservaban agua.

Muy cerca de ellos las cacerolas abolladas vuelven a la cocina.

Sobre el autor:

Biólogo. Premio Nóbel Alternativo (Estocolmo, Suecia) Presidente de FUNAM(Fundación para la Defensa del Ambiente). Profesor Titular de BiologíaEvolutiva en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina)
montenegro@funam.org.

Notas Relacionadas


Hace 40 años asesinaban a Martin Luther King, Jr.

Martin Luther King, Jr.
1929 — 1968

Este reverendo estadounidense que fue premio Nobel de la Paz, gracias a tu labor como uno de los principales líderes del movimiento para la defensa de los derechos fundamentales e importante valedor de la resistencia no violenta ante la discriminación racial.

Para recordarlo, algunas de sus citas:

  • Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol.

  • La esencial medida de un hombre no es donde se para en momentos de comodidad y conveniencia, sino donde se para en tiempos de desafío y controversia.
  • Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.
  • Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos.
  • De mi formación cristiana he obtenido mis ideales y de Gandhi la técnica de la acción.
  • Si el hombre no ha descubierto nada por lo que morir, no es digno de vivir.
  • Nada se olvida más despacio que una ofensa; y nada más rápido que un favor.
  • Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda.
  • La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve.
  • Todo trabajo que enaltece la humanidad tiene dignidad e importancia y debe emprenderse con excelencia esmerada.
  • Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual.
  • Nada que un hombre haga lo envilece más que el permitirse caer tan bajo como para odiar a alguien.
  • Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos.
  • La libertad nunca es voluntariamente otorgada por el opresor; debe ser exigida por el que está siendo oprimido.
  • El amor es la única fuerza capaz de transformar un enemigo a un amigo
  • El amor es la única fuerza capaz de transformar un enemigo a un amigo
  • Debemos aceptar la limitada desilusión, pero no debemos nunca perder la infinita esperanza.
  • Nuestra vida comienza a terminar el día que nos quedamos callados de las cosas que importan.
  • Puede que sea verdad que la ley no pueda hacer que un hombre me ame. Pero lo puede mantener de lincharme, y yo creo que eso es muy importante.
  • La injusticia en cualquier lado es una amenaza a la justicia en todos lados.
  • La oscuridad no puede echar a la oscuridad; solo la luz puede hacer eso; el odio no puede echar al odio; solo el amor puede hacer eso. El odio multiplica al odio, la violencia multiplica a la violencia, y la tenacidad multiplica la tenacidad en un espiral de descenso de destrucción… La reacción en cadena de la maldad – odio engendrando odio, guerras produciendo más guerras – debe ser rota, o los hundiremos en el abismo de la aniquilación.

Y para finalizar les dejo el discurso más memorable que haya dado en la histórica marcha sobre Washington en el 63.

Tengo un sueño.

Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será ante la historia la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestro país.

Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra.

Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de “fondos insuficientes”. Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de la oportunidad de este país. Por eso hemos venido a cobrar este cheque; el cheque que nos colmará de las riquezas de la libertad y de la seguridad de justicia.

También hemos venido a este lugar sagrado, para recordar a Estados Unidos de América la urgencia impetuosa del ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la roca sólida de la hermandad.

Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle la importancia a la decisión de los negros. Este verano, ardiente por el legítimo descontento de los negros, no pasará hasta que no haya un otoño vigorizante de libertad e igualdad.

1963 no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la esperanza de que los negros necesitaban desahogarse y ya se sentirá contentos, tendrán un rudo despertar si el país retorna a lo mismo de siempre. No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia.

Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar, debemos hacer la promesa de marchar siempre hacia adelante. No podemos volver atrás.

Hay quienes preguntan a los partidarios de los derechos civiles, “¿Cuándo quedarán satisfechos?”

Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos, mientras los negros sólo podamos trasladarnos de un gueto pequeño a un gueto más grande. Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro de Misisipí no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar. No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que “la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente”.

Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos de ustedes han llegado de sitios donde en su búsqueda de la libertad, han sido golpeados por las tormentas de la persecución y derribados por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador.

Regresen a Misisipí, regresen a Alabama, regresen a Georgia, regresen a Louisiana, regresen a los barrios bajos y a los guetos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperanza.

Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño “americano”.

Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: “Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales”.

Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.

Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia.

Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres.

Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado, “Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antesecores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad”. Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad.

Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva Hampshire! ¡Que repique la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York! ¡Que repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pensilvania! ¡Que repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado! ¡Que repique la libertad desde las sinuosas pendientes de California! Pero no sólo eso: ! ¡Que repique la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia! ¡Que repique la libertad desde la Montaña Lookout de Tennesse! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de Misisipí! “De cada costado de la montaña, que repique la libertad”.

Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: “¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!”

