En el New York Times publicaron un artículo sobre el uso de Internet en comunidades rurales africanas muy interesante.
Aquí, la traducción:
Luego de transitar 100 millas por una carretera desde Nairobi se llega a este pueblo en el país masai. El asfalto da paso a la arena y el polvo, hasta que finalmente es solo una pista de tierra. El viaje es lento.
El poblado, con más de
4000 habitantes, se encuentra al final de ese camino y fuera del alcance de las líneas eléctricas. En el lugar no tienen banco, oficina de correos, pocos coches y muy poca infraestructura. Los diarios llegan cada tres o cuatro semanas.
Por la noche, la mayoría de la gente ilumina sus hogares con velas y lámparas de querosén en sus casas o chozas y se van a la cama temprano, a excepción de quienes vigilan los cultivos de los elefantes y búfalos.
Entasopia es el último lugar en la tierra que un viajero espera encontrar una conexión a Internet.
Sin embargo, fue aquí, donde tres jóvenes ingenieros de la
Universidad de Michigan, con el apoyo financiero de
Google, instalaron una pequeña antena alimentada por un
panel solar, para conectar un puñado de computadoras del centro comunitario con el resto del mundo.
En los últimos años el teléfono móvil se ha convertido en el principal vínculo de comunicación en las zonas rurales de África. De 2002 a 2007, el número de kenianos usuarios de celulares creció casi diez veces alcanzando casi un tercio de la población. Según Unión Internacional de Telecomunicaciones muchos estos usarios no tienen líneas fijas.
Pero muchos de los teléfonos son modelos simples para hablar y no permiten navegar por la Web. Además el acceso inalámbrico a redes de datos es lento y con cobertura esporádica.
Las conexiones satelitales son más rápidas y más estables, por lo que están atrayendo el interés de empresas como Google, como una forma de ofrecer acceso a Internet a aproximadamente el 95 por ciento de los africanos que por el momento no están conectados.
Aunque brindar acceso a Internet está por ahora fuera del modelo de negocios de Google, con este proyecto la empresa busca aprender como superar los en Kenya y otras partes de África.
Para eso, Google paga por el diseño final de las estaciones y cubre la cuota mensual de ancho de banda por satélite. La empresa también ha invertido en
O3b, una start-up que instalará una constelación de satélites sobre África a finales del próximo año.
“La creación de la infraestructura no es necesariamente el objetivo de Google, pero si se mira en todas las áreas que Google ha incursionado, en muchos casos ha sido para llenar un vacío”, dijo Joseph Mucheru, director de Google África: “El mercado debe ver la oportunidad”.
Google no tiene certezas si estas estaciones de satélite pueden pagarse por sí mismas en las zonas rurales, teniendo en cuenta el costo del equipo y el ancho de banda. Las comunidades pueden beneficiarse de la conexión, pero no todos tienen los medios para pagarla.
El costo de conexiones como las que requiere la estación de Entasopia puede llegar a los 700 dólares mesuales, aunque se pueden conseguir más barata con conexiones más lentas, dice Wayan Vota, director de Inveneo, una organización sin fines de lucro que trabaja para difundir la tecnología de Internet en toda África. Al popularizarse este tipo de conexiones, objetivo principal de O3b, el precio podría caer, agrega Vota.
Cuando las conexiones a Internet llegan a pequeñas ciudades como Entasopia, nuevas herramientas se acercan a personas hambrientas de utilizarlos y para algunas de ellas traen cambios significativos.
James Mathu ha trabajado para el Ministerio de Agricultura de Kenya en Entasopia durante cinco años, asesorando a los agricultores sobre el medio ambiente, métodos de cultivos y la conservación del suelo. Una conexión estable a Internet le permite enviar información a la sede central en el distrito de Kajiado, en vez de pasar días viajando hasta allí para entregar los informes mensuales, que son demasiado largos para ser envíados a través del celular. Mathu estima que gracias a Internet le permitió ahorrar 12.000 chelines al año, equivalente a U$S152, en un país donde el producto interno bruto por persona es de $1700.
Julius Kasifu, 40, está usando Internet para tratar de ayudar a otros. Su familia tiene una granja, perdo debido a que sufre parálisis en sus piernas por una polio que lo afectó de nió, son pocas las tareas agrícolas que puede hacer.
En la sociedad masai, explica, discapacidades como las suyan son consideradas malos augurios. Tradicionalmente, los bebes discapacitados eran abandonados y sus madres eran objeto de un ritual de limpieza para eliminar los malos espíritus que creen son los culpables de la discapacidad, mientras que el lugar donde tuvo lugar el nacimiento se quemaba. En la actualidad incluso en muchos casos esos niños se mantienen ocultos dentro de las chozas.
“Las madres vienen y me dicen: “¿Tienes un lugar para nuestros hijos?”, dice. “Me duele, pero ¿qué puedo hacer? De ese dolor nació este proyecto.”
Sin embargo, existen importantes limitaciones para la cantidad de kenianos que pueden acceder a Internet. Incluso si es gratuita, no todos pueden sacar el máximo provecho debido a la analfabetización informática.
Teddy Chenya, que durante los últimos ocho meses ha ayudado al staff de un centro comunitario perteneciente a la Red de Información de las Tierras Áridas, la organización no gubernamental de Kenya que gestiona los centros con Internet satelital, dice que los jóvenes tienen más predisposición a visitarlo que los mayores, porque tienen más tiempo libre y están dispuestos a sentarse de a tres en una sola PC, y aprender mediante prueba y error.
“La mayoría de las personas que vienen en busca de información, necesitan ayuda”, dijo. “Ellos todavía no saben dónde mirar o qué es una dirección Web. Cuando les muestro video en streaming me preguntan: “¿Es una radio? ¿Es un televisor?”
Otro obstáculo es la alfabetización: muchos de los adultos en Entasopia en adultos, especialmente las mujeres, no saben leer.
Nthenya Mula, directora de Acumen Fund para África del Este, una organización sin fines de lucro que invierte en empresas regionales que tienen un aspecto de desarrollo social. Mula opina que las comunidades rurales enfrentan muchos retos, y el progreso es a menudo frenado por grandes problemas como la falta de infraestructura, la atención de la salud o la disponibilidad de préstamos, en lugar de la falta de acceso a Internet.
“¿Es VSAT lo más importante?” Pregunta, refiriéndose a la tecnología satelital usada en el proyecto. Sin embargo, la Sra. Mule dice, “hay tantos problemas, que la mayoría de las veces uno comienza a actuar donde se puede”.
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