El tiempo pasa, nos vamos volviendo fachos

Volví de Europa. De un viaje donde conocí París y una Francia llena de inmigrantes y una mirada de desconfianza sobre ellos impulsada por el nuevo gobierno derechista.

Un Museo del Louvre lleno de obras, y vacio de gente de color (salvo los guardias de seguridad)

Llegué para votar y para ver como el Muñequito de ojos celestes festejaba su primer triunfo electoral como si fuera el carnaval carioca de un cumpleaños de 15. Sólo le faltaba cantar “Entregá el Marrón”

Mucho perepepe pero nos la van a mandar a guardar igual.

Y si, va como el tuje. Pero nos queda relajarnos y escuchar buena música.

Les dejo a Salinas.

Beatriz Sarlo escribe sobre Borges


Sabemos que Borges no buscó ser el Escritor Nacional. Borges no quiso ser canonizado, ni quiso ser santo.

En realidad, Borges fue Borges porque trabajó contra todas las formas mayores de la literatura. Ya en la década del veinte, cuando él, como el siglo, tenía poco más de veinte años, conocía los riesgos que acechan a una literatura nacional en un país periférico: el regionalismo pintoresco, el entusiasmo retórico para afirmar una voz propia que todavía no se tiene, el folclorismo nostálgico o la literatura de tesis que explique al mundo nuestra peculiaridad. En una palabra, Borges conocía los riesgos del modernismo, que todavía no había pasado del todo, y del latinoamericanismo, que entonces se respiraba en el aire de los tiempos.

Contra todo esto escribió Borges. Lo que hizo fue una operación irónica: ya que los argentinos somos una versión menor de las naciones mayores, ya que hablamos una forma &quotmenor” del español, ya que hemos llegado con algunos siglos de retraso a las bibliotecas de Occidente, transformemos estos rasgos obligados en una elección. Quiero decir: dupliquemos la apuesta, convirtamos a la marginalidad de origen en una marginalidad que se elige.

Para Borges, la pretensión más ampulosa (y, en consecuencia, más ridícula) de un escritor argentino consistía precisamente en errar este reconocimiento. Como una compadrada, Borges elige aquello que no puede rechazar. O, si se quiere más trágicamente, acepta su destino. Eso le permite, en los años cuarenta, escribir dos o tres libros de relatos que son el momento clásico de su obra y la justicia poética los coloca entre los grandes textos de este siglo. Puede escribir El Aleph y Ficciones porque, antes, había triunfado en la escritura marginal.

Borges fue Borges porque se propuso escribir sobre un poeta menor, Evaristo Carriego, porque publicó en Crítica (un diario popular, sensacionalista y chantajista) los textos &quotmenores” de Historia universal de la infamia. Borges fue Borges porque se negó a las grandes poéticas de fin de siglo y de las vanguardias (se negó al modernismo, al simbolismo, al surrealismo) y buscó una voz en las líneas menores y en la literatura gauchesca. Sin duda, leyó todo. Pero un escritor no es todo lo que lee. Un gran escritor es, más bien, todo lo que rechaza de lo que lee. Todo lo que se niega.

Por eso, el tono de Borges es atenuado. Esas dobles y triples negaciones que se leen en sus textos son formas de la atenuación, de la afirmación indirecta, de lo que los ingleses llaman el understatement, una palabra que caracteriza más que ninguna otra a Borges: decir menos de lo que se quiere decir, contar menos de lo que cualquier otro hubiera contado. Cuando Borges recuerda, admirado, el pudor de unos versos de Enrique Banchs, podemos creerle porque el pudor, la negativa a mostrar del todo, es una marca original de su propia literatura.

Borges eligió lo &quotmenor” dentro de las tradiciones mayores: el policial, la reseña de libros, las versiones de otros textos, la traducción. Se hizo experto en disfraces (una estrategia que los menores usan para superar a los mayores) y por eso escribió ensayos que son en realidad cuentos, y relatos que tienen la forma del ensayo. Por eso también, Borges tuvo la astucia de las citas. Nadie más astuto, nadie más engañador en el uso de la cita: nunca pueden creerse del todo, nunca están en el lugar completamente adecuado y, muchas veces, parecen arbitrarias, puestas como para mostrar otra cosa. Las citas no son un aparato de pruebas, no son una red de seguridad en los textos de Borges. Las citas son, por el contrario, el lugar donde un escrito se fractura y corre peligro. Solo la prosa académica piensa que es fácil seguir adelante después de una cita.