Washington, DC
28 de agosto de 1963

“Jesús murió para darle vida al pueblo, igual que el Che”

Mi amigo y colega Hernán Giardini, conversó con Rubén Dri acerca de la Teología de la Liberación y los curas tercermundistas que, según este reconocido filósofo y teólogo, a diferencia del sector dominante de la Iglesia Católica, pelean junto al pueblo para liberarlo de su opresión.



– ¿Cómo surgió la Teología de la Liberación?

– Hoy se vincula fácilmente a la Teología de la Liberación con los curas tercermundistas, pero lo que hay que tener en cuenta es que cuando comenzamos nosotros con los curas tercermundistas o Sacerdotes para el Tercer Mundo en realidad no existía la Teología de la Liberación.

Es decir, no habíamos elaborado una teología que correspondiese a la práctica de liberación. Ello no quiere decir que en el cristianismo no existía. Sí existía, lo que pasa es que estaba muy soterrada.

Tuvimos que redescubrir las raíces de liberación del cristianismo. La Teología de la Liberación surge a partir de nuestras prácticas, que son prácticas de liberación, y vamos redescubriendo las prácticas de liberación de Jesús, las prácticas de liberación de los grandes profetas hebreos, de las comunidades cristianas primitivas, del movimiento cristiano primitivo… y a partir de ahí se va reelaborando naturalmente una Teología de la Liberación.

Porque la teología no es otra cosa más que la reflexión de fe que se hace a partir de la propia práctica. Ahora, cuando nosotros comenzamos a tener una práctica popular, una práctica junto a los sectores populares, junto a los pobres, en contra de la dominación, vamos entrando en contradicción con la teología que habíamos recibido.

Y a partir de ahí se comienza con la reelaboración de la propia teología, es decir, repensar nuevamente nuestro cristianismo, repensar nuevamente nuestra fe, que va a dar como resultado lo que se denominó Teología de la Liberación. Entonces, no es esto un descubrimiento que hacen algunas mentes lúcidas, no surge en las academias, no surge en la institución de la Iglesia como tal, sino que surge a partir de las prácticas de liberación de sacerdotes, de cristianos, de monjas, de religiosos, que en la medida que van asumiendo el proceso de liberación popular van repensando su propia fe.

– Usted plantea que a partir de la Teoría de la Liberación redescubrieron en el cristianismo su faceta liberadora, ¿eso significa que ya existía pero que estaba oculta?

– Sí, ya que es una nueva relectura del cristianismo, de la propia historia. Y con eso vamos a la vez redescubriendo que en realidad esta práctica de liberación existió siempre, solo que fue muy perseguida, pero siempre estuvo y afloró.

Muchas prácticas que se denominaron como herejías, de hecho eran prácticas de liberación, eran elaboraciones teológicas que las prácticas de dominación en las estaba muy comprometida la institución católica finalmente terminaron persiguiéndolas.

– Esto puede verse claramente en la obra de Fray Bartolomé de las Casas…

– Sí, porque en el momento de la Conquista de América podemos distinguir tres líneas religiosas: una era la que estaba totalmente alineada con la conquista, que es la que tenía el poder, donde la institución Iglesia estaba totalmente alineada con la conquista, con el genocidio, igual que pasó aquí con la última dictadura militar.

Pero como aquí, en aquella época también hubieron divergencias: hubo una corriente intermedia que trataba de suavizar el trato con los indígenas, pero que no se comprometía con una denuncia formal, concreta, de todas las atrocidades a las que cometían, la invasión española.

Y después estaba la corriente radical, que es la que nosotros consideramos también en la línea de la Teología de la Liberación, con todos los condicionantes y contradicciones de la época, pero que se comprometieron en serio contra las atrocidades propias de la Conquista, donde la figura más destacada fue Fray Bartolomé de las Casas, quien fue perseguido y tuvo que escapar de Chiapas porque querían asesinarlo.

Luego se va a la Corte de España, porque aparte de ser un defensor de los indígenas tenía visión política y se daba cuenta que no podía defender a los indígenas estando solamente en América, y se va a pelear al centro del poder, donde va a tener una disputa con la extrema derecha católica, representada por Sepúlveda, que consideraba que los indígenas no eran seres humanos y que estaban para ser dominados.

– ¿Cómo se fueron desarrollando luego estas diferentes posturas dentro del catolicismo en la historia de América Latina?

– Cuando aquí se produce el proceso independentista aparece con mucha claridad una institución que está muy pegada a la monarquía y por ende al Vaticano, y por otro lado un clero criollo que está por la independencia. En la época de los unitarios y federales aparece por una parte una institución jerárquica con quienes manejaban el poder, que incluso apoyó el genocidio de la Guerra contra el Paraguay, y estaban los curas del interior que estaban con los caudillos, que incluso se opusieron a la Guerra y fueron perseguidos. Como vemos, estas líneas estuvieron siempre presentes. Con sus contradicciones, siempre en el seno del cristianismo y de la Iglesia una Teología de la Dominación, de parte de una institución de poder, y una de Teología la Liberación que acompañaban prácticas de liberación, de curas, de laicos y religiosos.

