The Wall: ¿Hasta cuando?

El muro criminal que construyó Israel, es parte de un sistema de unos 550 controles y bloqueos que han levantado las autoridades israelíes para controlar a la población de 2 millones de palestinos dentro de este territorio.

En la foto un niño palestino cruzando. La foto fue tomada ayer en Shuafat.

¿Hasta cuando seguirá la infamia?

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La Regla de Oro

La propuesta de “Charter for Compassion” es simple. Si bien, en la actualidad las religiones están siendo usadas como excusa para la violencia y el extremismo, todas ellas tienen en sus bases una regla fundamental: “No le hagas al otro, lo que no querés que te hagan a vos”.

Y proponen impulsar el sentido de compasión sin importar los credos, ni razas, ni países, invitando a los visitantes a dejar sus historias en el sitio. Algo así como un “Imagine” de Lennon pero versión 2.0.

Aquí el video presentación con subtítulos en español

Celulares contra la Guerra

La semana pasada una coalición de estudiantes y activistas le pidieron a los usuarios de celulares que apagaran sus teléfonos en solidaridad con los habitantes de la República Democrática del Congo, donde ya han muerto millones como resultado del conflicto por el coltán, un mineral que se usa para la fabricación de teléfonos celulares.

Friends of the Congo (Amigos del Congo) con la ayuda de estudiantes universitarios de todo el mundo hicieron este boicot como parte de “Break the Silence Week”, un esfuerzo que se realiza para que el mundo y especialmente los usuarios de celulares tomen conciencia de la guerra civil en el Congo y la incidencia directa que los minerales como el coltán tienen en este conflicto.

En el sitio “Break the Silence Week”, podés encontrár un listado con eventos que se llevaran a cabo en distintas ciudades del mundo.

“Una parte de la población del mundo, la que está por debajo de la línea de pobreza, está sufriendo mucho las consecuencias del cambio climático"

Entrevista a Cecilia Ugaz, experta en Economía y Desigualdades sociales del Programa de las Naciones.

Fuente: Agencia CyTA-Instituto Leloir. Por Claudia Mazzeo

Las imágenes de televisión no dejan espacio para las dudas. Los efectos del cambio climático castigan a la población mundial de manera despareja y son los países pobres quienes se ven más afectados por la acción de fenómenos como huracanes, inundaciones y sequías, los que asolan cada vez con más frecuencia e intensidad.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó un informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008, denominado “La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido’ en el que advierte que el mundo avanza hacia un “punto de inflexión” que podría atrapar a los países más pobres y a sus ciudadanos más vulnerables en condiciones de desventaja, cada vez peores, y dejar a millones de personas enfrentadas a la malnutrición, a la escasez de agua, a amenazas ecológicas y a pérdidas irreparables en sus medios de vida.

Los datos revelados en el informe indican que entre los años 2000 y 2004, 262 millones de personas resultaron afectadas por desastres climáticos; más del 98% de ellas vivían en países en desarrollo.

En los países pertenecientes a la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), uno de cada 1500 habitantes ha sido afectado por un desastre climático, mientras que para los habitantes de los países en desarrollo la proporción es de uno cada 19.

“El cambio climático representa una amenaza para toda la humanidad. Pero son los pobres, que no tienen responsabilidad alguna por la deuda ecológica que estamos acumulando, quienes enfrentan los costos humanos más graves e inmediatos”, señala en el informe Kemal Derviþ, administrador del PNUD.

El estudio, que es fruto del trabajo de varios grupos de especialistas, subraya, asimismo, las extremas desigualdades en cuanto a las capacidades de adaptación que presenta la población mundial. Mientras los países ricos invierten grandes sumas en sistemas de protección contra el cambio climático y sus gobiernos desempeñan un rol fundamental en estas actividades, en los países en desarrollo “los pobres del mundo, con sus escasos recursos, tienen como única alternativa nadar o hundirse”, sostiene en el trabajo Desmond Tutu, Arzobispo Emérito de Ciudad del Cabo.

Esta situación crea un “mundo de apartheid” en materia de adaptación. Pero no todo es desesperanza. El cambio climático brinda también al mundo una oportunidad: la oportunidad de unirse para dar una respuesta común.

“Si el mundo reacciona hoy será posible mantener durante el siglo XXI el aumento de la temperatura mundial dentro del umbral de los 2°C por encima del nivel de la época preindustrial. Lograr esto requerirá un elevado nivel de liderazgo y cooperación internacional sin precedentes”, afirma el estudio del PNUD.