Borges citaba para no escribir y escribía para citar. Ese gesto es humilde solo en apariencia. El elogio de la lectura, que hizo muchas veces, es el elogio de la cita. El uso de la cita fue un programa de relación con la literatura mundial de la que la Argentina era una zona mínima. Quizás esto Borges lo supo antes que ningún otro.

El de Chávez, un gobierno incómodo


Una interesantisima nota de opinión del Diario Clarín.

Telma Luzzani
tluzzani@clarin.com


Es cada vez más evidente que no es sólo la defensa de la libertad de prensa lo que mete tensión al conflicto por RCTV (aunque sin duda hay, entre quienes protestan, muchos que la defienden).

La irritación contra Chávez tiene otros motivos de fondo. Algunos son internos y emanan de una sociedad ancestralmente desigual, gobernada a lo largo de su historia por una minoría blanca, a la que le produce alergia que un mulato de provincias ocupe el cargo presidencial.

También irritan ciertas políticas igualadoras de Chávez como las de salud y educación. La crítica opositora dice que es por la presencia de médicos cubanos o por los contenidos tendenciosos de los planes de estudio. Pero uno se pregunta si, en lo profundo, es eso lo que verdaderamente irrita. Y la sensación es que más que las leyes molestan sus posibles efectos. El acceso popular a bienes que hasta ahora sólo disfrutaba una minoría es vivido angustiosamente por las clases altas y medias como una pérdida del poder que da la diferencia. Y algo más: la progresiva conciencia de los pobres sobre sus derechos (en salud y educación, por ejemplo) y sobre el tiempo que estuvieron despojados de ellos, podría significar incluso una pérdida de poder real.

Algunas políticas de Chávez irritan también fuera de Venezuela. Y, otra vez, no tanto por las medidas en sí sino por lo que éstas puedan desencadenar. El caso de RCTV por ejemplo puede disparar varios interrogantes. ¿Son todos los medios democráticos? ¿Tienen obligación de serlo? ¿Ayudaron a la democracia los medios norteamericanos al apoyar acríticamente durante meses la ocupación de Irak sabiendo, como se sabía, que era dudosa la existencia de armas de destrucción masiva (sólo por poner un ejemplo entre muchos otros en el mundo)?

Se puede estar de acuerdo o no con las políticas de Chávez pero lo que es seguro es que provocan preguntas incómodas y de difícil solución. ¿Por qué es ilegal comerciar con Irán o con Cuba? ¿Corresponde expropiar las tierras fértiles que están ociosas? ¿Hay que obligar al propietario a que las vuelva productivas o, en nombre de la libertad, tiene derecho si quiere en dejarla como un yuyal? ¿Debe el Estado y las obras sociales reconocer a la homeopatía o la acupuntura también como medicinas “legítimas”? ¿Quién debe decidir qué se hace con los presupuestos, los intendentes o los ciudadanos? ¿Por qué no tomar las decisiones en asamblea popular? ¿Es justo someter a los pueblos originarios de América al derecho romano o deben ser libres de ejercer su justicia ancestral?

El gobierno de Chávez es un gobierno incómodo. Y él, con su retórica desmesurada y su falta de cintura política, contribuye con buenos motivos para quienes quieren naturalizar un sistema lleno de desigualdades o desterrar las preguntas.

Elecciones 2007: Se ocultan gastos de campaña

Poder Ciudadano publicó hoy un análisis del gasto de la campaña electoral porteña, elaborado en base a los informes presentados por los partidos. Resalta la existencia de gastos que no se declaran, entre otras irregularidades.


(INFOCÍVICA, Buenos Aires, 31 de Mayo de 2007) La inflación no parece haber afectado a las campañas a Jefe de Gobierno porteño 2007, cuyos costos se mantienen casi intactos desde 2003.


De este modo, los partidos estarían gastando –o previendo gastar—dentro del tope de 40 centavos por elector establecido por ley, en sintonía con lo que gastaron hace cuatro años. Sin embargo, hay gastos que permanecen escondidos.