– ¿Uno de ellos fue Camilo Torres no?

– Lamentablemente su figura no aparece en la gran prensa, en los medios de comunicación, pero el mensaje de Camilo Torres está presente y hoy sigue concitando la inspiración de cristianos para tener un compromiso acorde con el mensaje cristiano, que es un mensaje de liberación. Camilo señalaba muy profundamente que la única manera de hacer efectivo el amor es en una práctica de liberación, en una revolución. Lo que hay que ver es el contexto para interpretar cómo se hace una revolución, pero es así. No debe ser un amor platónico.

Cuando se ama, se ama a la persona, y amar al pueblo es comprometerse en serio. En ese sentido, el compromiso de Jesús fue revolucionario y lo llevó a la construcción de un movimiento, que yo lo llamo en mi libro “El Movimiento Antimperial de Jesús”, porque él va construyendo un construyendo un movimiento de liberación del pecado mayor, que era el Imperio Romano.

Y Camilo Torres lo veía en esa opresión imperial contra América Latina y contra su Colombia. Por eso asume la lucha contra esta opresión, tomando las armas, que era lo que dictaba ese momento. Lo que no quiere decir que hoy imitar a Camilo Torres signifique tomar las armas, hay que ver el contexto histórico que nos toca; pero sí significa asumir el compromiso de liberación en serio contra la opresión.

– Como lo hizo Romero en El Salvador…
– Sí, monseñor Romero tuvo una formación tradicional, de derecha, de la Iglesia, por eso había nombrado arzobispo de El Salvador, de la capital, y era un obispo de absoluta confianza de la Iglesia. Pero al constatar la miseria y la lucha del pueblo salvadoreño, y el compromiso de algunos sacerdotes, sobre todo uno que fue asesinado por sumarse a la lucha de los campesinos… ahí Romero estuvo como dos horas frente al féretro y a partir de ahí se da cuenta de lo que está pasando en su país, y que si el quería ser fiel a Cristo tenía que sumarse al pueblo, y se produce en él un cambio muy profundo, y toma un compromiso muy fuerte con su pueblo.

Y uno piensa: si algo de eso hubiesen hecho nuestros obispos en 1976 otra hubiese sido la historia… Romero les dice a los soldados que de ninguna deben obedecer órdenes inmorales, y les ordena que paren la represión, y con eso se decretó su muerte. Y por eso el pueblo lo transformó en santo.

– Como el padre Mujica en nuestro país…

– Su práctica era muy coherente con su teología. Y la de él también es una conversión, porque venía de una familia de la oligarquía. Pero Dios está en el pueblo, en el pobre. Y el encuentro con el pueblo, con el pobre, a las personas muy honestas lo convierten, y luego lo comprometen.

– Otro de los que practicaban la Teoría de la Liberación fue Miguel Ramondetti…

– Miguel fue un entrañable amigo mío. Con él, aparte de compartir ideológicamente, teológicamente, la lucha y las concepciones, he tenido una amistad muy profunda. Camilo Torres ha señalado, muy claramente, que se nos ha transmitido una Teología de la Muerte, que Jesús buscaba la muerte. Pero Jesús no quería la muerte, de ninguna manera, el muere precisamente porque quería la vida, pero la vida para el pueblo, lo mismo que el Che Guevara y que Camilo Torres, en la medida en que mueren por dar vida, y no por buscar la muerte.

Cuando uno está empeñado en la lucha, nunca tiene asegurada la victoria, tiene su riesgo, incluso la muerte. Ahora bien, su muerte… ¿es una derrota? Hay que ver qué significa entonces la derrota porque decir que el Che o Jesús fueron derrotados… Yo quiero decir: ¿Quién triunfó? ¿Pilatos? ¿A quién entusiasma hoy Pilatos? ¿Quién encuentra su sentido en la vida con el nombre de Pilatos? En cambio, cuántos lo encuentran con el nombre de Jesús, o del Che Guevara.

Entonces, sus muertes en un sentido son una derrota, pero en otro aspecto expresan victorias muy profundas, porque tienen sentidos muy profundos que siguen entusiasmando; siguen dándole sentido a multitud de seres que lo encuentran en la práctica de estos personajes.

– En ese sentido no sería criticable el hecho de que el pueblo tome las armas para liberarse…

Después de la dictadura genocida se ha comenzado a bajarnos un mensaje de que “nunca más las armas”, “nunca más la violencia”, cuando este continente sufre la violencia hace más de quinientos años, ¿no es cierto? Es como si nosotros pudiésemos dictarle a los pueblos la manera de defenderse.