Para conocer más sobre la importancia del informe del PNUD, “La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido’, la Agencia CyTA entrevistó a Cecilia Ugaz, doctora en economía, subdirectora y editora del informe “La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido. La entrevista tuvo lugar en el marco del seminario sobre cambio climático, organizado por InfoSud y la red internacional de periodistas Media 21, en Ginebra, Suiza.

– A su juicio, ¿qué es lo más importante de informe, ‘La lucha contra el cambio climático: Solidaridad frente a un mundo dividido’? ¿La información recabada o que se logre mayor conciencia sobre las implicancias del cambio climático?

Lo que a mi me da mayor satisfacción de ese trabajo es tener la oportunidad de poner en claro, con datos concretos, que existe una gran desigualdad frente al cambio climático y que nosotros los ciudadanos tenemos que ser muy concientes de ello. Hay una parte de la población del mundo que está sufriendo muchísimo y que no tiene voz y creo que nosotros, con ese informe, somos un poco la voz de ellos. Es la gente que sabemos que está viviendo bajo la línea de pobreza, que está sufriendo los efectos del cambio climático ahora, y en adelante, ellos y sus hijos. No tienen quien presente su caso y nosotros estamos, de algún modo, haciéndolo.

-¿Cuál es el próximo paso, luego de la publicación del informe?

Es seguir presionando, sobre todo a nivel político. Estamos tratando, por todos los medios, de lograr influenciar lo más posible a los gobiernos, a nivel del parlamento. A nivel nacional actúa el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dentro de su parte programática, y trabajando a nivel país, pero creo que también está el área de derecho internacional, de tratar de hacer los vínculos con los otros regímenes que existen, como el régimen de los derechos humanos. Creo que eso puede dar todavía mucha más fuerza a todo el proceso de cambio que se necesita para poder evitar las consecuencias catastróficas del cambio climático.

-¿Cree que es importante que el cambio climático sea vinculado con los derechos humanos a nivel de los organismos internacionales? El agua ha sido definida como un derecho básico en ese contexto, pero ¿ha cambiado algo?

Ya se consiguió que el cambio climático sea considerado un aspecto de los derechos humanos. Lo importantes es cómo dar contenido a ese concepto, cómo incluirlo en las políticas a fin de lograr evitar que se produzca una violación de los derechos humanos. Sin duda tenemos que trabajar en las políticas. Pero sin el marco normativo no es posible.

Creo que los aspectos políticos y normativos deben ir de la mano. Para que un ciudadano pueda exigirle a su gobierno el cumplimiento de sus obligaciones, estás tienen que estar explicitadas.

De lo contrario, ¿cómo exigir? Puede entonces parecer, sobre todo al principio, una declaración de intención. Y como decimos “el camino del infierno está lleno de buenas intenciones”. Pero creo que el marco normativo es importante y no nos podemos quedar allí. Eso también es parte de la batalla. Tenemos el derecho establecido, ¿ahora qué hacemos para que se cumpla? No disponemos de un sistema de rendición de cuentas, y eso tenemos que ponerlo como una piedra angular.
A partir de allí, debemos movernos en términos de políticas para poder exigir que esas políticas se cumplan.

-¿A quiénes cree que hay que implicar verdaderamente para que el cambio climático, la contaminación, la deforestación, la desertificación sean en verdad tomadas en cuenta. ¿Qué es necesario primero? ¿La conciencia social o el cambio político?

Lo primero es el nivel político. Creo que los políticos antes que nada tienen que darse cuenta que ellos también son ciudadanos, no somos esferas separadas. Ellos tienen la posibilidad de decidir. Desafortunadamente en este momento el cambio climático se ve como una cosa tan lejana según nuestros horizontes de tiempo, que parece que en nuestra vida útil nunca va a pasar nada, y que además poco podemos hacer.

Porque las decisiones que tomamos ahora en términos de energía, de consumo, son decisiones que van a tener muchas repercusiones en el futuro, a mediano y largo plazo. Entonces creo que hay que comenzar por la esfera política y hacerles saber que los costos, aunque parezcan enormes desde el punto de vista económico, no lo son en realidad.
El costo de no actuar es cinco veces mayor que el actuar. Eso está medido, ha sido probado.

– ¿Sigue aún vigente el concepto de que los países pobres no pueden darse el lujo de pensar en el cuidado del ambiente?

Lo que parece un ahorro ahora, va a ser un costo enorme después. Y hay daños que son irreparables. La vida humana es irremplazable. No se cuenta en términos de 1, 2 o 4 millones. Una vida cuenta. Entonces eso es lo que tenemos que fijarnos. Eso también es el enfoque de derechos y de desarrollo humano. Una persona cuenta. Y en la medida en que haya una sola persona que sufra la violación de sus derechos humanos esa persona nos tiene que importar a todos. Tenemos que evitar el error de hablar en abstracto. De considerar únicamente números agregados, cifras promedios, datos globales.

