¿Qué tienen en común un político griego, un jugador de la NBA y una activista por los derechos civiles?

Soy lector del Newsletter que escribe Kareem Abdul-Jabbar. Este gran jugador de basket fue y es, también, un gran activista y escritor que reflexiona frecuentemente sobre varios temas sociales. Cuando era chico, lo admiraba como jugador y trataba de imitar su “gancho al cielo”. Nunca me salió.
Hoy, además, lo respeto como pensador.

Lamentablemente solo escribe en inglés, pero quiero compartirles un fragmento que traduje de la edición de hoy.

Kareem Abdul-Jabbar

Lo que dejas atrás no es lo que está grabado en los monumentos de piedra, sino lo que está tejido en la vida de los demás.

Pericles (495-429 a.C.)


Los recuerdos de nuestras vidas, de nuestras obras y nuestros actos continuarán en los demás.

Rosa Parks (1913-2005)


Casi 2,500 años separaron al político griego Pericles y a la activista estadounidense Rosa Parks, pero ambos compartían la misma idea fundamental.

El legado de una persona se imprime de manera más profunda en la sociedad y en la historia, no por la acumulación de riqueza y poder, sino por el impacto personal que hayan tenido en las personas.

Un pequeño acto de bondad puede resonar a través de los siglos, ya que aquellos que observaron el acto o se beneficiaron de él lo replicarán para otros.

La generosidad espontánea que otros han mostrado hacia mí sin esperar nada a cambio ha dejado un recuerdo indeleble más vívido que cualquier juego de campeonato en el que haya participado.

Cuando veo la arrogancia de los individuos adinerados que piensan que sus grandes compañías, sus nombres en todo y los aduladores que les rinden elogios inmerecidos les ganarán un legado inmortal, pienso en el poema de Shelley “Ozymandias” en el que un viajero describe la gigantesca estatua de dos piernas que descubrió en el desierto con la inscripción: “Mi nombre es Ozymandias, Rey de Reyes; ¡Mirad mis Obras, oh Poderosos, y desesperad!”.

Ese es su legado: Dos muñones en un desierto interminable y un nombre que nadie recuerda con amor.

No me importa si alguien recuerda mi nombre, mis logros o mi número de camiseta, solo que hice pequeñas cosas que dieron a otros recuerdos agradables que pudieran recordar cuando los necesitaran. Y tal vez les hicieron querer hacer lo mismo por otros.

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