La manera en que se van a defender los pueblos, éstos deben descubrirla en su propio contexto. Si en un momento determinado es la lucha armada, será la lucha armada, pero eso hay que verlo en el contexto, en la situación histórica. Nosotros no le podemos dictar a los pueblos cómo se van a defender. Este no es un momento de lucha por las armas, es otro momento histórico para el pueblo argentino.

Pero yo no sé como va a ser dentro de veinte años, cómo se va a tener que defender el pueblo argentino, pero sin dudas que se va a tener que defender de una u otra manera. Por eso yo no puedo dictarle “nunca más las armas”, cuando de hecho lo están masacrando desde arriba.

– ¿Cómo y dónde se está aplicando la Teología de la Liberación hoy?

-Como movimiento termina en el año 74, aunque nunca fue propiamente una institución. Pero la práctica o Teología de la Liberación continuó, aunque naturalmente tomó otros carriles. Recordemos que la dictadura hizo una gran persecución, hay una gran cantidad de curas asesinados, desaparecidos, torturados, exiliados. Pero ha quedado sobre todo en movimientos de base, en comunidades donde se ha continuado. Ahora en Santiago del Estero se va a ser un encuentro, que se hace todos los anos, de comunidades de todo el país sobre Teología Popular.

Hay un grupo de curas que se hacen llamar Sacerdotes de los Pobres que son una continuación de los Sacerdotes para el Tercer Mundo. También se da mucho con las comunidades campesinas, en el MOCASE, en el Chaco con los indígenas, en Corrientes con los pequeños productores.

Es decir, la Teología de la Liberación no ha muerto, en la medida en que no han muerto las prácticas de liberación; solo van tomando otras formas, se van realizando de otras maneras, y no necesariamente en las parroquias.

Si quieren leer más notas de Giardini y su equipo pueden entrar a su revista Contracultural.

Soja y Bloqueo Sojero: información para una reflexión propia

Una nota de la Fundación Proteger (Santa Fe)

En un momento en que muchos argentinos vemos con honda preocupación los acontecimientos ligados al bloqueo sojero y el difícil horizonte hacia un futuro con sustentabilidad y equidad, Prensa/Comunicación PROTEGER desea aportar un resumen de artículos de diversas fuentes y autores, que se consideran de interés para que nuestros lectores puedan construir una opinión independiente, informada y reflexiva.

Santa Fe, Argentina, 27 de marzo de 2008

La expansión de la frontera agrícola en la Argentina, motorizada fundamentalmente por grandes monocultivos de soja, ha producido una de las mayores transformaciones económicas, sociales, demográficas y ambientales, en la historia del país. La superficie sembrada de soja en 2007, con una nueva cosecha récord, alcanzó las 16.000.000 de hectáreas. Simultáneamente la tasa de desmonte de bosques nativos llegó, según índices oficiales, a superar varias veces el promedio mundial –con enormes impactos en la biodiversidad y en comunidades indígenas y tradicionales. En cuatro años, el desmonte creció casi el 42%. La tala y las quemas arrasaron más de 1 millón de hectáreas, la mayoría ahora con soja. En 2007 se perdía un promedio de 821 hectáreas de bosques por día, 34 hectáreas por hora.

En el nordeste de Argentina –una de las áreas donde la soja constituye la principal actividad agrícola, la situación social revela, coincidentemente, los niveles de pobreza e indigencia más altos del país, según informes oficiales. Las 5 ciudades argentinas más pobres están en el área sojera: La Banda-Santiago del Estero, Concordia, Corrientes, Resistencia y Santa Fe. En la región sojera, la agricultura familiar y los pequeños productores prácticamente han desaparecido, mientras continúa la emigración rural hacia los asentamientos carenciados de las grandes ciudades, donde crece la desocupación, la violencia urbana, la pérdida de identidad y la tensión social –que la sociedad y el Estado, a un altísimo costo, deben soportar y atender.

Hoy, más de 300 pueblos rurales se extinguen, mientras las casas en ruinas de los campesinos desplazados se levantan como mudo testimonio en medio de inmensos desiertos verdes. Cuando uno viaja desde Santa Fe a Buenos Aires pasando por Rosario, es habitual tener que cerrar las ventanillas para no inhalar directamente el aire irrespirable y amargo contaminado por las fumigaciones. Cuando se va a Entre Ríos, a Córdoba, o se toman las rutas hacia Salta, el paisaje es el mismo: en el interminable verde de la soja ya no se ven árboles, ni pájaros, ni gente. La soja atraviesa los alambrados, ocupa las banquinas y llega hasta el borde del asfalto. La gente trabajando en las fincas, circulando en los caminos rurales, los chicos saliendo de las escuelas: ya no están. Nada indica que un día regresen. Ni qué encontrarán. Ni para qué.