-Sobre ese cambio de actitud que menciona que debe producirse entre los políticos, ¿qué papel estima que juega la sociedad civil?

Un papel importantísimo. Creo que el mundo actual está centrado en el conocimiento y la comunicación. Así es el siglo XXI. Y siento que de alguna manera hemos heredado taras de la Edad Media. Que somos un grupo de elegidos, que sabe, que entiende, que ha estudiado, y que se comunica las novedades entre ellos, transmitiendo al resto lo que más le conviene, en el momento que quiere.

Creo que precisamente el rol de la sociedad civil, y de los medios de comunicación en particular, es democratizar el conocimiento. Siento que la ignorancia es un lujo que no nos podemos permitir. No es humano, no es justo y es extremadamente inigualitario. Todos tenemos la obligación de bajar al llano y decir lo que sabemos sobre lo que va a pasar; hasta el premio Nóbel debe hacerlo. Tenemos que ser capaces de comunicarnos de una forma simple.
Porque hoy parece que hay que tener un doctorado hasta para leer un recibo de la luz. ¿Qué es lo que me pasa? Yo misma leo mi recibo de la luz y no entiendo nada. No puede ser. Creo que está puesto a propósito de modo complicado para que nadie entienda. Y como no se entiende, la gente no tiene tiempo, cada vez corremos más, y entonces no hay reclamo. Ha llegado el momento en de democratizar el conocimiento y la información y eso tiene que ser patrimonio de todos, es un bien público.

¿No cree que hay un discurso, disociado en los hechos, que alcanza a científicos y políticos por igual, sobre la importancia que tiene la comunicación en la vida diaria?

Se menciona con mucha frecuencia la necesidad de informar, pero no se ven iniciativas tendientes a sumar comunicadores a los grupos de investigación o a las áreas de trabajo relacionadas con la política. Es cierto. Hay todavía una cuestión muy elitista según la cual, el conocimiento le pertenece sólo a unos cuantos.

Creo que también hace falta empujar en ese sentido. La comunicación debería ser parte de la estructura curricular de toda disciplina, fuera la que fuere. Para ello, es necesario tener un concepto muy claro de por qué es importante la comunicación y de que eso también es parte del aprendizaje.

Porque de lo contrario, me pregunto, la investigación ¿para quién la haces? ¿Para ti y para tus colegas? ¿O la estás haciendo porque realmente tienes una intención de cambiar el mundo? Todos tenemos que estar concientes de que el mundo tiene que cambiar. Para ello, tenemos que cambiar todos individualmente. El fenómeno del cambio climático nos da la oportunidad de saber que no basta con producir modificaciones a nivel local. El cambio real requiere de la participación de todos.

Otra Guerra

En la foto dos ancianos de Georgia lloran el cadáver de un pariente poco después del cese de un bombardeo. (Foto: Gleb Garanich/REUTERS). Hace unas horas Georgia declaró formalmente la guerra a Rusia.

Estoy enojado y decepcionado. Cuando parecía que, con Obama, se venía el fin de la ofensiva asesina de EEUU por el mundo, y con eso tiempos más tranquilos por el mundo, se lanza una nueva guerra justificaba por ansias independentistas.

Los juegos olímpicos, que deberían ser un lugar de confraternidad mundial fueron testigos hoy de la partida de los deportistas de Georgia como protesta por la ofensiva rusa.

No aprendemos más. Parece que la única respuesta que nos queda es unirnos todos al “movimiento por la extinción humana voluntaria”.

Carta Abierta de Mónica BOUYSSEDE y Adrián MARCENAC

Comparto con uds la carta que me llegó hoy de Adrián MARCENAC, padre de Alfredo, joven de 18 años asesinado en Belgrano en julio del 2007.



¿Queremos el desarme o apoyamos la violencia? El mensaje debe ser claro

Como víctimas directas por el uso de armas, insistimos permanentemente con el mensaje del desarme. No es necesario armarse ni tener armas, porque ellas son instrumentos para matar y siempre que aparecen en un conflicto, causan daños irreparables.

Luchamos para tratar de dejarles a los niños y jóvenes una sociedad con menos conflictos armados y mayor seguridad a nivel social. Esta es la lucha en la que junto a muchos integrantes de la sociedad, cada uno por sus motivos, estamos enfrascados, convencidos que es el camino correcto para evitar muertes y dolor a las familias. Pero estos días sentimos que es una lucha mucho más difícil de lo esperado porque pareciera que desde la dirigencia de nuestro país se apaña, incentiva y cobija a los violentos.