Los datos surgen del análisis que Poder Ciudadano realizó sobre los informes financieros previos que los partidos habrían entregado a la Auditoría General de la Ciudad. A pedido de Poder Ciudadano, la Alianza Coalición Cívica, el Frente para la Victoria, el MST, Buenos Aires para Todos y PRO facilitaron copias de esta documentación a la ONG. A pesar de reiterados pedidos, no se pudo acceder al informe presentado por Más Buenos Aires; tampoco se encuentra publicado en las páginas oficiales del partido ni en el blog de Jorge Telerman.


Rastrear los gastos que efectivamente realizaron los partidos es una tarea difícil. Por empezar, no se revela el nombre de las imprentas que producen los afiches en la vía pública.


Según el artículo 4 de la Ley 268, la publicidad de este tipo debe “contener sin excepción la identificación de la imprenta que la realice”.


Dos de los tres candidatos con mayor intención de voto, Daniel Filmus y Jorge Telerman, violan esta normativa.


Si bien la Auditoría General viene señalando desde 2000 esta y otras irregularidades, las sanciones que debería aplicar el Tribunal Superior de Justicia brillan por su ausencia.


Otro dato que permanece oculto es el gasto de las encuestas. El pasado 6 de mayo, Clarín dio a conocer el listado de encuestadoras contratadas por los tres candidatos con mayor intención de voto. Sin embargo, ni el PRO –que trabaja con Julio Aurelio-, ni Actitud Buenos Aires –que contrata los servicios de Management and Fit, Poliarquía y Opinión Autenticada—, ni el Frente para la Victoria –CEOP y Ricardo Rouvier—declaran estos gastos. Estos no son montos menores: una nota reciente en la revista Noticias estima que cada sondeo cuesta entre 20 y 30 mil pesos.


El uso de la publicidad oficial es otro método de propaganda encubierta, que ensombrece la estimación del costo real de las campañas.


Poder Ciudadano señala la transformación gráfica de la campaña publicitaria del Gobierno de la Ciudad “Actitud Buenos Aires / A + Buenos Aires / A + BA”, en la que actualmente promueve la postulación de Jorge Telerman como candidato de la alianza “+ Buenos Aires”.


A modo de ejemplo, el informe incluye tres fotos.

A pesar de todo esto, en los papeles, los partidos se ajustan a la ley.


Los gastos que prevén están dentro del tope establecido por la Ley 268. Según esta norma, el máximo total de gastos permitidos por ley para la primera vuelta son 1.025.382 pesos por lista.


Gasto total previsto declarado

Partido

Gasto total previsto

Coalición Cívica

703.467

Frente para la Victoria*

2.000.000

Movimiento Socialista de Trabajadores

62.902

PRO*

1.995.310

Partido Buenos Aires para Todos

433.938

Fuente: Poder Ciudadano sobre la base de los informes enviados por estos cinco partidos




*Presenta una lista de candidatos a Jefe y Vicejefe de Gobierno, y otra a legisladores.


Al respecto, Laura Alonso, Directora Ejecutiva de Poder Ciudadano, declara: “El tope de gastos es ficticio: es el mismo que el de hace siete años”.


“Hay tres posibilidades –argumenta—O bien los costos de las campañas son los mismos, o las campañas se volvieron más austeras o se están ocultando gastos”.


Poder Ciudadano, que desde hace ocho años monitorea el financiamiento de las campañas, se inclina por esta última interpretación.


Otra de las observaciones que recoge el informe se relaciona con el aporte público.


Para Poder Ciudadano, es llamativo que ningún partido haya recibido los fondos públicos que le corresponde.


Alonso explica las razones: “En algunos casos tiene que ver con que los partidos no abrieron la cuenta bancaria única que les exige la ley.


En otros casos, el Banco Ciudad genera impedimentos para la apertura de esa cuenta o se producen retrasos significativos en la transferencia de estos fondos desde el GCBA a los partidos”, explica.


Este dato es relevante, particularmente para los partidos pequeños o medianos, para quienes el aporte público constituye la mayor parte de los recursos disponibles para financiar su campaña.

Para acceder al informe completo haga click aquí

Gastando a Ileana Calabró

Imperdible el reportaje que le hacen Jorge Guinzburg y Adolfo Castello a una (tímida y más vieja!) Ileana Calabró. Fue en el famoso programa La Noticia Rebelde, allá por 1986. Menos mal que no cantaba en aquel entonces. No creo que Ileana se haya comido nunca un gaste más grande que este:

Vía: Eblog.com.ar que a su vez lo encontró en Código Retro.