Lost: El dedo gordo

Sigo compartiendo análisis sobre mi serie preferida: Lost. En este caso, un artículo del blog Linkillo de Daniel Link.

Lost coquetea con la erudición como parte de su dispositivo narrativo. Tiene, en ese y otros muchos aspectos, un antecedente célebre: El arco iris de gravedad de Thomas Pynchon. Como aquella novela insoportable (y por eso mismo memorable) moviliza todos los saberes para decir sencillamente que no sirven para nada, porque lo que siempre brilla (por delante o por detrás) es un conflicto primitivo entre lo ctónico y lo pneumático (entre la autoctonía, que nos devuelve siempre al barro del que alguna vez salimos, y la poiesis y su movimiento ascensional), se trate de Jacob y Esaú, como parece ser, o (más metafóricamente) de Osiris y su hermano Seth, figura de la fuerza bruta, de lo tumultuoso y de lo incontenible, patrón de las guerras, la tormenta y la violencia, fundador de los oasis en el desierto al que había sido condenado para siempre.

Todo lo que sucede en Lost (la guerra, en primer lugar) se ordena en relación con ese conflicto primitivo entre lo que domina el cielo (Osiris, el avión de Oceanic) y las fuerzas de la tierra (campos magnéticos, pozos subterráneos), que coinciden en el mismo dedo del pie que, en su momento, había llamado la atención de Bataille (“El dedo gordo“), de Freud, antes que él, y de Derrida, mucho después. Ese dedo que le falta a la estatua de Tueris (o Sobek o Seth, importa poco) en cuyos sótanos vive y ¿muere? Jacob (“No sé que es más inquietante, que le falte el resto de la estatua o que tenga sólo cuatro dedos.”, Sayid en “Live Together, Die Alone – Part 1).


Por supuesto, no es precisamente el dedo gordo lo que faltaría de ese pie sobreviviente, pero faltando un dedo, queda claro, lo que se ha perdido es lo que separa al hombre del animal: la máquina antropológica.

Así, Lost se postula como la narración del final de los tiempos y del más allá de la Historia, y se interroga cómo y por qué, habiendo ya perdido la humanidad sus rasgos y sus propiedades (habiendo desaparecido el “ser humano” como tal), la guerra, la violencia y la destrucción siguen existiendo. ¿En qué se funda esa supervivencia que ha perdido ya toda posibilidad de funcionar en relación con un “progreso” que, a todas luces, para los guionistas de la serie, ya ha cesado?

Como en El arco iris de gravedad, se parte también en Lost de vastas e improbables hipótesis científicas que, de pronto, conectan (de acuerdo con sistemas de agenciamientos un poco demenciales y que son capaces de impacientar a los seguidores más fieles) con mitologías olvidadas, divinidades insepultas y conflictos primitivos sobre los modos de aparición y de organización de lo viviente.

Por eso, Lost no ha escatimado ni uno solo de los motivos de interrogación de las formas-de-vida: las comunides utópicas (es decir, inoperantes), el buen salvaje, las conspiraciones, los modos de la reproducción, la isla desierta, la familia, las instituciones y las líneas de mando, los Estados “enemigos” del Imperio (Corea, Iraq), los órdenes aberrantes (desde los “seis grados de separación” hasta los números de Erdös), los enfrentamientos.

No sabemos cómo se resolverá la historia, pero lo que sí sabemos es que, narrativamente, en la guerra entre la autoctonía y la poiesis, triunfan el desorden y el tumulto, las tormentas temporales (prolepsis y analepsis), lo monstruoso y los laberintos, en los cuales el loophole barroco (rulo espacio-temporal) que finalmente encuentra el enemigo de Jacob es el mismo a través del cual se cuela la historia que llega hasta nosotros para decirnos que, aunque no haya Historia, horrenda paradoja, siempre habrá guerra.

Gracias Fernando


Tan propio de vos, a pesar de que lo venias anunciando hace años, te fuiste a otro lado y nos dejaste culo para el norte. Gracias por las perspectivas que me diste, por todo tu arte, por toda tu irreverencia frente al absurdo, por ser ciudadano, por ser un puto lindo.

Te vamos a extrañar mucho, los que te quisieron siempre y los que ahora te van a empezar a querer. Chau Fer!

Animación: Venganza Vudú

El Vudú es una de las religiones que más ha despertado lugar a la imaginación creativa.

Para quienes gustamos de las películas de terror, el mito de los “zombies” es algo recurrente en ese género.

Otro de los mitos de esta religión es la posibilidad de infringir daño a los enemigos mediante la utilización de “muñecos vudú” mediante los cuales se representa a las personas a dañar.

Generalmente, la persona que desea hacer un maleficio les entrega un muñeco a los bokós, quienes lo traspasan con una aguja y a la vez mencionan un conjuro específico que causará el efecto solicitado a distancia.

Sobre este tema, una excelente animación 3D del joven gran realizador paraguayo Joaquín Baldwin.

El vudú es una religión que se originó a partir de las creencias que poseían los pueblos que fueron trasladados como esclavos desde el África Occidental y del contacto de estas creencias con la religión cristiana propia de los esclavistas.

Se trata de una variante teísta de un sistema animista, provisto de un fuerte componente mágico. Por su vinculación directa con la cosmología y los sistemas de creencias neolíticos, su estudio resulta de gran interés en el campo de la paleoantropología. El vudú se cuenta entre las religiones más antiguas del mundo, a caballo entre el politeísmo y el monoteísmo.

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Exposición de Baleros (Fotos)

Siguiendo con esos elementos que los niños del pasado usaban para divertirse, les presento una interesante iniciativa de la Asociación de Amigos del Museo Municipal del Juguete en San Isidro, para demostrar que ese municipio tiene más que intendentes fascistas promotores de ghetos sociales.

La idea de este proyecto fue rescatar al Balero mediante la intervención de decenas de ellos por artistas plásticos argentinos. Algunas muestras de este curiosa expresión del arte porteño y bonaerense.

Para ver la colección completa entrá acá.

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"Nocturna"

Anoche fuimos a ver “Nocturna” al Centro Cultural Recoleta.

La obra del Circo Vaiven se presenta todos los sabados hasta el 26 de abril.

Un juego delicioso entre luces, tango electrónico y artistas volando que disfrutamos en medio de una cálida noche. Altamente recomendable.

Lo que más nos gustó fue la actuación de Ernesto Terri, un artista completísimo que ya me había sorprendido en “Sanos y Salvos”. Otro punto destacable fue el cuadro “Sola” interpretado por Carola Aramburu

Les dejo un video de “Nocturna” en una presentación anterior en el Konex

Elenco:

Alejandro Aquino
Carola Aramburu
Josefino Castro Pereyra
Cynthia Fattori
Sebastián Gutiérrez
Rodrigo López
Juan Maiocco Picasso
Ileana Pastorino
Manuel Quesada
Jimena Salzman
Mané Stancato
Ernesto Terry