Cuando escuchamos a algunos personajes públicos, en su rol mesiánico, convocando a la ciudadanía a armarse, nos damos cuenta que existe un gran desajuste entre las palabras y los hechos; un defasaje entre un gobierno que estimula a sus compatriotas a desarmarse voluntariamente y algunos dirigentes que forman o formaron parte de dicho gobierno, instando a armarse. Y esta separación entre el decir y el hacer, tan común en estos días, alcanza a muchos de los funcionarios, ya sea por acción u omisión.

Nos vienen a la mente los hechos de San Vicente y la nefasta expresión de un conocido ex-integrante del Congreso de la Nación diciendo sobre “Madonna” Quiroz “…¿mató a alguien? No, entonces de que me hablan, no pasó nada, es un hecho menor…”!!!. Al respecto vale recordar también que un Juez de Garantías en este caso opinó que se trató sólo de un “abuso de armas, sin intencionalidad de provocar la muerte o daño sobre terceros”.

Y podríamos recuperar otros lamentables ejemplos de funcionarios públicos o dirigentes de nuestra sociedad, que revelan que estamos mucho más atrasados de lo que pensamos en materia de seguridad pública. Porque digámoslo claramente, cuando los dirigentes de una sociedad creen y DICEN ABIERTAMENTE que las diferencias se resuelven a la fuerza, a los golpes o con armas, o no expresan una clara posición de rechazo a la violencia y especialmente a la violencia institucionalizada, estamos en una situación crítica.

Por eso desde nuestro lugar de padres de una víctima del uso de armas de fuego y ciudadanos convencidos que la resolución pacífica de los conflictos es la única manera de convivir en una sociedad democrática, deseamos expresar nuestro más profundo repudio a estas actitudes de algunos personajes que, creyéndose defensores de la democracia “a cualquier precio”, convocan a la violencia colectiva.

Nos llama poderosamente la atención que desde el gobierno o desde la justicia, no se actúe en estos casos en que se observa una clara instigación a la violencia.

En nombre de Alfredo y de todas las víctimas de la violencia, instamos a romper URGENTEMENTE este proceso de acostumbramiento a la misma en la vida cotidiana para permitirnos como sociedad desarrollarnos en paz, pero para ello es IMPRESCINDIBLE que desde el Estado no la minimicen, ni la naturalicen, ni la encubran.

Mónica BOUYSSEDE y Adrián MARCENAC (padres de Alfredo, asesinado a los 18 años)

Necochea, 19 de junio de 2008

Hace 40 años asesinaban a Martin Luther King, Jr.

Martin Luther King, Jr.
1929 — 1968

Este reverendo estadounidense que fue premio Nobel de la Paz, gracias a tu labor como uno de los principales líderes del movimiento para la defensa de los derechos fundamentales e importante valedor de la resistencia no violenta ante la discriminación racial.

Para recordarlo, algunas de sus citas:

  • Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol.

  • La esencial medida de un hombre no es donde se para en momentos de comodidad y conveniencia, sino donde se para en tiempos de desafío y controversia.
  • Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.
  • Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos.
  • De mi formación cristiana he obtenido mis ideales y de Gandhi la técnica de la acción.
  • Si el hombre no ha descubierto nada por lo que morir, no es digno de vivir.
  • Nada se olvida más despacio que una ofensa; y nada más rápido que un favor.
  • Nada en el mundo es más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda.
  • La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve.
  • Todo trabajo que enaltece la humanidad tiene dignidad e importancia y debe emprenderse con excelencia esmerada.
  • Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual.
  • Nada que un hombre haga lo envilece más que el permitirse caer tan bajo como para odiar a alguien.
  • Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos.
  • La libertad nunca es voluntariamente otorgada por el opresor; debe ser exigida por el que está siendo oprimido.
  • El amor es la única fuerza capaz de transformar un enemigo a un amigo
  • El amor es la única fuerza capaz de transformar un enemigo a un amigo
  • Debemos aceptar la limitada desilusión, pero no debemos nunca perder la infinita esperanza.
  • Nuestra vida comienza a terminar el día que nos quedamos callados de las cosas que importan.
  • Puede que sea verdad que la ley no pueda hacer que un hombre me ame. Pero lo puede mantener de lincharme, y yo creo que eso es muy importante.
  • La injusticia en cualquier lado es una amenaza a la justicia en todos lados.
  • La oscuridad no puede echar a la oscuridad; solo la luz puede hacer eso; el odio no puede echar al odio; solo el amor puede hacer eso. El odio multiplica al odio, la violencia multiplica a la violencia, y la tenacidad multiplica la tenacidad en un espiral de descenso de destrucción… La reacción en cadena de la maldad – odio engendrando odio, guerras produciendo más guerras – debe ser rota, o los hundiremos en el abismo de la aniquilación.

Y para finalizar les dejo el discurso más memorable que haya dado en la histórica marcha sobre Washington en el 63.

Tengo un sueño.

Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que será ante la historia la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestro país.

Hace cien años, un gran estadounidense, cuya simbólica sombra nos cobija hoy, firmó la Proclama de la emancipación. Este trascendental decreto significó como un gran rayo de luz y de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Llegó como un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero, cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro es aún tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad estadounidense y se encuentra desterrado en su propia tierra.

Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

Es obvio hoy en día, que Estados Unidos ha incumplido ese pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos negros. En lugar de honrar esta sagrada obligación, Estados Unidos ha dado a los negros un cheque sin fondos; un cheque que ha sido devuelto con el sello de “fondos insuficientes”. Pero nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de la oportunidad de este país. Por eso hemos venido a cobrar este cheque; el cheque que nos colmará de las riquezas de la libertad y de la seguridad de justicia.

También hemos venido a este lugar sagrado, para recordar a Estados Unidos de América la urgencia impetuosa del ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o de tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial. Ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Ahora es el momento de sacar a nuestro país de las arenas movedizas de la injusticia racial hacia la roca sólida de la hermandad.

Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento y no darle la importancia a la decisión de los negros. Este verano, ardiente por el legítimo descontento de los negros, no pasará hasta que no haya un otoño vigorizante de libertad e igualdad.

1963 no es un fin, sino el principio. Y quienes tenían la esperanza de que los negros necesitaban desahogarse y ya se sentirá contentos, tendrán un rudo despertar si el país retorna a lo mismo de siempre. No habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les garanticen sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia.

Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca, porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar, debemos hacer la promesa de marchar siempre hacia adelante. No podemos volver atrás.

Hay quienes preguntan a los partidarios de los derechos civiles, “¿Cuándo quedarán satisfechos?”

Nunca podremos quedar satisfechos mientras nuestros cuerpos, fatigados de tanto viajar, no puedan alojarse en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades. No podremos quedar satisfechos, mientras los negros sólo podamos trasladarnos de un gueto pequeño a un gueto más grande. Nunca podremos quedar satisfechos, mientras un negro de Misisipí no pueda votar y un negro de Nueva York considere que no hay por qué votar. No, no; no estamos satisfechos y no quedaremos satisfechos hasta que “la justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente”.

Sé que algunos de ustedes han venido hasta aquí debido a grandes pruebas y tribulaciones. Algunos han llegado recién salidos de angostas celdas. Algunos de ustedes han llegado de sitios donde en su búsqueda de la libertad, han sido golpeados por las tormentas de la persecución y derribados por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes son los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador.

Regresen a Misisipí, regresen a Alabama, regresen a Georgia, regresen a Louisiana, regresen a los barrios bajos y a los guetos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de alguna manera esta situación puede y será cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperanza.

Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño “americano”.

Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: “Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales”.

Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.

Sueño que un día, incluso el estado de Misisipí, un estado que se sofoca con el calor de la injusticia y de la opresión, se convertirá en un oasis de libertad y justicia.

Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que un día, el estado de Alabama cuyo gobernador escupe frases de interposición entre las razas y anulación de los negros, se convierta en un sitio donde los niños y niñas negras, puedan unir sus manos con las de los niños y niñas blancas y caminar unidos, como hermanos y hermanas.

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual regreso al Sur. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestra nación, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender la libertad juntos, sabiendo que algún día seremos libres.

Ese será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar el himno con un nuevo significado, “Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antesecores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad”. Y si Estados Unidos ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad.

Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide de los montes prodigiosos de Nueva Hampshire! ¡Que repique la libertad desde las poderosas montañas de Nueva York! ¡Que repique la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pensilvania! ¡Que repique la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve en Colorado! ¡Que repique la libertad desde las sinuosas pendientes de California! Pero no sólo eso: ! ¡Que repique la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia! ¡Que repique la libertad desde la Montaña Lookout de Tennesse! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña colina y montaña de Misisipí! “De cada costado de la montaña, que repique la libertad”.

Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: “¡Libres al fin! ¡Libres al fin! Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libres al fin!”

Washington, DC
28 de agosto de 1963